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Significado y necesidad de la reestructuración del sector azucarero en Cuba. Parte I

Hoy seguramente se convertirá en un día histórico.  Por primera vez se pone en práctica el concepto del estudio como empleo, y seguramente uno de los más importantes empleos.  Mas no solo eso ocurre hoy aquí, sino que, a la vez que un contingente de varios miles de trabajadores, excedentes, podemos decir, como consecuencia de la reestructuración de la industria azucarera, se inicia un ambicioso y grandioso programa de superación de los trabajadores azucareros. 

Para comprender el significado y la necesidad de la reestructuración, hay que referirse un poco a la historia…

La historia de la producción y la industria azucarera comenzó hace más de 150 años.  Durante la primera mitad del siglo XIX, el renglón principal de producción y exportación del país era el café; lo fue también en un tiempo el tabaco, hay que recordar las primeras luchas en nuestra historia de los vegueros de Santiago de las Vegas que se sublevaron contra lo que llamaban el estanco del tabaco.

Eran la caña, el tabaco y el café, fuentes muy importantes de los ingresos del país.

Dos grandes huracanes casi consecutivos, con fuerza 4 y 5, vientos de más de 300 kilómetros, que tuvieron lugar entre los años 1844 y 1845, que prácticamente arrasaron las plantaciones cafetaleras en el occidente de Cuba. En aquella época los cafetales estaban principalmente en la zona de la actual provincia de La Habana.  Se extendían, incluso, a Matanzas por el este y hacia Cayajabos por el oeste.

Los agricultores franceses que, procedentes de Haití, llegaron hasta estas regiones, desde luego, el primer lugar fue la actual provincia de Guantánamo, muy próxima a Santo Domingo y Haití, al producirse en los años 1800, una gran rebelión.

Aquella colonia francesa era la suministradora del mundo de café, muchos de aquellos colonos cafetaleros emigraron hacia la isla de Cuba.  En ocasiones traían una parte de las dotaciones de esclavos; pero lo que traían fundamentalmente era la experiencia, y encontraron condiciones excelentes en esa provincia, de modo tal que en la guerra de 1868 les fue imprescindible a los patriotas lanzar una ofensiva sobre la misma.

Cada uno de los cafetales se convirtió casi en un fortín; los cafetales llegaban hasta cerca de Santiago de Cuba.  En las proximidades de la Gran Piedra. Pero en realidad el gran desarrollo cafetalero se produjo en tierras llanas y fértiles de la provincia de La Habana, y, claro, todo aquel desarrollo era a base de mano de obra esclava.

Cuando aquellos fenómenos naturales liquidaron prácticamente las plantaciones de café, cobró gran impulso el cultivo de la caña.

Con anterioridad, Cuba llegó a ser el principal productor y exportador de café del mundo, y los dueños de aquellos cafetales, impulsaron el cultivo de la caña y Cuba comenzó a convertirse también en el principal productor y exportador de azúcar.

Por aquellos tiempos, el número de esclavos era alrededor de 300 000; la mayor parte se dedicaba a los trabajos del cultivo y la producción de azúcar.  Desde entonces empezó a crearse un mercado en Estados Unidos para el azúcar de Cuba; que suministraba también azúcar a España, a Europa, aunque el principal mercado comenzó a ser el de Estados Unidos.  Por eso cuando se produce el bloqueo y la anulación de las cuotas azucareras de Cuba, después de 1959, se destruye un mercado creado a lo largo de más de un siglo.

Desde ese entonces nace la idea de que sin azúcar no hay país, lo cual fue una verdad hasta años muy recientes; no existían estos centrales grandes, capaces de producir decenas de miles de toneladas de azúcar, y algunos más de 100 000, sino había cientos, no sé si entre las provincias de La Habana y Matanzas llegaron a tener alrededor de 1000 pequeños centrales, donde todavía no se usaba el vapor, se usaba la tracción animal; pero se iba avanzando a lo largo de la segunda mitad de ese siglo, creándose centrales, algunos mayores y más modernos. 

De ello vivía la colonia española, era uno de los principales ingresos de España.  Había perdido las demás colonias en el continente, pero a esta colonia le llamaban la joya de la corona, principalmente por sus producciones azucareras.

La idea central de Máximo Gómez, Maceo y los grandes jefes de la guerra del 68, la llamada Guerra de los Diez Años, era invadir occidente; porque la guerra se inicia en una zona oriental donde no prevalecía el sistema de la esclavitud. No eran provincias esclavistas, más bien de agricultores y ganaderos, aunque había caña en esa zona.

En Camagüey, sobre todo, había ganado, no había una producción azucarera importante sino ganadera; Las Villas ya tenía mayor cantidad de centrales azucareros, pero también eran provincias principalmente de agricultores. 

