Ponerme las gafas
Cerré los ojos, cuando los abrí ya no estaba en el III Coloquio Internacional Patria, a mi alrededor solamente había una ciudad en ruinas y muerte: con la magia de la realidad virtual había viajado a Gaza.
Quise encontrar algo similar en mi realidad física, pero solo pude compararlo con La Habana tras el paso del tornado, aunque, claro, la situación de la franja de Gaza no es el resultado de un fenómeno natural, si no una prueba de cuanto puede dañar la acción humana.
Cuando me puse las gafas en el stand de Al Mayadeen sentí miedo. En cuestión de milisegundos me encontré sola, en medio de una ciudad desconocida observando los restos de un edifico y a extraños heridos o muertos con las explosiones como único sonido de fondo.
Pero, ¿cómo se sentirán aquellos para quienes esas ruinas eran su casa? ¿Qué hacer si ese desconocido fuera mi hermano, mi amigo, mi padre? ¿y si el ruido de las bombas fueran mi canción de cuna y mi alarma al despertar? ¿Se llegan a acostumbrar o viven siempre con el temor de ser el próximo?
La experiencia no era puramente inmersiva. El usuario, yo en este caso, podía escoger a donde ir, que video o foto ver. Todo esto acompañado de datos numéricos simples y precisos.
Los reportajes y documentales me dejaron dos imágenes en la mente que no creo que podré olvidar: un padre abrazando al cuerpo de su hijito mientras se ve obligado a dejarlo en una fosa y una madre mostrando a su hija que sobrevivió al bombardeo, pero está a punto de morir por desnutrición.
Otro audiovisual muestra la historia del conflicto, las promesas de Israel a Palestina y el contraste con la realidad que hoy vive el último pueblo. Y luego están las entrevistas a los niños palestinos, unos dicen que quieren ir a luchar, otros dicen que no necesitan a Batman y Spiderman porque tienen a los héroes de la resistencia, uno cuenta que le bombardearon sus juguetes y una niña de máximo 8 años se cuestiona si algún día tendrá los mismos derechos que los niños del resto del mundo.
Y yo me pregunto, ¿acaso en la niñez hay que pensar en guerras, bombas y derechos?
Solo sé que con esta experiencia me puse las gafas, y no hablo de las de realidad virtual. Tengo claro que a partir de hoy despertaré preguntándome si esos rostros anclados a mi memoria sobrevivieron la noche.