fbpx
Siglo XXI

La trata de personas que Trump y Almagro no quieren ver

Aun cuando la esclavitud institucionalizada desde hace mucho tiempo ha sido excluida de los libros de historia de los Estados Unidos, la realidad es que miles de mujeres y niños aún sufren en ese país por los vínculos con la trata de personas. De hecho, considerando que las víctimas tienen una edad promedio de tan solo 13 años, estos horribles crímenes están robando las inocentes infancias de niños a lo largo de Estados Unidos.

Es un mundo que pocos estadounidenses conocen, porque el gobierno norteamericano le oculta a su pueblo la existencia de este cáncer social. Pero se cree que decenas de miles de niños en ese país son sexualmente explotados cada año. Cada noche, cientos son vendidos a cambio de sexo.

A pesar de ello, el pasado martes en la OEA, la Secretaría General de la desprestigiada organización, dirigida por el cipayo del Imperio yanqui Luis Almagro, paladín de todas las tenebrosas causas de Washington, se atrevió ha montar un nuevo show sobre supuestas violaciones de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad por parte del gobierno cubano.

El evento dice basarse en las denuncias internacionales presentadas en foros como la Corte Penal Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre violaciones de derechos humanos y en particular el caso de los «miles de médicos cubanos que son forzados a participar en las misiones de colaboración en el exterior en condiciones de esclavitud, para el beneficio económico del gobierno cubano».

En otro paso de la escalada contra Cuba empujada por la ultraderecha anticubana en el Congreso, con la activa participación de los más altos personeros de la administración Trump y el apoyo entusiasta del execrable Secretario General de la OEA Luis Almagro, se arrecian los intentos por desprestigiar los programas cubanos de colaboración en salud y restablecer el infame Programa de Parole para médicos cubanos.

Tal programa se estableció durante el Gobierno del expresidente, George W. Bush., con el objetivo de instar a médicos y personal cubano de la salud que prestan apoyo en diferentes países, a abandonar sus misiones y emigrar a EE.UU., dirigiéndose directamente a las embajadas estadounidenses en esos países.

Acudiendo una vez más a la mentira y la manipulación desvergonzadas, se intenta calificar a los programas cubanos de colaboración de salud con otros países como una práctica de «esclavitud moderna» y de «trata de personas». Es la nueva construcción propagandística de sectores de poder de una nación donde más de 400 mil personas están calificados por estudios internacionales como esclavos modernos.

Al respecto, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, acusó este miércoles a Estados Unidos de buscar «restablecer el programa de robo de cerebros hacia los médicos cubanos» y recordó que «más de 600.000 cubanos han prestado servicios médicos en más de 160 países en los últimos 55 años», mientras en la isla «se han formado de manera gratuita 35.613 profesionales de la salud de 138 países».

En vez de utilizar calumnias cada vez más repugnantes para agredir a nuestro pueblo, sería conveniente que el régimen fascista que encabeza Donald Trump y su miserable lacayo de la OEA, se llenasen de valor y reconociesen ante la humanidad que en los Estados Unidos, entre otras muchas brutales violaciones de los Derechos humanos, la trata y esclavitud de personas es una espantosa tragedia nacional. 

La trata de menores: uno de los secretos mejor guardados y más oscuros de Estados Unidos.

Cuando se habla de «tráfico humano» a menudo se piensa en personas procedentes de otros países que son introducidas ilegalmente por tierra y mar y después forzadas a trabajar contra su voluntad en lugares extranjeros.

Hacia Estados Unidos se trafica gente de México, Centro y Sudamérica. Pero la vasta mayoría de niños que se compran y venden por sexo cada noche en Estados Unidos son menores estadounidenses.

Según una reveladora investigación publicada por la BBC, en Estados Unidos, la pobreza, las carencias y la explotación llevan a que miles de sus propios niños se vean atraídos hacia un oscuro submundo que ofrece pocas salidas.

El FBI (Agencia Federal de Investigaciones) asegura que el abuso sexual infantil ha llegado a niveles casi epidémicos, a pesar de que el año pasado la agencia rescató a 600 niños.

Desde la costa este hacia el centro de occidente del país hemos escuchado historias de muchas mujeres, todas muy similares e igual de horribles.

La BBC recogió testimonios terribles y muy similares de muchas mujeres.

Abandonadas, abusadas, explotadas y a menudo ignoradas, todas empiezan a una corta edad. A veces incluso son acosadas por la misma gente que debería estar protegiéndolas.

Pero las historias que hemos escuchado sugieren que sólo han llegado a tocar la superficie de uno de los secretos mejor guardados y más oscuros de Estados Unidos.

