Me quedo con esta gente, con estos jóvenes, con estas cubanas y cubanos de todas las edades, que en el día, la noche o madrugada permanecen como ángeles empecinados dando luz, las variadas, imprescindibles formas de la luz.
Me quedo con quienes ya están o se alistan para ofrecer esas luces todas a Pinar del Río, donde las heridas llevan más tiempo y más entrega para sanar.
Me quedo con los optimistas, con los que ya ven árboles florecidos, aunque el que tienen delante de sus ojos aún muestre sus raíces al aire.
Me quedo con la gente humilde, que sin quejarse y sin desmayar traga las lágrimas ante el desastre y echa a andar y levanta y construye, porque sufre sus pérdidas y las de todos los demás.
Un día algunos mirarán atrás y serán mirados con desprecio: los que cobraron por lo que debió ser ayuda, los que piden todo sin aportar nada, los indiferentes, los que obstaculizan, los que agreden la mano amiga, los de brazos cruzados, los de corazón gris.
Me quedo con la Cuba que no conoce el descanso ni la palabra derrota. Esa Cuba me hace quien soy. Nos hace. Gracias por ello, valientes.
Tomado del Facebook de Teresa Melo