Se intenta en lo posible extender la invasión; los mambises trataban de alcanzar la zona que sostenía a la colonia española, al ejército español con sus producciones y sus ganancias.  Cuando comienza la última Guerra de Independencia (…) la idea martiana era, desde luego, una guerra rápida, que se iniciara por todas partes…

El alzamiento en Oriente es grande, pronto se generaliza, y desde el primer momento prevaleció la idea de invadir el occidente, con la estrategia de llevar la guerra a todo el país y, fundamentalmente, destruir la fuente principal que sostenía al gobierno español y la fuente principal de las ganancias para el presupuesto colonial de España y es conocido que los centrales eran destruidos, las cañas quemadas.  Y aquella invasión llegó hasta Mantua, no quedó prácticamente un cañaveral a lo largo de la isla, en ninguna parte.  Vean la influencia que tenía ya la caña en la vida del país.

Al concluir aquella guerra, con la intervención de Estados Unidos, se inicia la reconstrucción de la industria azucarera; primero, el restablecimiento de las plantaciones existentes y con posterioridad el inicio de enormes plantaciones cañeras en las provincias de Oriente y de Camagüey. Los interventores tenían las condiciones óptimas, ideales, para invertir en esa industria, en esa producción que había quedado destrozada durante los años de la última guerra. Y así es como, en parte, con capitales criollos, pero fundamentalmente con capital norteamericano, se restablece la industria y se extiende el cultivo a aquellas zonas vírgenes, podíamos llamar, desde Camagüey hasta Guantánamo.

En realidad, grandes plantaciones de bosques, de caobas y maderas preciosas fueron talados y la madera preciosa empleada como combustible de los centrales azucareros.  Así se crearon plantaciones, y enormes latifundios, que estaban en todas partes, algunos tenían más de 100 000 hectáreas, la United Fruit Company; otras compañías llegaron a tener hasta 200 000 hectáreas de caña. No alcanzaba la fuerza de trabajo y se producen las grandes emigraciones antillanas, decenas y decenas de miles de antillanos, principalmente haitianos.

Había sido abolida la esclavitud unos pocos años antes sin que ello implicara ninguna mejora prácticamente, y las condiciones de vida de los antiguos esclavos continuaron siendo exactamente las mismas o peores, a veces, que cuando eran esclavos…

La economía del país empezó a girar en torno a la zafra y junto a la zafra, el llamado tiempo muerto. Pero no hay duda de que la producción azucarera era la espina dorsal, era el todo de la economía del país, los demás eran productos de autoconsumo.

El café figuraba como renglón de menor importancia. Cuando la ocupación norteamericana, y con la implantación de un gobierno neocolonial vinieron acuerdos comerciales que, incluso, limitaban el desarrollo de otros cultivos; se le concedió al país el mercado que ya tenía y el creciente mercado, que a partir de esa fecha fue el mercado de Estados Unidos.

Las nuevas producciones se exportaban hacia aquel país, y bajo el convenio de que sí compraban azúcar, las producciones de otros artículos alimenticios, incluso, el arroz y otros, estaban limitadas. De todas formas, de los ingresos del país, que no eran los ingresos del pueblo cubano, al que le quedaban los rezagos, los restos, pero algo le tocaba por los servicios que desempeñaba durante la zafra o en los cultivos entre zafra y zafra; vivía fundamentalmente el país de la caña, y podía decirse: “Sin azúcar no hay país”.

Esa realidad continuó siendo una verdad, pudiéramos decir que hasta hace casi 10 o 12 años.  Tuvo sus altas y bajas. Cuando había guerras, entonces el abastecedor de todo el azúcar que necesitaba Estados Unidos era Cuba, cosa curiosa, paradójica, con algo que resulta inmoral: cada vez que había una gran guerra, surgía la alegría entre agricultores y colonos, porque con motivo de las guerras, el precio del azúcar subía, y subía bastante.

Así se produce la Primera Guerra Mundial, en cuya segunda mitad ya participa Estados Unidos, el país se convirtió prácticamente en el único abastecedor de azúcar de esa nación, muchas de cuyas producciones eran de compañías propietarias de grandes plantaciones cañeras.

Después de aquella guerra, y de la destrucción y los problemas que ocasionó, se produjo una enorme demanda de azúcar.  Esta llegó a alcanzar un precio de hasta 20 centavos la libra.  Una enormidad para aquellos tiempos.

Surge así, después de la guerra, un breve período, el llamado período de la danza de los millones. Se hablaba mucho en los años treinta y cuarenta de la danza de los millones, cuando el azúcar sube de precio seis o siete veces. Claro, no era la danza de los millones del pueblo; era la danza de los millones de las grandes empresas azucareras, de los dueños de los centrales azucareros; pero siempre algo le tocaba al pueblo, las sobras le tocaban al pueblo, y no es lo mismo las sobras en una época en que el azúcar vale dos, tres o cuatro centavos que cuando alcanza precios como 20 o más centavos de dólar la libra.

No duró mucho la danza de los millones. De repente se cayó el precio del azúcar, y lo que vino fue una catástrofe. No se sabe cuántos dueños de industrias las perdieron, dueños de tierras, dueños de centrales azucareros también perdieron sus propiedades y fueron adquiridas por otras empresas norteamericanas, o por alguno de nacionalidad cubana que tenía abundante dinero.