En Minnesota conocimos a extrabajadoras sexuales que habían buscado apoyo de un grupo de ayuda llamado Breaking Free (Liberándose).

La mitad de las mujeres en el grupo tenían menos de 18 años cuando fueron vendidas a cambio de sexo por primera vez.

Muchas de las otras no tenían mucho más de 18 años.

Una mujer dice que su tía la compró a los 14 años.

«Le dio a mi mamá US$900. Me dijo que iba a llevarme de compras al centro comercial», cuenta.

La tía la llevó a las casas de vendedores de drogas donde fue violada y drogada.

«Me dejaba… y luego (decía) algo como ‘estabas hecha un desastre, querías quedarte allí'», recuerda. Pronto comenzó a creer que el abuso era su culpa y su elección.

Otra mujer dice que tenía 17 años cuando la expulsaron de su casa.

«Quería drogarme» dice, y comenzó a trabajar como prostituta. Después empezó a usar la página de anuncios clasificados Backpage.com para ganar más dinero y mantener su adicción.

Una tercera mujer tenía 14 años cuando fue secuestrada por «un tipo que pensé que me gustaba». No regresó a su casa durante dos años.

Jenny Gaines, quien dirige el grupo de discusión en Breaking Free, dice que muchos «manipulan y se aprovechan de las niñas menores de edad».

Una mujer afirma que su abusador «sabía que yo tenía 14 años, tuvo que saber que yo era menor de edad». Esto a pesar de sus intentos de pretender que tenía 18 años.

«Cuando descubrió cuántos años tenía no se detuvo… quiso tenerme incluso más».

Mantenerse fuera de «la vida»

Una mujer que fue traficada por primera vez a los 14 años dice que ahora está viviendo en un refugio y está luchando por no regresar a la prostitución.

«En mi teléfono todavía tengo los nombres de mis clientes, ni siquiera los he borrado todavía y necesito borrarlos» dice.

«Porque cuando me deprimo, cuando me siento realmente asqueada, quiero tener esos números conmigo».

Pero afirma que no desea regresar a esa vida.

«Es un enorme círculo, te drogas, te prostituyes, ganas dinero y así sigues dando vuelta una y otra vez. Y tienes que romper todo eso para poder empezar a estar bien».

Es una lucha cuesta arriba. «Solo necesito apoyo y creer en mí misma, en que puedo lograrlo. Me encuentro en un lugar muy curioso».

Tenía ocho años cuando fui abusada por mi padre por primera vez. Entonces me regaló una bicicleta… Así aprendí que podías conseguir lo que quisieras a cambio de favores sexuales»

Para quienes fueron traficadas siendo niñas, el abuso, las drogas y la prostitución son la norma.

Otra mujer lo compara con una adicción.

«Es como si tuviera un vacío, como si nada fuera suficiente. Y esto llena ese vacío y puedo dar a mis hijos lo que desean», le dice al grupo. «Y no tengo que pedirle nada a nadie».

Muchas de las mujeres en Breaking Free ansían algún sentido de normalidad.

«Sólo quiero volver a ser libre», expresa una. «Sólo quiero cuidar a mis niños y vivir mi vida, vivir una vida normal».

Pero para quienes fueron vendidas por sexo siendo niñas, el abuso, las drogas y el trabajo sexual son la normalidad.

En Minnesota encontramos a una mujer que no pertenecía a Breaking Free. Estaba en la calle trabajando a pesar de tener cinco meses de embarazo.

Dice que fue abusada a los 12 años por un vecino quien la atrajo con una cochera llena de juguetes y juegos. Le ofreció dinero a cambio de posar en fotos por el torso desnudo.

«Veo a niñas cada vez más jóvenes en las calles y eso es realmente triste» asegura.

«No es una elección. A los 12 años no pudo haber sido una elección».

Su vida se convirtió en una prisión

Por su parte, al abordar esta cruda realidad de los Estados Unidos, CNN relátale siguiente caso: “encadenada a una cama en una bodega, soportó palizas de forma regular, violaciones y en una ocasión sus captores le prendieron fuego mientras era forzada a servir de 5 a 30 hombres cada día. La experiencia fue suficiente para que ella deseara estar muerta. Y todo esto ocurrió en Texas, en los EE.UU,.

Melissa logró escapar milagrosamente de sus captores pero, como es el caso con muchas otras víctimas, luchó durante años para distanciarse de su pasado, y en muchas ocasiones incluso terminó en la cárcel.

