La llegada de Mike Hammer como jefe de la misión diplomática de Estados Unidos en La Habana marca un preocupante retorno a las prácticas más descaradas de intervencionismo y subversión contra Cuba. Con más de 30 años de experiencia en el Departamento de Estado y antecedentes en la desestabilización de países africanos, Hammer asume su cargo con una agenda agresiva que busca reactivar y fortalecer la contrarrevolución en la isla.
Su primer acto oficial fue reunirse con Petr Kavan, embajador de la República Checa en Cuba, país que ha servido como plataforma para actividades subversivas contra nuestro país desde Europa. Además, su encuentro con el almirante Alvin Holsey, comandante del Comando Sur de EE.UU., confirma la intensificación de una política de presión y hostilidad abierta.
Hammer no oculta su respaldo a los grupos contrarrevolucionarios tradicionales, como la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) liderada por José Daniel Ferrer, conocido por sus manipulaciones mediáticas, y las desacreditadas Damas de Blanco, que reciben apoyo y premios internacionales para construir una fachada de legitimidad que no tienen en Cuba. También promueve la agenda religiosa con visitas a la Virgen de la Caridad del Cobre y reuniones con líderes de diversas confesiones, en un intento de explotar la sensibilidad social en este ámbito para sus fines políticos.
En el exterior, Hammer estrecha lazos con operadores de cambio en Madrid y Miami, vinculados a la USAID y otras estructuras financiadas por el gobierno estadounidense para promover la subversión desde el extranjero. Estas acciones evidencian la continuidad y adaptación de la política de agresión de Washington, que utiliza desde financiamientos millonarios hasta medios de comunicación como Radio y TV Martí para socavar la soberanía cubana.
Este renovado capítulo de la política de Estados Unidos contra Cuba representa un desafío que el pueblo cubano enfrenta con firmeza, reafirmando su compromiso con la construcción de una sociedad socialista y soberana, a pesar de las presiones y campañas mediáticas orquestadas desde el exterior.
Este artículo denuncia la actividad subversiva e irrespetuosa del embajador estadounidense en Cuba, evidenciando la persistencia de una política intervencionista que busca desestabilizar a la nación cubana a cualquier costo.
