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ESPECIALES

Como siempre ocurre en USA

Por estos días los medios han estado muy ocupados en reseñar y analizar lo que podía ocurrir con el techo de la deuda de EE.UU. y las posibles implicaciones de la no aprobación de su elevación, para la economía de ese país y la repercusión que en la internacional pudiera traer una situación de ese tipo, así como su impacto en la política mundial.

En este contexto se escribieron cientos de artículos, fueron consultados innumerables expertos, se pronunciaron no pocos políticos. Se creó una imagen de un posible apocalipsis mundial, sí, el imperio se declaraba en default.  

Para incrementar el suspenso y propiciar el regodeo de los medios, Biden y el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, no se ponían de acuerdo sobre el cómo solucionar el problema.

Mientras la fecha para el default se acercaba, la prensa trataba de crear una trama al estilo de las películas de Alfred Hitchcock. Pero este último solía sorprender al público con los finales de sus filmes, algo que por mucho que se esfuercen los medios hegemónicos y quienes les hacen el juego, no pueden lograr, porque en USA cuando de los intereses del establishment se trata, todo el mundo sabe que, nada pasará que los pueda afectar.

Por eso como era de esperar, ya fue aprobado el proyecto de ley del techo de la deuda por la Cámara de Representantes y por el Senado y ahora pasará a la firma del presidente Biden que, está desesperado por rubricarlo.

Increíblemente en el pequeño lapso de tiempo que medió entre la aprobación de dicho proyecto por un órgano y otro del legislativo estadunidense, la gran prensa de ese país insistió en crear expectativas sobre lo que pudiera suceder con el mismo. Todo como parte del show mediático para mantener el tema en la cresta del interés del público, nada más.

En USA aplica el refrán, “mucho ruido, pocas nueces”, lo único malo, pudiéramos decirlo así, es que, esos “ruidos” sirven para encubrir espurios intereses o para desviar la atención de la opinión pública de cuestiones que no les conviene.

Recordemos el escándalo Clinton-Lewinsky que “curiosamente” destaparon coincidiendo con la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba en enero de 1998 lo que hizo que el interés se centrará en lo ocurrido en la Casablanca, restándole de esa manera realce mediático y connotación a la presencia del Santo Pontífice en la isla.

Es conocido que, después de un juicio político que más que eso, fue un chisme de adulterio contado con lujo de detalles en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, el presidente Clinton fue exonerado de todos los cargos por el Senado.​ Una puesta en escena con un final al más depurado estilo hollywoodense, pero ya habían logrado sus objetivos.

Hace relativamente poco vimos el espaviento que armaron con los documentos secretos encontrados en la residencia de Trump de Mar-a-Lago, acusaciones, citas a declarar al magnate, multas, los medios con su habitual festín de especulaciones, filtraciones, en fin, el mar.

Lo que pasó se sabe, NADA, porque a quienes promovieron estas acciones contra el expresidente del imperio, no los animaba ningún principio ético o sentimiento patriótico, sino el deseo de restarle influencia y posibilidades de relección a un orate que en muchos aspectos se les ha ido de control.

Desde el principio sabían que no lo podían meter preso, pero su objetivo era otro y ya parecen estar satisfechos porque los decibeles sobre el asunto han bajado. Aunque en honor a la verdad no deberían estar contentos, pues Trump y sus partidarios no parecen estar muy afectados.

Volviendo al famoso techo de la deuda hay que decir que, esta no es la primera batalla que se da por elevarlo. Con la Administración Obama en los años 2011 y 2013 pasó algo similar. Como siempre se pusieron de acuerdo y no cayeron default.

Desde que lo crearon lo han elevado cada vez que les ha sido necesario hacerlo, sin que nada ocurra, por ejemplo, durante la presidencia de Trump (2017-2021), el Congreso aumentó el techo de deuda tres veces y, en agosto de 2019, se llegó a un acuerdo para suspenderlo durante dos años.

Solo en casos puntuales como los mencionados en que, se ha formado el forcejeo entre los dos partidos que dominan el funcionamiento del establishment, los cuales han tratado de aprovechar a su favor determinadas condiciones internas o debilidades de sus contrarios para obtener ganancias políticas o de otro carácter. El resto de las veces en su gran mayoría la elevación del techo de la deuda ha sido un mero trámite procesal.

La historia de estos shows mediáticos y sus resultados nos dice que, alarmarse por ellos es ser ingenuos. No dejemos que USA nos USE.

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