Cuba: “luchadores clandestinos” no, delincuentes mercenarios

La profanación de bustos de José Martí en La Habana, por una supuesta organización mediáticamente construida, pretendía crear la imagen de la existencia de una “oposición” al gobierno cubano que actuaba desde la clandestinidad, de ahí el nombre de “Clandestinos” con el que la bautizaron.
Esto tenía además el propósito de incentivar este tipo de actividades con la pérfida intención de fomentar un ambiente de inseguridad.
La ideación de estas infames acciones evidentemente no surge en Cuba, sino allende los mares: en el seno de la mafia anticubana, desprovista de cualquier principio ético y sentimiento patriótico, cuyas acciones son guiadas por el odio y la frustración.
No es fruto de la especulación o la paranoia lo que afirmo, tampoco de la predisposición hacia esa fauna anexionista. No es así, a pesar del desprecio que inspira y de su sucio historial de viles acciones contra nuestra nación.
Es que, en este como en otros muchos casos anteriores, su comportamiento y reacciones la delatan.
Un elemento: al unísono con la publicación en las redes sociales de las imágenes de la afrenta al apóstol, la escudería mediática de la contrarrevolución inició una campaña de divulgación y apoyo a las mismas. De inmediato las imágenes de dos personas fueron transformadas en las de una organización de alcance nacional. Toda esta “casual” coincidencia, señala la previa coordinación de las acciones ejecutadas en el espacio físico con las realizadas en el escenario mediático.
Panter Rodríguez Baró y Yoel Prieto Tamayo, autores de la afrenta a Martí, hoy detenidos, son dos delincuentes comunes que, conscientemente, la ejecutaron. Y como en el medio de los “sin valores” nada se hace de gratis y la motivación es el dinero, sin temor a equivocarme puedo dar por sentado que cobraron por ello.
Eso los convierte en vulgares mercenarios.
El origen del dinero se sabe está en los fondos que destina el gobierno norteamericano para las actividades contra Cuba. La mafia de la extrema derecha cubanoamericana, asentada en La Florida, es una de sus “administradoras más honestas”: se apropia de una buena tajada y reparte lo que sobra; entre otras cosas para financiar acciones del carácter de las que hemos visto.
La historia dice que los principales cabecillas de esa mafia usan a la “población flotante” de gusanos que visitan o se radican temporalmente en Miami para seleccionar, contactar y hacer llegar el dinero a los ejecutores de sus planes dentro de la isla. Pienso que este caso no debe ser la excepción.
A los que tradicionalmente ponen el dinero, así como a los que sirven de intermediaros para hacerlo llegar a los ejecutores directos de las acciones contra Cuba, no les importa ni la calaña de estos, ni la suerte que corran.
En cualquier variante serán sus “héroes”.
Anónimos si no son descubiertos o “presos políticos luchadores por la democracia y la libertad” si resultan detenidos.
En el caso que nos ocupa no tuvieron tiempo para “disfrutar” de las despreciables tropelías de sus dos marionetas. La rápida actuación de las autoridades cubanas se lo impidió. Pernoctan tras las rejas.
Por eso pasaron al plan B, exaltándolos al “salón de la fama” de la contrarrevolución junto a “prominentes personalidades” de ese “selecto medio” como: el alcohólico Juan Carlos González Marcos (Pánfilo yo quiero jama), Armando Valladares (falso inválido y poeta que nunca escribió un verso), Danilo Maldonado (El Sexto, primero en el consumo de drogas, premio al “artista sin arte” ) y José Daniel Ferrer (“líder” de la pandilla Los “demócratas” violentos) entre otros.
En consonancia con lo anterior los medios anticubanos hacen lo habitual: callan la verdad, construyen falsedades, instigan a la realización de acciones violentas y, por supuesto, defienden a los profanadores.
Así, en un vano intento por restar crédito e importancia a la detención de sus asalariados y de mantener viva la mentira de la existencia de la ficticia “Clandestinos”, publican videos anteriores a su captura presentándolos como actuales o los elaboran en Miami y afirman fueron tomados en Cuba. En ellos, supuestos miembros de la “organización” que se han inventado realizan actividades contrarrevolucionarias. Igual hacen con las fotos.
Es la desesperación y la frustración ante la derrota.
Los “alternativos independientes”, dependientes del dinero que define su línea editorial y de posiciones políticas contrarias al socialismo, guardan bochornoso silencio. Es vergonzoso el papel de muñeco que sostiene el ventrílocuo que hacen. Debe ser triste no tener voz propia o andar de parias por las redes.
Y es en este contexto en el que algunos dentro de Cuba, con una “candidez” que conmueve, catalogan a los autores de tan execrables hechos de imberbes e ingenuos, a la vez que levantan suspicacias sobre la posible justeza de la sanción que se les aplique.
Eso equivale a restarles responsabilidad y gravedad a los hechos en que conscientemente se han involucrado. Es además una ofensa a los órganos encargados de impartir justicia.
De esa manera se sitúan en el lado equivocado de la historia.
Callan ante la afrenta y terminan defendiendo a sus autores, ¿por qué? No sé, me resulta imposible de explicar este extraño paternalismo. El tiempo dirá la última palabra.
Adaptando el refrán popular al maloliente medio de la contrarrevolución y la delincuencia se puede decir que, “en ese circo los payasos son leones”. De imberbes o ingenuos nada.
Ver un crimen en calma es cometerlo.
José Martí.