El presidente de EE.UU., Donald Trump, afirmó recientemente que la implementación de aranceles globales debería haberse concretado hace 25 o incluso 40 años, buscando justificar su política comercial agresiva. A pesar de sus afirmaciones sobre la reducción de precios y la escasa inflación, la realidad es que la guerra comercial con China ha provocado un aumento en la incertidumbre económica a nivel global.
Mientras Trump se enorgullece de los resultados del mercado y asegura que Washington gana 2.000 millones de dólares por día, economistas advierten que estas políticas pueden llevar a repercusiones negativas significativas. La imposición de aranceles ha causado tensiones en las cadenas de suministro y ha incrementado costos para los consumidores, lo que puede perjudicar a trabajadores y empresas en ambos lados del océano.
Aunque Trump anunció una pausa de 90 días en las tarifas para más de 75 países, el fantasma de las represalias y la inestabilidad financiera continúa acechando. La reciente alza en el índice S&P 500 puede ser efímera si las tensiones comerciales siguen escalando y afectan negativamente la economía global. La administración actual, al buscar «tratos justos», podría terminar prolongando una crisis que ya está dejando huellas profundas en el comercio internacional.