De modo que tras la danza de los millones vino la catástrofe.  Calculen ustedes cuántos sufrimientos significaría aquello para el pueblo que no tenía nada, ni tierra, aunque la población era mucho menor.

La situación del obrero azucarero, que era la más importante fuente de empleo del país era muy dura.  Serían quizás 200 000, 300 000 ó más, cuando se produce la catástrofe.

En esa década del 20 se fueron recuperando poco a poco los precios, la economía, etcétera, hasta que vino otra catástrofe, la de la crisis del año 1929, cuando se arruina la bolsa de valores de Nueva York. Esa catástrofe afectó a Estados Unidos, decenas de millones de desempleados, al mundo entero y, por supuesto, a nuestro país.

Esa crisis duró muchos años, y se hizo fuerte, sobre todo, a partir del año 1930, 1931, 1932, 1933.  El azúcar llegó a alcanzar el precio de un centavo, porque encima de la crisis internacional, Estados Unidos estableció un impuesto para el azúcar, y el precio que alcanzó fue de hasta un centavo.

Se podrían hacer estudios de esa época para comparar el valor o el poder adquisitivo de un centavo de dólar en los años treinta, sobre todo, 32, 33. Coincide con el gobierno de Machado, es la etapa del llamado machadato, situación extremadamente dura y difícil que surge, y las situaciones de extrema crisis favorecen, como es lógico, la lucha social, la rebeldía y los procesos revolucionarios.

Viene un gran proceso revolucionario en nuestro país, después de las Guerras de Independencia; fue el proceso que se inicia con aquella crisis, bajo un gobierno represivo, sangriento y, como por regla general, corrupto.

En esa época se hicieron algunas obras, el Capitolio; gracias a un préstamo norteamericano.  Después, en las cajitas de fósforos, durante un montón de años aparecía un impuesto, y en otros productos, que era para pagar aquellos préstamos.

Hubo una buena obra, la Carretera Central. Algunas otras obras que fueron útiles, pero el Capitolio creo que lo construyeron hasta una pulgada más grande.  Ese es el nivel de imitación que teníamos, pero fueron algunos de esos préstamos que se hicieron en una primera etapa de aquel gobierno, cuando no había llegado todavía la gran crisis de 1929.

Esa crisis se prolongó prácticamente hasta el año 1940, casi hasta el inicio de la segunda guerra; fue la época en que triunfa un estadista, Roosevelt, en Estados Unidos.  Roosevelt puede decirse que salva al capitalismo norteamericano, y lo salva inyectando dinero en la circulación y empezaron poco a poco a remontar la crisis.

Tales teorías aún los neoliberales más recalcitrantes se ven tentados a aplicarlas, y en ocasiones las aplican. 

Lo que sufrieron nuestros trabajadores y nuestro pueblo en general en aquellos años de crisis fue terrible, 20 años después no se olvidaba, en los años cincuenta, se hablaba todavía de los años aquellos del machadato; porque la gente identifica el machadato como los años de hambre, de gran miseria, que, en realidad, independientemente de las culpas de los gobiernos corrompidos, estaba en dependencia de la crisis económica mundial, una segunda etapa de crisis del azúcar. 

Pero vino una Segunda Guerra Mundial y otra vez se vuelve de nuevo Cuba el suministrador de azúcar, estaban los submarinos alemanes por todas partes, Estados Unidos en guerra en Europa y en el Pacífico, el suministro fundamental de azúcar lo recibían de Cuba. 

Los precios, para el valor que tenía aquella, eran razonablemente satisfactorios, una industria costeable, rentable, altamente rentable, porque se veía beneficiada por determinadas cuotas preferenciales que tenían un precio por encima del mercado mundial.  No recuerdo, pero, si valía cuatro centavos en el mercado mundial, allí eran seis centavos o siete, significaba ingresos importantes para el país.

Cuba tenía una cuota azucarera entre 3 y 4 millones, la lucha de Jesús Menéndez era precisamente para que hubiera una mejor distribución de aquellos precios preferenciales, de aquellas ganancias entre los trabajadores.

El gobierno constitucional que siguió al gobierno de Batista, antes de terminarse la Segunda Guerra Mundial, en 1944, fue el de un profesor de medicina, Grau San Martín. Al gobierno de Grau lo sustituye el gobierno de Prío, fue en los límites de los dos gobiernos que comenzaron los asesinatos de los líderes obreros. 

Aquella guerra había reafirmado una vez más que sin azúcar no hay país. 

¿Acaso sería la última?  No, faltaba un importante capítulo de la historia, el triunfo de la Revolución, y como quisieron estrangularnos nos fueron rebajando las cuotas azucareras hasta la supresión total, ¡y para obtener más respaldo de la OEA esa basura! una buena parte de nuestra cuota la repartieron entre los países latinoamericanos. 

La repartieron entre todos los países latinoamericanos que producían azúcar, e incluso, beneficiaron a algunos países asiáticos, a Filipinas, a otros, con el reparto de nuestra cuota que tenía precios preferenciales, y dejaron al país con su azúcar como principal fuente de trabajo y precios mundiales que estaban siempre por debajo de ese precio preferencial.

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