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No al fascismo. La ingenuidad cuesta mucho

Creo que no debemos perder tiempo en lo obvio. El fascismos es una ideología rechazada por irracional y sangrienta.

Quienes lo vivieron ni por asomo quieren repetir la experiencia de exterminio que significó. Que trascienda hasta estos días —como producto cultural convenientemente manejado para quienes quieren mantener latente el miedo que representó para Europa, océanos y mares circundantes— no quiere decir que se pasee en flamante traje y sea premiada “su vigencia” en una institución cultural cubana, principal responsable del error.

Se venía previendo que se repitiera lo del año pasado, cuando alguien trajeado de KKK se posicionara en una esquina citadina.

Y se desatara el demonio en redes sociales.

En el contexto cultural de una nación como Cuba, donde el fascismo es condenado a nivel constitucional, asumir posturas que potencien el premio y reconocimiento al flagelo puede tener diversas implicaciones:

En primer término, significa una contradicción con los valores y principios culturales: Cuba, al igual que muchos otros países, tiene una identidad cultural y una historia marcadas por el rechazo al fascismo y la defensa de los valores de justicia, igualdad y derechos humanos. Promover o premiar al fascismo sería contradictorio con estos valores arraigados en la cultura cubana.

Significa también la pérdida de legitimidad y credibilidad para los involucrados en la promoción cultural. En un contexto donde existe un rechazo generalizado al fascismo, estas actitudes son percibidas como una afrenta a los valores y principios culturales de la sociedad cubana. Amén de la asunción de otra peligrosa ideología, la famosa y posicionada “jacuna matata”, promovida en su tiempo a través del filme de Hollywood “El Rey León”.

Estos jóvenes crecieron influenciados por las peripecias de Pumba y Timón, una buena siembra de “nada me importa”, siempre deja una buena cosecha de desmovilización ideológica y política.

Como pensar es un esfuerzo y da pereza, pues lo mejor es divertirse a como dé lugar.

Genera, además, un impacto negativo en la cohesión social: El fomento del fascismo reconocido a través de premios o reconocimientos podría generar división y tensiones en la sociedad cubana. Al promover una ideología que está en oposición a los principios fundamentales de igualdad y derechos humanos, se corre el riesgo de fracturar la cohesión y fomentar el conflicto entre diferentes grupos e individuos.

Ahí está el experimento y el resultado: el hecho del KKK hace un año y ahora el soldado fascista que ingenuamente aparece en uno de los ecosistemas culturales más activos, embebido dentro de la interesante tendencia cultural de “los hombres de negro”, asociados a la cultura del Rock.

Nada, que aquello que parece una fiesta de jóvenes con necesidad de expresarse culturalmente pudiera ser entendido como un agravio —y así lo han reseñado los medios alternativos de la alternativa política a la que nos quieren lanzar.

Ya aparecen quienes reclaman el espacio de libertad individual de los chicos, el derecho a divertirse a ultranza, desconociendo que el Maxim Rok es una institución cultural del Estado cubano y estas fiestas y premiaciones no forman parte de la programación de la institución. El debate se plantea cuando es posible el bienestar de todos. La ideología fascista en Cuba es inadmisible.

Sugiero buscar información en Google para asomarnos al número de víctimas y pérdidas para el pueblo cubano durante la Segunda Guerra Mundial, suficiente decir que en 1942 y por 8 meses, fueron hundidas 263 embarcaciones cercanas a las costas cubanas, incluyendo buques propios.

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