El porqué de un asalto

Hoy celebramos el aniversario 69 del asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. Se trató de una operación estratégica, simultánea, dirigida por el Comandante en Jefe para asestar un fuerte golpe a la tiranía, en una de las fortalezas militares más importantes del país.
La acción perseguía el objetivo de ocupar la instalación militar por sorpresa, engañando a los soldados al vestir sus propios uniformes, con el menor costo posible, sobre todo en vidas humanas, ocupar todas las armas y municiones, convocar al pueblo rebelde de la ciudad a sumarse al levantamiento, intentar tomar la urbe, y si no era posible, trasladarse hacia Sierra Maestra para abrir un frente guerrillero.
Para asegurar la operación se toman dos instalaciones aledañas al cuartel Moncada (Hospital Militar y Audiencia) y se asalta el cuartel de Bayamo, para evitar la llegada de refuerzos inmediatos del ejército batistiano a Santiago de Cuba. Por tal motivo es un error hablar de «asaltos», cuando la operación fue única y simultánea.
Los que conocen la historia de los sucesos saben que, la casualidad les jugó una mala pasada, al encontrarse con una patrulla de recorrido que, anuló el factor sorpresa. De igual forma, conspiró contra el éxito de la operación, el extravío de una parte de las fuerzas revolucionarias que se confundieron, en una ciudad desconocida, en el tránsito hacia la acción.
Para comprender el nivel de compromiso moral de los asaltantes y los fines de la acción, basta con interpretar los versos del Poeta de la Revolución Raúl Gómez García, «Ya estamos en combate», y las palabras del Comandante en Jefe, en el minuto antes de abordar los autos en la Granjita Siboney, que se convirtió en el juramento de todos:
«Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero, de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras, el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la isla. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertado o Muerte! Ya conocen ustedes los objetivos del plan. Sin duda alguna es peligroso y todo el que salga conmigo de aquí esta noche debe hacerlo por su absoluta voluntad. Aún están a tiempo para decidirse. De todos modos, algunos tendrán que quedarse por falta de armas. Los que estén determinados a ir, den un paso al frente. La consigna es no matar sino por última necesidad».
Así se encendió la llama libertaria que ayudó a arrancar nuevamente el motor de la Revolución que triunfó el 1ero de enero de 1959. La misma que sigue hoy adelante, ardiente, en el corazón de todos los cubanos de bien ¡Hasta la victoria siempre!