¡Con el campeón no te metas!

Recientemente se ha visto circular por las redes una caricatura del Toque, atacando la imagen del recordista y campeón Mijaín López. Mientras cubanos de todas partes del mundo celebran el triunfo del deportista, junto a su paso a la historia como uno de los mejores luchadores de todos los tiempos, las marionetas pagadas por Washington reman en sentido contrario, carcomidos por el rencor y el odio.
Ya se ha visto lo poco que tienen que ver sus enfoques con la realidad de la Mayor de las Antillas y su pueblo.
Por si fuera poco, el dibujo ofensivo lo deja aún más claro. Además de anti patriótico, es una representación racista. Plantea el hecho de que nuestro campeón sea un hombre negro como un defecto, sujeto de burla, un prejuicio inaceptable en una Isla tan magna y diversa como la nuestra.
Por si fuera poco, muestran la bandera nacional de manera irrespetuosa, en una representación que no hace justicia a su simbología y grandeza.
La respuesta de los internautas no se hizo esperar. Fue contundente y abrumador el desprecio a la publicación de El Toque, resaltando el orgullo por las medallas del Gigante de Herradura, a la par de la falta de valores y sentido común del medio mercenario. «Deberían eliminar esta caricatura de inmediato», «Él no se ha dejado comprar» y «Resentidos, frustrados y envidiosos», son solo algunos de los cientos de comentarios de repudio.
¿Será acaso esta otra maniobra de publicidad de El Toque? Se meten con la economía de los cubanos, y ahora también con sus símbolos más queridos. No se puede esperar otra cosa de quienes han dejado de lado toda ética a cambio de unos dólares.
Para los cubanos, Mijaín López es un orgullo nacional, un héroe que ha puesto en alto el nombre de Cuba. Sus hazañas las resaltan dentro y fuera del país.
En cambio, ¿qué es El Toque? Una mancha, una vergüenza para el periodismo que tanto dicen defender. Dentro de algunos años, si es que todavía los recordamos, será por emprender una operación de hiper-inflación inducida contra su propio país. Desde las olímpicas climas hasta el lodo de la deshonra hay mucha distancia.