Recientemente se celebró el evento CiberSociedad 2019, auspiciado por la Unión de Informáticos de Cuba (UIC) con el tema: “Habilitando la transformación digital”. De manera general, se trataron temas relacionados con la informatización de la sociedad, el gobierno electrónico y el avance necesario de la infraestructura tecnológica del país. Pero sobre todo, se abordó a la transformación digital como un fenómeno cultural, que implica, además de desarrollo técnico, una progresiva modulación de la mentalidad de directivos, trabajadores y ciudadanos en sentido amplio.

La transformación digital se entiende como parte de la 4ta Revolución Industrial (algunos, incluso, las identifican como un solo proceso).

La primera Revolución Industrial se desarrolló entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, con la invención de la máquina de vapor y la aplicación de las tecnologías en las formas de trabajo[1]; la segunda con la aparición del ferrocarril y la explosión demográfica entre 1850 y hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial; y la tercera Revolución Industrial, también conocida como revolución tecnológica y científica, que es consecuencia directa del desarrollo de las TIC[2].

La transformación digital, en cambio, se sostiene sobre la modernización y desarrollo de sistemas ciberfísicos, es decir, la interacción entre el mundo virtual y el mundo real. Temas que parecieran de ciencia ficción, como la robótica colaborativa o la inteligencia artificial son columnas de este proceso que viene a resultar otro gran salto cualitativo en el desarrollo humano.

Tecnologías habilitantes

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Tecnologías como la 5G permitirán que se pase de las “casas inteligentes” a realidades mucho más ambiciosas, como las “ciudades inteligentes” Foto: ACN

La transformación digital precisa de tecnologías habilitantes, que le sirvan de sostén técnico.

Big Data (o macrodatos)

Un sistema complejo de datos que se caracteriza por cuatro variables fundamentales: volumen, velocidad, variedad y veracidad. Su análisis permite obtener ideas que conduzcan a mejores decisiones y movimientos de negocios estratégicos, pero también es susceptible de ser utilizado para la manipulación de la opinión pública con fines electorales o de otro tipo.

IA (Inteligencia Artificial)

Principalmente en cuanto a sistemas de recomendaciones (sistema inteligente que proporciona a los usuarios una serie de sugerencias personalizadas sobre un determinado tipo de elementos) y robot conversacionales (Chat Bots, programa que simula mantener una conversación con una persona al proveer respuestas automáticas a entradas hechas por el usuario).

Tecnología de cadena de bloques (o Blockchain)

Existe una caracterización muy simpática que define al Blockchain como “todo lo que no sabes de dinero + todo lo que no sabes de computación”, pero en sentido general implica una cadena encriptada donde cada bloque tiene un lugar específico e inamovible, almacenada una copia exacta de la cadena en todos los participantes de la red.

Como un ADN matemático, las cadenas de bloques brindan seguridad y anonimato, son indelebles y descentralizadas (es un registro contable que no precisa de intermediarios), y por ello inspiran cada vez más confianza en las personas.

La Realidad virtual y aumentada

La primera, condición de la segunda, implica la generación de un entorno mediante tecnología informática, que crea en el usuario la sensación de estar inmerso en él. La realidad aumentada, en cambio, supone la yuxtaposición de elementos virtuales sobre nuestra visión de la realidad. Las tecnologías de sensores, smart-glass (espejuelos o gafas inteligentes) y hasta los implantes tendrán un impacto inconmensurable en la vida de las personas.

Internet de las cosas (o IoT, Internet of Things)

Se refiere a la conexión de objetos que utilizamos todos los días, sin limitarse a computadoras y celulares. Electrodomésticos, automóviles, hasta cestos de basura: básicamente cualquier artículo de uso diario podrá conectarse a una red. Tecnologías como la 5G permitirán que se pase de las “casas inteligentes” a realidades mucho más ambiciosas, como las “ciudades inteligentes”, en las que existirán un sinnúmero de redes interconectando un sinnúmero de elementos de la sociedad real. Una interconexión total entre lo virtual y lo físico.

Otras variables tecnológicas a tener en cuenta son el empleo de gemelos digitales, la impresión 3D y el uso de drones.

La transformación digital implica el auge de tecnologías disruptivas, sobre todo en el ámbito de la colaboración humanos-máquinas. Este escenario plantea dos directrices fundamentales e irreconciliablemente antagónicas: el desempleo masivo a causa de la sustitución de la fuerza de trabajo humana por máquinas automatizadas e inteligentes[3]; o la paulatina disminución de la jornada laboral y la aplicación de políticas públicas para el aseguramiento de condiciones de vida dignas a todas las personas.

Por supuesto, lo último no depende exclusivamente de la tecnología en sí. Implica, quizás, la dicotomía entre dos formas de asumir la realidad socioeconómica del planeta que habitamos: o se prioriza la eficacia productiva y los márgenes de ganancia, o se apuesta por el bienestar general y la redistribución equitativa del superávit que promueva el desarrollo tecnológico.

Sí, es normal que piense ahora en socialismo v.s capitalismo.

¿Gobierno digital en Cuba?

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Buscar que el ciudadano sea objeto y sujeto de estos procesos gubernativos, que se coloque en su centro, que la transformación digital aumente su participación y su conciencia cívica. Foto: Internet

La transformación digital también impacta en el gobierno y la administración pública. Se intenta pasar de un gobierno electrónico (que cuenta con presencia en redes sociales y portales web) que se limita a la interacción con sus ciudadanos, a un gobierno “inteligente” que aproveche todos los avances en materia tecnológica, y así se coadyuve a la transacción y transformación de la realidad vía digital.

