Guardafronteras: el mar por trinchera
En el mar, a bordo de buques o lanchas en los que pasan la mayor parte de sus vidas, bajo el radiante sol, la tormenta o la fuerte marejada nocturna; expuestos a las posibles reacciones violentas, incluso con armas de fuego, de tripulantes de embarcaciones infractoras, que proceden del exterior; en la costa, en los puestos de observación, y de mando, mujeres y hombres del pueblo que llevan en el corazón una marca para toda la vida, devenida sentido de pertenencia y del deber, arraigo y estirpe de centinelas.
Son los guardafronteras, curtidos por 60 años de enfrentamiento a ataques piratas, infiltraciones y exfiltraciones de bandidos; al terrorismo de Estado; a ataques o secuestros de embarcaciones; al enterramiento de armas; al narcotráfico internacional y el tráfico de personas; a las salidas ilegales, entre otras acciones.
Eternamente jóvenes desde su nacimiento aquel 5 de marzo de 1963, cuando la edad de los fundadores rondaba los 20 años o menos, de procedencia obrera y campesina, estas fuerzas se fueron nutriendo poco a poco de pescadores y gente de pueblo.
De sus años iniciales queda la huella imborrable, el referente histórico del ejemplo de uno de sus artífices: el Capitán del Ejército Rebelde Orlando Olo Pantoja Tamayo, respetado y admirado por todos; hombre preocupado por sus hombres; caído posteriormente en tierras bolivianas como combatiente internacionalista de la guerrilla del Che. Olo fue el organizador y jefe del entonces denominado Departamento de Vigilancia de Puertos y Costas, que luego nombrarían Fuerzas de Guardafronteras.
De victorias sobre las olas están llenas las páginas gloriosas de estas seis décadas, de incontables hazañas para salvar y rescatar, de horas de búsqueda sin renunciar, de preparación incesante para asumir y de convicciones profundas para nunca desistir.