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ESPECIALES

Una cosa es discrepar y otra es rechazar

Nos separan apenas horas del referendo popular sobre el nuevo Código de las Familias de Cuba, tiempo suficiente para ser capaces de decidir, por uno mismo, de forma consciente, por el sí o no.

Cuando usted analiza los argumentos de quienes rechazan el documento y convocan a los demás ciudadanos a hacer lo mismo, se percata fácilmente de cuatro rasgos esenciales:

  • Los planteamientos más hipercríticos provienen de personas a las cuales para nada les interesa o preocupa el bienestar del pueblo cubano. Muchos viven muy lejos de aquí. En sus publicaciones promueven el odio y hasta el terror. De esta forma, una convocatoria hecha por este tipo de personajes, para nada puede ser creíble, ni sincera.
  • Atacan aspectos específicos del nuevo Código de las Familias con los que difieren, pero sus argumentos no son sólidos ni serios, sino, por lo general, contradictorios. Nunca han defendido posiciones verdaderamente patrióticas, quienes convocan abiertamente desde la fe a votar contra del Código, negando las libertades y derechos que otorga el documento que se someterá a referendo, guiados por los preceptos de igualdad y fraternidad entre todos los seres humanos.
  • Tratan de confundir el desacuerdo o las discrepancias con el rechazo absoluto al documento. Un Código tan extenso, diverso y novedoso claro que puede provocar dudas e incluso discrepancias, a pesar de la amplia labor divulgativa. Pero un documento fruto de la inteligencia colectiva, democrático, inclusivo y participativo merece toda nuestra confianza y respeto. Negarlo de forma integral, promover una campaña mediática de odio y rechazo, no sólo es indigno y antipatriótico, sino que va en contra de preceptos legales que legitiman la familia cubana contemporánea y le otorgan más derechos.
  • Sobresale entre los objetivos de los odiadores dividirnos y enfrentarnos, algo realmente infantil e inocente, porque caer en esa trampa es de bobos. Si usted con un vecino tiene determinadas diferencias, pero son mayoría las cosas positivas que los unen, entonces debemos potenciar lo positivo, para que lo negativo se minimice, hasta eliminarse por su propio peso.

Nuestros enemigos y sus lacayos lo único conocen de nuestra historia es que donde existió desunión, ahí están las derrotas. En cambio, la unidad nos ha permitido enfrentar todas las dificultades. ¡Unidos somos invencibles!

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