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ESPECIALES

Revoluciones de colores: ¿en crisis? (Primera Parte)

Desde  inicios del presente siglo  se desarrollan bajo nuevas
denominaciones y enmascaramientos, las mismas operaciones encubiertas
ejecutadas por EE.UU y su comunidad de inteligencia durante la “Guerra
Fría” contra la URSS, el campo socialista y los movimientos revolucionarios
en el mundo.

Ese nuevo encubrimiento en la época de pos modernidad,  nació  bajo el
nombre de “Revoluciones de colores” que aparecieron en los países de las
ex repúblicas soviéticas por inspiración de los servicios especiales
estadounidenses para  derrocar algunos de esos gobiernos indeseables a sus intereses geoestratégicos por sus relaciones cercanas a Rusia.

Esos procesos desestabilizadores, no obstante, tuvieron causas internas,
asociadas a prácticas autoritarias, corrupción, problemas económicos y
crisis de legitimidad,  en sentido general que fueron manipuladas por EE.UU y sus aliados.

En los últimos años la metodología de la “Revoluciones de colores” se
reproducen cada vez más, en las estrategias de los  “tanques pensantes” y
académicos del Pentágono y la CIA  que teorizan y repiten sus doctrinas,
una sobre otra,  bajo el concepto de “guerras híbridas”, ·”golpe suave”,
 “poder inteligente”  por la combinación del “poder suave” (subversión) y
el “poder duro”(guerras convencionales, irregulares y represión letal)
entre otros juegos de palabras, que se corresponden a métodos  practicados
por EE.UU y sus aliados en las tradicionales operaciones clandestinas.

La  subversión que siempre  se realiza desde la propaganda, la cultura,
religión, acción política y campañas sicológicas ahora aparece renombrada
como “poder suave” aunque se moderniza  con  la  manipulación de la
conciencia social con el uso de las nuevas tecnologías de la información y
las comunicaciones (TIC).

Los  algoritmos matemáticos para estudiar y ganar segmentos enteros de la
sociedad moderna en el mundo virtual de las redes sociales tienen
consecuencias muy reales para derrocar gobiernos, cambiar intenciones de
votos, manipular resultados de elecciones y  convertir en héroes a villanos
e inversamente, en una progresión de posibilidades que parece no tener
límites.

Y si todo no resulta, el “poder duro” o la aplicación de la violencia en
sus múltiples variantes militares o de  represión, estará lista para pasar
de advertencia disuasiva a la práctica contra el adversario que deberá
optar por someterse o perecer. Así de simple se resume  la publicitada
estrategia de hegemonía del imperio estadounidense y sus aliados sobre el
nuevo orden mundial surgido después de la caída del Muro de Berlín.

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