Estados Unidos y la “asfixia energética” de Cuba

El cese del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, exigido por vigésimo octavo año consecutivo en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas[1] reafirma la libertad de comercio y navegación ante un bloqueo anacrónico instaurado por Kennedy en 1962. El bloqueo ha supuesto para la Isla unas pérdidas directas e indirectas estimadas en 110.000 millones según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y cerca del Billón, según el Gobierno cubano.
¿Busca EE.UU. la “asfixia energética” de la Isla?
Donald Trump habría adoptado como leit motiv de su Presidencia eliminar todo vestigio del legado obamaniano. Así, tras el intento de finiquitar el Obamacare, el anuncio de revisión del Tratado NAFTA y la retirada de EEUU del Acuerdo de París contra el Cambio Climático, el siguiente paso será intentar deshacer los avances diplomáticos y comerciales alcanzados con Cuba bajo el mandato de Barack Obama.
Los cambios propuestos por la administración Trump tienen como intención aumentar las regulaciones y la supervisión para dificultar a las empresas estadounidenses rubricar acuerdos con Cuba, así como para que los estadounidenses continúen viajando al país. Son fruto de la extenuante presión de los destacados representantes cubano-americanos Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, ambos republicanos.
La renovación automática por parte de EEUU por un año más del embargo comercial a la isla atentaría contra el vigente sistema financiero y político internacional. Podría suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 70.000 millones de dólares, abocando al régimen cubano a la asfixia económica. Es “perentorio” el final de un bloqueo que dura ya 57 años y que corre el riesgo de convertirse en endémico, con los perniciosos efectos colaterales que ello podría conllevar y que se verá agudizado con la actual ofensiva de EEUU para finiquitar a Petrocaribe.[2]
La nueva estrategia de EEUU sería estrechar lazos comerciales y militares con los países de Petrocaribe ante el peligro de contagio mimético de los ideales revolucionarios chavistas, al depender en exclusiva de Petrocaribe para su abastecimiento energético.
Mike Pence anunció la implementación de nuevas medidas contra dos compañías que transportan el crudo venezolano hasta Cuba, así como contra los 34 buques que utiliza PDVSA. El objetivo confeso es provocar la “asfixia energética de Cuba” mediante la amputación del cordón umbilical que unen Venezuela y Cuba, pues en la actualidad tan sólo Cuba estaría recibiendo cerca de 30.000 barriles diarios del crudo venezolano que pagaría mediante servicios médicos y asesores de inteligencia.[3]
¿Será Rusia el salvavidas de Cuba?
La retirada de EE.UU. del Tratado de Reducción de Armas de Medio y Corto Alcance (INF) firmado por Reagan y Gorbachov, implicará la implementación de la quinta fase del despliegue del escudo antimisiles en Europa (Euro DAM). En realidad, se trata de un escudo anti-misil global en el que los misiles interceptores emplazados en plataformas móviles pueden abatir blancos en un espacio. Siguiendo la dinámica de la Guerra Fría (acción-reacción), Putin ha empezado a mover las piezas para situarlas estratégicamente en el llamado “patio trasero” de EEUU.
Rusia estaría negociando instalar sus bases militares con Cuba, Venezuela y Nicaragua con el objetivo inequívoco de ampliar el radio militar ruso, según lo expuesto a la agencia de noticias rusa Sputnik por el Jefe del Comité de Defensa de la Cámara Alta del Parlamento Ruso, Victor Bóndarev: “el establecimiento de una base militar rusa en Cuba en un contexto de aumento de las agresiones de EEUU, respondería a los intereses de seguridad Nacional”.
La Cámara baja del Parlamento ruso instó a la Asamblea General de la ONU a reclamar a Estados Unidos que ponga fin al bloqueo económico de más de medio siglo contra Cuba. Moscú es actualmente el noveno socio comercial de la Habana con intercambios valorados en 224 millones de dólares en 2011 y como prólogo a su visita, la Duma rusa habría ratificado la condonación de la deuda de Cuba con la URSS estimada en 35.200 millones $ y el resto (3.520 millones $ será abonado por Cuba en diez años y reinvertido por Rusia en la economía cubana.
Dado que EE.UU. mantendrá intacto el anacrónico embargo
sobre la Isla, es inevitable que surja en la Habana el desapego afectivo
respecto a EEUU, vacío que será aprovechado por el hábil estratega geopolítico
Putin para firmar un nuevo tratado de colaboración militar ruso-cubana (rememorando
el Pacto Secreto firmado en 1960 en Moscú entre Raúl Castro y Jruschov) cuyo
primer hito según anunció Putin, será “el despliegue en Cuba antes de abril del
2.019 de un complejo móvil para la recepción de datos de satélites rusos”, no
siendo descartable la posterior instalación de una base de Radares en la
abandonada base militar de Lourdes para escuchar cómodamente los susurros de
Washington.
[1] La última resolución presentada fue aprobada de forma abrumadora por 187 votos a favor, 3 en contra (EE.UU., Israel y Brasil) y 2 abstenciones.
[2] Petrocaribe fue creado en 2005 por iniciativa de Chávez con el objetivo de suministrar combustibles a los países miembros en condiciones ventajosas de pago, como créditos blandos y bajas tasas de interés y estaba integrado por 18 países (incluidos Honduras, Guatemala, Cuba, Nicaragua, República Dominicana, Haití, Belice y una decena de islas del Caribe). En sus comienzos, Venezuela exportaba 100.000 barriles diarios a los países del bloque que generaban una factura de 4.000 millones de dólares, de la cual una parte se pagaba en «efectivo» y el resto estaba subsidiado.
[3] Siguiendo la teoría del “palo y la zanahoria“ expuesta por Sherman Kent en su libro “Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana” (1949). En dicho libro, Kent afirma que “la guerra no siempre es convencional: en efecto, una gran parte de la guerra, de las remotas y las más próximas, ha sido siempre realizada con armas no convencionales: […] armas […] políticas y económicas. La clase de guerra en que se emplean […] (son la) guerra política y la guerra económica.”