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ESPECIALES

Nuestros propios errores

Qué difícil llevar sobre los hombros la carga de todo un país. Qué compromiso tener que buscar solución para cada escollo, cada problema. Y qué compromiso tener que asumir la responsabilidad por cada uno de nuestros errores.

Admiro a nuestro presidente, debo decirlo. Me he encontrado detractores y descontentos. «Confundidos», como suele decirse por ahí. He librado con ellos batallas verbales, ganado miradas incómodas. Estamos en tiempos difíciles. No todos quieren comprenderlo. Es más fácil culpar a un hombre. El ser humano es propenso a buscar a quién endilgarle la culpa, sin siquiera pensar en las soluciones.

Como ustedes, soy una cubana de a pie. Escribo estas líneas en una guagua abarrotada, que tuve que esperar por largo tiempo. He pagado precios altos en los negocios particulares, por la imperiosa necesidad de llevar comida a la mesa de la familia. No estoy ajena a la situación, ni vivo en Marte. Pero confío, y pido un voto de confianza para aquellos que hacen hasta lo imposible por arreglarlo todo, de los cuales desconocemos los laberintos tan complejos que sortean para algo tan sencillo como llevar los mandados a nuestras bodegas todos los meses.

Pero ¿acaso todas las culpas, todas las responsabilidades, son de ellos? Si el bodeguero llega tarde o el transporte se salta las paradas, ¿por qué el nombre del presidente es el que viene a la mente?

Carguemos con responsabilidad el peso de nuestros propios errores, de no saber cuidar el barrio en que vivimos, tratar con indolencia al vecino, tirar basura en la calle. Asumamos la responsabilidad también nosotros, todos nosotros, que muchas veces nos desentendemos del bien colectivo, cuando cerramos los ojos ante la injusticia.

Y tú, ¿qué haces por Cuba? Miro a Díaz-Canel y veo a un hombre sacrificado, que ha recorrido medio mundo llevando en alto el nombre de nuestro país, buscando nexos comerciales, sorteando el bloqueo para poder mantener la nación en movimiento. Tras él hay muchas otras manos ajetreadas, poniendo su granito de arena para mantenernos a flote.

Actuemos desde una mirada crítica, que también impulsa el desarrollo, pero cuidando no hacerles el juego a los fines destructivos del enemigo. Quedémonos del lado de los que aman y fundan, los que no se confunden, como decía un colega del Noticiero Nacional de Televisión.

Los convido a la reflexión individual, a buscar en el actuar individual la primera respuesta. En la base también se teje el desarrollo, en los Consejos Populares y el desarrollo local. Las condiciones están creadas. Trabajemos de conjunto para construir un futuro mejor para todos, entendiendo las provocaciones del enemigo como lo que son: un juego macabro para subvertir lo bueno que ha dejado la Revolución en cada uno de nuestros corazones.

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