Y el problema no está confinado solamente a una parte del país. En Minnesota, por ejemplo, una niña de 12 años recibió un mensaje de texto que pensó que era de un amigo. La invitaba a ir a una fiesta y le pidió que fuera a un restaurante cercano de comida rápida. Pero ella no llegó a una fiesta. En lugar de eso, fue llevada a un hotel y violada por un proxeneta de 34 años de edad, forzada a tomarse fotografías explícitas de ella misma que luego fueron publicadas en Craigslist, antes de ser forzada a tener relaciones sexuales con dos hombres más que vieron la publicación”.

La pesadilla de las víctimas

En lugar de tratar a las personas como estas jovencitas como las víctimas que son, a menudo son arrojadas al sistema de justicia penal, marcadas como prostitutas y dejadas con muy pocas opciones más que para regresar a una pesadilla que sorprendentemente todavía existe en Estados Unidos.

Mientras tanto, en lugar de tratar a los perpetradores de estos crímenes como violadores de niños y traficantes, a menudo son simplemente tratados como “Johns”, quienes, si se les captura, a menudo solo pagan una multa y siguen su camino.

Como se ha denunciado, esta horrorosa situación se ve hoy agravada en relación con los niños y adolescentes inmigrantes que son separados de sus padres por la administración Trump para ser encerrados en verdaderos campos de concentración.

La antesala del infierno

Según un informe, “los oficiales de la CBP regularmente utilizan fuerza contra los niños inmigrantes cuando tal fuerza no es objetivamente razonable ni necesaria”. Un agente le dijo a un joven de 16 años, “te voy a dar una paliza”, y luego lo “lanzó al suelo y golpeó su cabeza contra el piso con su bota”.

 Otros agentes atropellaron a un niño con un camión y se rehusaron a permitir que su pierna quebrada fuera tratada. Los agentes golpearon a un niño de quince años con una rama con espinas, le pegaron a un niño con un foco metálico, lanzaron a otro niño golpeando su cabeza con una piedra y electrocutaron a niños con pistolas paralizantes “por diversión”.

Los oficiales violan y acosan sexualmente a los niños.

Agentes de la CBP obligaron a una niña de 16 años a desnudarse y “le abrieron las piernas a la fuerza y tocaron sus partes privadas con tanta fuerza que gritó”.

Otros agentes pusieron a otra niña en un cuarto y le dijeron en español, “ahora, cerraremos la puerta, y te violaremos”. Un agente hombre y una agente mujer forzaron a otra niña a desnudarse, viéndola por 15 minutos y amenazando con encerrarla en un cuarto con un interno grande y obligarla a ser “su esposa”.

Los guardias deshumanizaron a los niños con abuso verbal. Se burlaron de un niño por ser “gay”, diciendo “esta gente solo viene acá para una operación de cambio de sexo”.

Una joven embarazada fue acusada de venir a EUA para “contaminar este país”. Otro agente le preguntó a un niño por qué había “venido para perjudicar a este país”. Los agentes se reían de los inmigrantes cuando pedían formularios para tramitar una queja.

El Gobierno encierra a los niños inmigrantes en celdas con “fluidos corporales en las paredes y los suelos, junto con servilletas y papel higiénico con heces en el suelo, que generan un olor repugnante en toda el área de procesamiento”, según un reporte interno del Gobierno.

Una víctima de estos maltratos, calificó a los centros de confinamiento  para menores inmigrantes como la “antesala del infierno”. Si no, juzguen ustedes mismos, subrayó: Los agentes hacen pasar hambre a los niños y les niegan acceso para tomar agua. Los agentes les niegan a los niños la atención médica que requieren. Un agente envió a un perro de ataque a embestir a un niño, causando que su ojo sangrara, y luego le denegó atención médica. En otro caso, “privaron [a una niña] de sus medicamentos para el dolor y toallas sanitarias después de que fuese operada por un tumor en el ovario”.

Estas desgarradoras historias nos muestran apenas el umbral de un tenebroso infierno vinculado a la trata de personas en los Estados Unidos que las autoridades del corrupto gobierno norteamericano que preside el mentiroso Donald Trump y sus lamebotas como Almagro, tratan de silenciar ya que revelan con toda claridad la verdadera naturaleza deshumanizada de un Imperio en decadencia, que no tiene moral para lanzar sus sucias calumnias contra la generosa solidaridad internacionalista que practica nuestro pueblo.

Como expresara el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel en su cuenta de Twitter: «Nuevamente la mentira imperial intenta desprestigiar a los programas cubanos de colaboración de salud con otros países calificándolos como una práctica

de ‘esclavitud moderna’ y de ‘trata de personas’.

Les molesta la solidaridad y el ejemplo de Cuba», añadió el mandatario cubano.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba