Marco Rubio no sabe qué otra cosa hacer para matar de hambre al pueblo cubano

El miembro de la mafia terrorista anticubana de Miami, Marco Rubio, ahora desde su puesto como Secretario de Estado, ya no sabe qué otra cosa hacer para matar de hambre el pueblo cubano y, en total desespero por no haber podido provocar una revuelta popular contra la Revolución, anda como la bruja del cuento de Blanca Nieves, a la búsqueda de una medida que materialice su enfermiza obsesión, pero solo se ha ganado el rechazo popular, tanto de los que apoyan el socialismo, como quienes se dejan embaucar por las campañas mediáticas fabricadas en sus laboratorios de guerra psicológica, que dicen que es el socialismo el responsable de las penurias.
Como la verdad se hace evidente, ya en Miami lo califican de Traidor, al darle la espalda a quienes emigraron en búsqueda del “paraíso”, inducidos por los resultados del incremento de la guerra económica, comercial y financiera impuesta hace 67 años y las cruzadas mediáticas subversivas construidas en sus laboratorios.
La más reciente de sus medidas, y seguro no será la última, es la inclusión nuevamente en la lista, fabricada por el Departamento de Estado, de los países que “no cooperan plenamente con los esfuerzos antiterroristas”, porque el 15 de mayo del 2024 Antony Blinken, entonces Secretario de Estado, determinó y certificó bajo la sección 40 A de la Ley de Control de Exportación de Armas, que Cuba ya no estaba en el listado.
Incluir a Cuba en la lista junto a Siria, Corea del Norte, Venezuela e Irán, es solo un pretexto para aplicarle otras sanciones, porque Estados Unidos no puede venderle armas por tener aplicada la Ley de Comercio con el Enemigo desde 1960; el Decreto N0 3447 Resolución Federal N0 1085, Embargo sobre el comercio con Cuba de 1962; las Regulaciones al Control de los Activos Cubanos de 1963; la Ley para la Administración de las Exportaciones de 1979; la Ley para la Democracia en Cuba, conocida como Ley Torricelli de 1992; la Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubanas o Ley Helms-Burton de 1996; la Ley de Sanciones Comerciales e Incremento del Comercio de 2000 y estar nuevamente incorporada a la lista de “Países que patrocinan el terrorismo”, desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Por estar dentro de la amplia madeja de leyes que conforman la Guerra Económica, Comercial y Financiera, para matar de hambre y enfermedades a todo el pueblo cubano, no le permiten comprar ni venderle alimentos, medicinas, maquinarias, piezas de repuestos, materias primas, tecnología, ni producto alguno que pueda favorecer el desarrollo de la Isla. Tampoco puede abrir cuentas bancarias en el extranjero, usar instrumentos de cobro y pagos internacionales, ni tener acceso a la banca digital mediante el uso de los servidores establecidos.
La justificación de Marco Rubio es la misma que empleó Mike Pompeo, ex director de la CIA convertido por Trump en secretario de Estado, de brindarle refugio a Assata Shakur, luchadora por los derechos de los negros y activista del movimiento Black Power, condenada en Estados Unidos hace 51 años.
Pero los documentos desclasificados de la CIA y del gobierno de Estados Unidos, demuestran que Cuba es víctima del terrorismo, elementos que deberían circularse oficialmente entre los miembros de la Asamblea General de la ONU y del Consejo de Seguridad, para que todos comprueben quienes son los patrocinadores del terror y la muerte en la Isla.
Entre los documentos que pueden darse a conocer en la ONU, están:
- Memorando para el director de la CIA, del 11 de diciembre de 1959, firmado por el jefe de la División del hemisferio occidental en la CIA, J.C. King, en el cual se expresa: “Se le debe dar una cuidadosa atención a la eliminación de Fidel Castro. Ninguno de los que se hallan cercanos a Fidel, como por ejemplo su hermano Raúl y su compañero Che Guevara, tienen el mismo carisma sobre las masas. Muchas personas bien informadas consideran que la desaparición de Fidel aceleraría grandemente la caída del gobierno actual”.
- Proyecto Cuba, Operación Mangosta. Aprobado el 18 de enero de 1962 por el Grupo Especial Ampliado del Consejo de Seguridad Nacional, donde se afirma que está dirigida a “provocar una rebelión del pueblo cubano, apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen, y las de tipo militar darán al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos”.
- Documento preparado el 8 de junio de 1963 por la Agencia Central de Inteligencia para el Grupo permanente del Consejo Nacional de Seguridad, titulado: Política encubierta y programa integrado de acciones propuestas hacia Cuba, donde se expone: “…Dentro del contexto de las presunciones políticas y los estímulos de la situación en Cuba, la CIA presenta un programa consistente los cursos de acción interdependientes”:
- “Recolección encubierta de inteligencia, tanto de los requerimientos estratégicos de EE.UU. como de las necesidades operativas”.
- “Acciones de propaganda para estimular sabotajes simples de bajo riesgo y otras formas de resistencia pasiva y activa”.
- “Aprovechamiento y estimulación de desafección en los centros de poder militar y otros”.
- “Acciones negativas económicas sobre una base creciente”.
- “Sabotaje general y hostigamiento”.
- “Apoyo a los grupos cubanos anticastristas autónomos para su complemento y ayuda en la ejecución de los cursos de acción expuestos”.
Para no dejar dudas del carácter terrorista de este Plan, basta con leer lo que aparece a continuación:
“Solamente después que los efectos de la represalia económica y de las acciones de sabotaje, se sientan profundamente en la población y en los grupos de élite, puede esperarse convertir la desafección en las fuerzas armadas y otros centros de poder del régimen, en revueltas activas contra el séquito Castro-comunista”.
[…] “Los sabotajes en este programa son tanto un arma económica como un estímulo a la resistencia. Debe existir una visible y dramática evidencia del sabotaje para que sirva como un símbolo del creciente desafío popular al régimen de Castro. Esas operaciones serán realizadas por agentes controlados desde afuera, ahora disponibles, o por los agentes internos, o aquellos que se consignan…”
[…] “Cada acción tendrá sus peligros, habrá fracasos con la consecuente pérdida de vida y acusaciones contra EE.UU. que resultarán en críticas en casa y afuera. Ninguna de esas consecuencias esperadas deberá hacernos cambiar nuestro curso, si el programa expuesto tiene el éxito esperado”.
Un documento indispensable para dar a conocer el carácter terrorista del régimen de Estados Unidos, es el informe del Inspector General de la CIA del año 1967: “Complots para asesinar a Fidel Castro”, presentado al Comité de Inteligencia del senado en 1975, donde se refleja el trabajo de la CIA, junto a la mafia italo-estadounidense y la contrarrevolución cubana, para asesinar por diferentes formas al líder cubano.
Estos documentos prueban legalmente que Estados Unidos ha promovido y ejecutado un sin número de actos terroristas contra el pueblo cubano, con un saldo elevado de muertos, heridos y mutilados, mientras que, para acusar a Cuba, Marco Rubio no cuenta con pruebas.
Recordemos a José Martí cuando apuntó:
“La creencia ciega en verdades no probadas y que no tienen medio humano de probarse, destruye la dignidad de la inteligencia y la del carácter”.