En ese sentido, dos variables fundamentales para el “gobierno digital” (que engloba el proceso de evolución desde el gobierno electrónico al inteligente) son la predictibilidad y el carácter proactivo que deben asumir los funcionarios.

No basta con detectar problemáticas e implementar soluciones, sino llevar adelante programas que reinventen el statu quo y mejoren las condiciones vida a nivel social.

Para la efectividad del gobierno electrónico (estadio en el que comenzamos a incursionar en Cuba) se precisa de capacitación a los funcionarios, portales actualizados, contenidos de calidad, informatización de servicios y registros públicos, y una mayor actividad en la esfera de la comunicación social.

Los procesos institucionales se deben moderniza y no permitir que el ciudadano funja como “mensajero del Estado”, corriendo de un local a otro en busca de un papel o un permiso. La automatización, celeridad y simplificación de estos procedimientos serán el antídoto digital para el agobiante burocratismo que aún lastra a la institucionalidad cubana.

Pero no es suficiente con que se aliviane la carga de trámites. Se debe cuidar también no informatizar procedimientos obsoletos, que las fallas de la burocracia analógica no contaminen al gobierno digital. Se debe ir incluso más allá, y buscar que el ciudadano sea objeto y sujeto de estos procesos gubernativos, que se coloque en su centro, que la transformación digital aumente su participación y su conciencia cívica.

En Cuba todavía no se cuenta con las condiciones objetivas y subjetivas para avanzar más allá de lo que se entiende como gobierno electrónico, pero la implementación escalonada y simultánea de distintos mecanismos, políticas e instrumentos que fomenten una cultura y un proceder apegados a la modernización imperante, posibilitarán que, poco a poco, se pueda ir adentrando nuestro país en las dinámicas sociopolíticas de ese futuro cada vez más cercano.

Cuba: retos y fortalezas

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El desfase en el desarrollo industrial de Cuba no debe verse como un obstáculo sino como una oportunidad de acelerar, con el desarrollo de la transformación digital, los procesos industriales y ponernos al nivel de lo más avanzado en el mundo. Foto: Cubahora

Los retos de la transformación digital en Cuba son muchos.

El ranking de 2018 de la UIT[4] colocaba a Cuba en el penúltimo lugar de América Latina. Ello se debe a que, pese a la política nacional de informatización de la sociedad, persiste aún un bajo nivel de soluciones informáticas en la economía, la industria y la administración pública. Se brindan escasos servicios a la población basados en las TIC y no podemos hablar de que se haya aumentado el nivel de “info-alfabetización”.

Esos indicadores negativos son resultado de una falta de cultura digital y de una resistencia al cambio que pervive en la mentalidad de muchos decisores políticos de rango medio o superior. Existe el suficiente talento y capital humano para que, con garantías de seguridad y privacidad, Cuba se adentre por completo en la 4ta Revolución Industrial.

Claro que, además de las cuestiones subjetivas, existe hoy un éxodo considerable de fuerza de trabajo altamente calificada hacia destinos foráneos.

Hoy, en Cuba, no existen las condiciones para que un ingeniero o un técnico informático alcance altas cuotas de motivación y realización personal, ya sea en el sector estatal o en el incipiente sector privado, el que adolece de una regulación acabada sobre las pequeñas y medianas empresas. Estas PyME son fundamentales para los encadenamientos productivos que tributen al desarrollo humano y tecnológico que precisa el país.

El desfase en el desarrollo industrial de Cuba no debe verse como un obstáculo sino como una oportunidad de acelerar, con el desarrollo de la transformación digital, los procesos industriales y ponernos al nivel de lo más avanzado en el mundo. Tenemos un conjunto de universidades que en materia tecnológica gradúan miles de especialista de primer nivel.

Si hallamos los resortes para que ese capital humano decida permanecer en el país tendremos el factor más importante para conseguir los objetivos propuestos.

CiberSociedad y otros eventos y foros de esta índole, nos llaman a la reflexión sobre lo que podemos hacer, desde cada uno de nuestros lugares de estudio y trabajo, para habilitar esa transformación digital que precisa el país. No solo desde el punto de vista económico, sino como un proceso cultural que impacta en lo social, lo político, lo jurídico, etc.

Actuar en función de estas metas, prepararse y adquirir conocimientos, es hoy la mejor manera de pensar como país.


[1] Trajo como consecuencia indirecta la creación de una clase social que se llegó a denominar “proletariado”, y la semilla de ideologías políticas como el socialismo y el comunismo científico.

[2] Tecnologías de la información y las comunicaciones

[3] El aprendizaje por reforzamiento sin programación implicaría, paradójicamente, que incluso los programadores (entre los principales artífices de la transformación digital) podrían quedar sin empleo. Para el 2025, la proporción de trabajo humano-robot será de un 48-52%. Estudios indican que incluso lo que hoy se considera creación artística será suplantada por inteligencia artificial.

[4] La UIT es el organismo especializado de las Naciones Unidas para las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Cada año hace público su informe de referencia Medición de la Sociedad de la Información, incluye el ranking del Índice de Desarrollo de las TIC.

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