Nunca hemos patrocinado el terrorismo: ¡Un luchador antiterrorista cubano salvó la vida de un presidente de Estados Unidos!
Una información entregada muy confidencialmente en el verano de 1984 a un oficial responsable de la seguridad de los representantes cubanos en ONU alertaba sobre un plan de atentado contra el presidente Ronald Reagan, por parte de un grupo de extrema derecha en Carolina del Norte. Al conocerla, decidimos informar de inmediato a las autoridades norteamericanas. Nuestro oficial sugirió entregarla a través de Robert C. Muller, jefe de seguridad de la misión de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, con el cual se tenía contacto para la protección de delegaciones cubanas que visitaban al organismo internacional.
El atentado se produciría en fecha muy próxima cuando Reagan visitara Carolina del Norte, como parte de la campaña para reelegirse en el cargo.
La información estaba completa; daba nombres de los implicados en el plan; día, hora y lugar donde sería el magnicidio; tipo de armamento que poseían los terroristas y dónde guardaban las armas; además de todo eso, el centro de reunión de los elementos que estaban planificando la acción y un breve relato de lo que habían conversado en dicha reunión.
La entrega de la información se realizó en un encuentro con Muller en un edificio situado en la calle 37 y la Tercera Avenida, a dos cuadras del edificio de la misión cubana.
Se le trasladaron todos los detalles conocidos, garantizando quedara bien claro lo más importante, como era los nombres de los involucrados, lugar, hora y tipo de armamento que se utilizaría por estos.
Al final del intercambio, nuestro oficial le comunicó que había recibido instrucciones del gobierno de Cuba de hacerlo con urgencia, y que lo habíamos seleccionado por conocer que era un profesional en los problemas de seguridad.
Muller leyó lo que había escrito para asegurarse de que no había alterado nada y que estaban todos los elementos importantes.
Preguntó por la fuente, se le dijo era segura. Planteó que el servicio secreto tendría necesidad de entrevistarse con los funcionarios cubanos. Se le contestó no había inconveniente en hacerlo.
Aproximadamente a las cuatro y media de la tarde de ese día, los agentes del Servicio Secreto se reunieron con la representación cubana.
La entrevista se llevó a cabo en el apartamento 34-F, situado en el piso 34 de un complejo de edificios nombrado Ruppert Towers, que se encuentra en la calle 92 entre Tercera y Segunda Avenida, en la parte alta de Manhattan.
Los agentes eran dos hombres jóvenes, blancos, pelados bien bajo, vestidos de traje. Su objetivo era principalmente chequear lo que Muller les había trasladado, pues traían en sus manos copia del cable que este les había enviado. Al comprobar el contenido del cable se les aseguró no faltaba nada.
Los agentes del Servicio Secreto querían conocer quién había dado la información y cómo esta había llegado a nuestro poder. Se les respondió lo mismo que se le había dicho a Muller. También se interesaron en saber si era posible alguna ampliación, y se les dijo que si llegaba algo nuevo se les trasladaría de inmediato.
Ellos dieron su tarjeta y pidieron se les llamara directamente si se conocían otros datos adicionales, plantearon no era necesario hacerlo por medio de Muller.
El lunes siguiente pudimos conocer que el Buró Federal de Investigaciones había detenido a un grupo de personas en Carolina del Norte a las que se les hacían varias acusaciones, ninguna de ellas como es de suponer relacionadas con un atentado al presidente Reagan, quien viajó a dicho Estado poco después como parte de la campaña por la reelección al cargo de presidente.
Antes de que transcurrieran cuatro o cinco días de la detención, a fines de esa propia semana, Muller llamó por teléfono a la Misión para invitar al funcionario cubano a almorzar, lo cual hicieron en el restaurante para delegados de las Naciones Unidas. Lo primero que hizo fue pedir se trasladara al gobierno de Cuba el agradecimiento del gobierno de Estados Unidos por la información brindada, y confirmó que habían operado contra el grupo de involucrados. ¡Un luchador antiterrorista cubano salvó la vida de un presidente de Estados Unidos!
Reagan fue el creador de la Fundación Nacional Cubano-Americana, cuyo siniestro papel en el bloqueo y el terrorismo contra Cuba se revelaría años después cuando el gobierno de Estados Unidos desclasifica documentos secretos, aunque todavía llenos de bochornosas tachaduras. Si se hubieran conocido antes, no habría cambiado nuestra conducta.
Tomado de la Reflexión del Comandante en Jefe, “EL imperio y la Mentira” publicada el 11 de septiembre del 2007.