¿Injerencia de racimo en el «traspatio»?
Pareciera que un nuevo Plan Cóndor estuviera en plena implementación por estos días entre burócratas y ejecutivos del Consejo Nacional de Seguridad, la Agencia Central de Inteligencia, el Departamento de Estado, el Pentágono y su Comando Sur.
Venezuela, Bolivia, Colombia, Honduras, Nicaragua, México y Cuba son quizá los blancos más evidentes de planes, ataques, campañas, amenazas de intervenciones militares, acciones desestabilizadoras con empleo de narcotraficantes u otros delincuentes, maniobras jurídicas, paquetes de sanciones o de golpes de Estado.
Todo el arsenal de la Comunidad de Inteligencia al servicio del intervencionismo y el hegemonismo del Gobierno de Estados Unidos, ávido de las riquezas de la región, y muy preocupado y enemigo del mundo multipolar que se vislumbra hoy, y que siempre ha combatido.
Son los países a los que no han podido someter, en una larga lista de adversarios de la que no escapa nadie.
Ahí están los casos recientes de Perú y Ecuador, víctimas de operaciones especiales de las agencias y ongs estadounidenses, y de sus embajadas en Lima y en Quito, con apoyo de las oligarquías y medios subversivos locales y el eco internacional de la aliada Unión Europea, cada vez más dependiente de los dictados de la otan, manipulada por EE. UU.
La Casa Blanca despliega una andanada de injerencismo masivo o de racimo, ocupando aceleradamente plazas geoestratégicas de América Latina y el Caribe, que devela sus verdaderas pretensiones detrás de sus políticas en las relaciones bilaterales con cada uno de los países mencionados, y sus apetencias históricas de que América sea para los norteamericanos. La Doctrina Monroe al desnudo.
Una vez retomadas las riendas en Perú, trascendieron informes sobre un centro de operaciones yanqui especialmente concebido en los planes contra Bolivia, y la existencia de una base militar secreta de guerra biológica, Namru 6, que utiliza y estudia gérmenes asociados al dengue, enfermedad que prolifera en la región.
En Ecuador, la cia plantó su sede regional, un centro de operaciones contra Venezuela, que incluye la preparación de mercenarios y bases militares secretas del Pentágono que permiten una presencia permanente del Comando Sur, para sus acciones injerencistas.
No dejan de tener en cuenta, en el «nuevo» diseño o rediseño, el papel que le deparan los halcones a la inesperada aliada Argentina, sede de bases militares secretas, tras insistentes visitas de altos oficiales del Comando Sur, con encendidos discursos contra China, Rusia y la «expansión» del comunismo en la región. Pero también la cia, la Usaid y otros engendros están en Buenos Aires, campeando como en los tiempos de las otras dictaduras, entrenando agentes y mercenarios para la subversión interna y contra los países en el colimador del amo.
Como antaño, también Washington activa sus posiciones en la estratégica Panamá, como base operacional de la cia y del Comando Sur para el control de Centroamérica, con máxima prioridad contra Nicaragua y Honduras. No son tan nuevas las informaciones de la existencia allí de centros de preparación secretos de fuerzas especiales o para el espionaje y control de flujos migratorios, de navegación y tráfico aéreo.
Al mismo tiempo, la entreguista Organización de Estados Americanos sigue siendo el instrumento de influencia, coacción y chantaje, con sede en Washington y un Secretario General anexionista, presto para cuanta maniobra o proyecto destructivo genere la Casa Blanca contra Nuestra América y los esfuerzos integracionista regionales, sin el dominio de Washington.
La zona de paz y la voluntad de integración que proclamaron soberanamente los países miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) están seriamente amenazadas por la prepotencia imperial y su política belicista, desafiantes de la independencia de nuestros países, de su estabilidad, del derecho al desarrollo y a la seguridad regional e internacional.
Junto con las tendencias fascistas que proliferan en Estados Unidos y sus siempre aliados de Europa, que procuran asumir el poder, crecen los esfuerzos de quienes manejan las riendas de la hegemonía yanqui por convertir en realidad su histórica pesadilla de apoderarse de la región, y se lanzan sin escrúpulos, «con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América», como alertó nuestro Héroe Nacional José Martí, poco antes de caer en combate por la independencia de Cuba, en 1895.
Tomado de Granma.