Apuntes sobre la cobertura “imparcial” de medios estadounidenses al conflicto en Ucrania
“ATAQUE CON MISILES DEJA VÍCTIMAS CIVILES”
Con ese titular encabezando su página abrió el día el periódico The New York Times, el primero de marzo del año pasado.
¿Se trataba de los múltiples asesinatos llevados a cabo por el ejército de Estados Unidos en Afganistán, Pakistán? ¿O acaso hablaba de Irak o Siria? Nada más alejado de la realidad. Se refería a la operación especial de Rusia en Ucrania. Mientras los crímenes cometidos durante la “guerra contra el terrorismo” siguen intentando ocultarse bajo el tapete, la gran prensa dirige su mirada rapaz al otro lado del mundo.
Cifras ocultas
El ataque, en palabras del emporio editorial, “generó nuevas alarmas sobre hasta qué punto el Kremlin estaba dispuesto a llegar para subyugar a su vecino más pequeño”. Este solo sería una de las primeras señales de la extensa cobertura dedicada por medios norteños a la operación especial, y el enfoque que tendría.
Una investigación llevada a cabo por Fairness and Accuracy In Reporting (FAIR) señaló que tan solo en el mes de abril, 14 historias de portada trataban de “muertes de civiles”. Nada decía de las millones de muertes por aspiraciones hegemónicas imperialistas. La estela de sangre dejada por Estados Unidos en el mundo corresponde a “bajas colaterales” en la lucha por un supuesto bien mayor.
Desde cualquier punto de vista, los horrores que el ejército de EE. UU. infringió a tantos civiles no tienen un precio despreciable en la historia de estos pueblos, ni en la universal. La guerra nunca pasa desapercibida.
La guerra es el infierno, en todas partes
En las raras ocasiones que un importante medio de comunicación de EE. UU. informó en profundidad sobre las muertes de civiles causadas por las fuerzas estadounidenses, los artículos solían ser retrospectivos y aparecían mucho después de los hechos; convirtiéndose en noticias post mórtem con poco impacto político y escaso seguimiento, y que apenas hacían ruido en los medios.
La brutalidad de las acciones bélicas de los efectivos de ese país es casi tabú en los medios de prensa de su propio país. Todo esto como parte de la enorme estrategia para construir la imagen de estos héroes, perpetuada como parte de las industrias culturales y el discurso oficial.
A pesar de que la potencia ha burlado descaradamente del derecho internacional en repetidas ocasiones, muy pocos periodistas han estado dispuestos a romper filas con la esencia de las narrativas de Washington. Vuelve a imperar el nacionalismo con movilizador, muy a tono con el rol de paladines que se atribuyen, con la misión predestinada de derrotar al mal a escala global.
El nacionalismo disfrazado de periodismo cubre la guerra en la oscuridad y en la luz, diciéndonos por quién doblan las campanas. Como ya es costumbre, la élite del poder dicta las líneas, y la comunicación obedece.