El peligro de la cubanidad castrada (I)

Deja huella emocional el capítulo de noche del sábado, de la serie En silencio ha tenido que ser, escuchar las palabras de inicio con el texto de la carta inconclusa de José Martí a su amigo Manuel Mercado, en vísperas de su caída en combate enciende el alma de cualquier patriota, se desata mi pensar, fluyen ideas y escribo.
Me remito a una reciente publicación del amigo, reafirmo mi coincidencia con su apreciación sobre la imagen Patético.
Siempre he pensado que lo que exhibimos al exterior es el reflejo de lo que llevamos en nuestro interior, la imagen muestra un sentimiento de cubanidad «castrado», recuerdo haber leído, interesante análisis realizado por Fernando Ortiz, en su trabajo Los factores humanos de la cubanidad que, por demás, recomiendo, allí el estudioso del tema, expone:
Hay cubanos”, que “no quieren ser cubanos y hasta se avergüenzan y reniegan de serlo”. En ellos, “la cubanidad carece de plenitud, está castrada”.
Al respecto, amplia:
«No basta para la cubanidad tener en Cuba la cuna, la nación, la vida y el porte; aún falta tener la conciencia».
«La cubanidad plena no consiste meramente en ser cubano por cualquiera de las contingencias ambientales que han rodeado la personalidad individual y le han forjado sus condiciones; son precisas también la conciencia de ser cubano y la voluntad de quererlo ser».
«Acaso convendría inventar o introducir en nuestro lenguaje una palabra original que sin precedentes roces impuros pudiera expresar esa plenitud de identificación consciente y ética con lo cubano».
» Pienso que para nosotros los cubanos nos habría de convenir la distinción de la cubanidad, condición genérica de cubano, y la cubanía, cubanidad plena, sentida, consciente y deseada; cubanidad responsable, cubanidad con las tres virtudes, dichas teologales, de fe, esperanza y amor».
Hace unos días con mis estudiantes, en la universidad, debatimos en disciplina curricular del plan de estudios sobre el tema, para mí agrado aprecio en ellos vehemencia y apasionamiento por su Patria, orgullo de sentirse cubanos, el debate, aún no se ha agotado, lo retomaremos en el próximo período.
La nación cubana, en su andar, ha recorrido un interesante, largo y complicado proceso de búsquedas en la formación del sentimiento de nacionalidad y cultura propiamente cubana, marcado por sus componentes étnicos y culturales, en heroica resistencia frente a la metrópoli española y legítima aspiración por alcanzar la independencia de Cuba.
Imposible desestimar las públicas, peligrosas ambiciones expansionistas y actuar de los Estados Unidos, que pacientemente esperaba la añorada “fruta madura”, destinada a caer por gravitación bajo su posesión e influencia. Todas estas variables de modo muy particular delinearon el nacimiento y los primeros pasos de la identidad cubana.
El Norte revuelto y brutal, pendiente de la evolución de la Mayor de las Antillas jamás ocultó su aspiración. José Martí, quién vivió 15 años en las entrañas del monstruo al acecho, en recurrente carta-testamento, que empezó a escribir el 18 de mayo de 1895, resalta en confidencia a su amigo Manuel Mercado tales propósitos.
La creación del Partido Revolucionario Cubano, organización y desarrollo de la contienda de 1895, la Guerra Necesaria, tiene como objetivo contener al imperio norteño en sus apetitos expansivos, con la plena independencia de Cuba, y así salvar a la «América nuestra» y «al mundo» del peligro del gigante de las siete leguas, que en su avance iba engullendo pueblos con su desmesurado y bárbaro poder.