Cuba en la ONU: una voz a favor de los humildes

Pocos países son tan esperados en la ONU como Cuba. Pocos líderes han desatado tantas pasiones, la inmensa mayoría positivas, algunas, las de siempre, las de los mismos, negativas, como los representantes cubanos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Y es que ya grandes hombres como el Che, Roa, Fidel y Raúl eran símbolos de una época, voces de su tiempo, ejemplos vivos y palpables de que el cambio era posible, de que los pueblos podían salir del silencio de la opresión capitalista, de que una pequeña Isla llegaría a convertirse, como sucedió, en ejemplo y luz para los más olvidados.
La mayor de las Antillas ha estado presente en el máximo organismo mundial desde 1945, año de su fundación, y luego del triunfo revolucionario de enero de 1959, el país ha participado activamente en las comisiones de trabajo y en los debates de la Asamblea General.
Uno de esos momentos cimeros ocurrió, sin lugar a dudas, el 26 de septiembre de 1960, cuando el Comandante en Jefe, Fidel Castro, pronunció el discurso más largo de la historia de la ONU (269 minutos), en el cual denunció sin tapujos ni medias tintas la injerencia estadounidense en cuestiones gubernamentales cubanas y defendió el derecho de los países del mundo a decidir y preservar su soberanía.
En 1979, cuando Cuba presidía el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), Fidel sentenció el 12 de octubre: “digamos adiós a las armas y consagrémonos civilizadamente a los problemas más agobiantes de nuestra era.”
Luego, en 1991, La Habana presentó por vez primera en el cónclave el “Informe de Cuba sobre la resolución 73/8 de las Naciones Unidas, sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos al país caribeño”, el que fue sometido a votación desde el año siguiente y hasta la fecha con el apoyo del orbe a la causa cubana.
El 6 de septiembre del 2000, al celebrarse la Cumbre del Milenio, sus pronunciamientos fueron breves y contundentes: “Tres decenas de países desarrollados y ricos que monopolizan el poder económico, tecnológico y político, se reúnen aquí con nosotros para ofrecernos más de las mismas recetas que han servido solo para hacernos cada vez más pobres, más explotados y más dependientes.”
Quince años después, fue la voz del General de Ejército, Raúl Castro, la que sentenció que se negaba a la humanidad el derecho a vivir en paz y su derecho al desarrollo. “Es en la pobreza y la desigualdad donde deben buscarse las causas de los conflictos, generados por el colonialismo y el despojo.”
Poco tiempo después, en septiembre del 2018, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, recordó esos momentos vividos por los líderes históricos de la revolución en aquella misma sala, y afirmó que era absurdo que el 0,7% de la población más rica del mundo se apropiara del 46% de toda la riqueza del planeta, mientras que el 70% más pobre poseía solo el 2,7% dela misma.
En esta ocasión, cuando se celebre el 78 período ordinario de la Asamblea General, el presidente Díaz-Canel hace uso de la palabra no solo en nombre de Cuba, sino además en representación del Grupo de los 77 y China, en calidad de su presidencia pro tempore de dicha organización, con el fin de reclamar un nuevo orden económico mundial más justo y en defensa además del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para la protección del planeta frente al constante Cambio Climático.