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ESPECIALES

Creer en la juventud es creer en un mundo mejor

Es una conquista civilizatoria de la humanidad en credo bíblico del «mejoramiento humano» por el ejercicio de la fe religiosa y sus códigos y valores éticos para el logro del mejoramiento humano.

Lo son también los aportes que generaciones de hombres y mujeres aportaron con sus acciones y ejemplos de conductas sociales, a la huella cultural civilizatoria de la Humanidad, contenidas en la historia y la cultura nacional y universal de los diversos pueblos y naciones que pueblan el espacio de nuestro planeta Tierra.

De tales aportes venimos, y en la memoria colectiva se albergan, como «fuente genética» que nos nutre de generación en generación, así como lo hace el ADN cuyos cromosomas fecundantes de nuestros padres son un «imprescindible paquete» identitarios de cada persona y también de rasgos comunes de género, étnicos y antropológicos que, junto a las condiciones climáticas, dieta y tipos de labores, son inalienables de los pueblos.

Y en ellos está el cimiento del futuro: los niños y los jóvenes. En ellos depositamos todos nuestras esperanzas, como portadores potenciales de un mundo mejor.

Y está la visión que, sobre los hijos, tienen los Padres y el seno familiar como entes fundamentales de la continuidad de la vida y «portadores primigenios» de códigos de conducta, formación de valores y base cultural.

Así se ubica la escuela y todos los niveles de formación continua: nivel primario, secundario, preuniversitario, el nivel terciario que ocupa la educación superior y el nivel cuaternario de la superación posgraduada.

Y está también el resto de los componentes educativos del ser humano: los medios de comunicación, la Comunidad y toda la sociedad en su conjunto, las buenas o malas relaciones interpersonales y hasta las experiencias personales y colectivas de vida de cada generación histórica, y de por vida.

Hoy y siempre debemos contar con los aportes positivos de generaciones anteriores, frutos de la inteligencia creativa de los seres humanos, pero está la «carga negativa» de esa herencia llegada por el uso indiscriminado de los recursos naturales, y el carácter depredador de esos recursos por las Transnacionales del Imperialismo, el consumismo desmedido y casi irracional, junto con la contaminación ambiental y el cambio climático y otros daños irreparables ya al Medio Ambiente. Se impone así un SOS por la vida del planeta y de Biodiversidad. Solo está cultura ambiental responsable nos salvará de una «eutanasia colectiva».

Está visión responsable, sobre la formación de la niñez juventud lleva una «carga genética y social» que debemos cultivar. Ella no es espontánea, y los logros materiales y los aportes de las ciencias y las tecnologías no bastan. Ellas por si mismas no son los factores principales y únicos de la atención integral, de niños y jóvenes» con visión de futuro responsable. Y a estos objetivos nuestra Revolución Victoriosa y el proyecto de Construcción del Socialismo le tiene depositadas muchas de las políticas y programas de atención a las nuevas generaciones.

Hoy, cuando incluso se está desplegando nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial y las Redes Digitales penetran cada casa, familia y persona a través de los teléfonos, la TV y otros medios, es indispensable que se incremente «la vigilia bioética» de la sociedad en la tarea que determina «el crecimiento civilizatorio» de la humanidad, cuya tarea tiene en los jóvenes depositada la continuidad y la construcción de «un mundo mejor posible».

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