Donde el enemigo comprobó el valor de nuestros combatientes
46 bandas de alzados con 866 efectivos y 1,350 colaboradores 20 hombres actuaron como alzados solosCausaron 31 muertos y 32 heridos en actos terroristas
Pedro Etcheverry Vázquez
Luis Rodríguez Hernández
A principios de 1959 algunos miembros del ejército de la derrocada tiranía batistiana que habían cometido crímenes y otros desmanes contra la población, se internaron en zonas rurales arrastrando a confidentes de los aparatos represivos y delincuentes comunes, con el ánimo de evadir la acción de la justicia revolucionaria y resistir el mayor tiempo posible, pero inmediatamente fueron perseguidos y desarticulados por las patrullas del Ejército Rebelde y los escuadrones de la Policía Rural Revolucionaria.
En junio de ese mismo año Graciliano Santamaría Rodríguez (La Amenaza Roja), se ocultó junto con varios fugitivos de la justicia en zonas de Cantel y Camarioca, en Cárdenas, sin embargo, al cabo de unos días se desalzó y logró abandonar el territorio nacional con rumbo a la Florida.
Al año siguiente, en Matanzas, una provincia bastante llana, en la que vivían miles de campesinos y obreros agrícolas, por indicaciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) se producirían alzamientos en lugares de muy poca vegetación, estructurados en bandas de diez o doce efectivos, que involucraron a familias campesinas residentes en las zonas donde actuaban, para utilizarlos como base de sustentación y apoyo, mientras sembraban el pánico con su accionar terrorista tratando de desestabilizar la situación interna, para crear una imagen de ingobernabilidad que le sirviera como pretexto al Gobierno de Estados Unidos para realizar una intervención militar.
1960: Comienzan los alzamientos bajo el control de la CIA
En 1960 las principales organizaciones contrarrevolucionarias actuando bajo el control de la CIA, fomentaron alzamientos armados que cometieron crímenes y realizaron sabotajes contra los programas de desarrollo económico y social de la Revolución.
En marzo José Manuel Santamaría Rodríguez fue acusado de realizar un sabotaje en una locomotora del central Dos Rosas (después Humberto Álvarez). En abril se internó en la misma zona que su hermano, pero no llegó a realizar ninguna acción. Un agente del G-2 dio su ubicación en la finca San José, y fue capturado uno de los hombres que lo acompañaba. A partir de ese momento continuó deambulando solitario de un lugar a otro, hasta que fue detenido en la finca Las Piedras, en Camarioca.
En septiembre se produjo el alzamiento del teniente del Ejército Rebelde Juan José Catalá Coste (Pichi), un individuo que actuaba motivado por arraigados prejuicios anticomunistas e impulsado por profundas ansias de poder.
También se produjeron los alzamientos de Antonio Besú Almeida (El Tuerto), Raúl Ramos Ramos (Monono) y Gerardo Fundora Núñez (Papoco), este último un politiquero vinculado al sector sindical textil. En octubre se alzaron Humberto Mezana Borges (El Capitán), Eustaquio Perdomo Vázquez (El Heladero), Pedro Sánchez Hernández (El Teniente) y Evilio Abreu González.
El 10 de octubre la banda de Papoco atacó un vehículo civil en el kilómetro 87 de la carretera central, entre Ceiba Mocha y Madruga, causándole la muerte al niño Reinaldo Muñiz-Bueno Machado, de 22 meses y graves heridas a la madre Haydée Machado Reyes. Dos días más tarde Papoco se desalzó pero fue detenido, sometido a juicio mediante la Causa 306/60 y sancionado a la pena máxima.
El 30 de octubre Besú Almeida fue capturado y su segundo Evilio Abreu González continuó actuando al frente de la banda.
En noviembre en la finca Guerrero, del barrio de Cunagua, en San José de los Ramos, el cabecilla Humberto Mezana Borges fue capturado por las milicias. Durante este mes se alzaron Raúl Ramos Ramos (El Policía), Macario Llerena León (El Chino), José Luis González Rodríguez (El Curro) y Severo García Miryo, un delincuente común con antecedentes penales por asesinato, que había funcionado como confidente de los aparatos represivos batistianos.
En estas circunstancias Pichi Catalá asumió el mando de las bandas de la provincia, pero los cabecillas Benito Campos Pírez (Campitos) y José Luis González Rodríguez (El Curro), que actuaban al noreste en los límites con Las Villas, jamás lo reconocieron. Tampoco lo distinguían como tal Valeriano Montenegro Rodríguez (Vale) y Esteban Morera Acosta (Estebita) que actuaban al sureste, ni las bandas de Las Villas que para recuperar fuerzas penetraban ocasionalmente en el territorio matancero.
Entre noviembre y diciembre fueron liquidadas por las milicias las bandas de Eustaquio Perdomo Vázquez (El Heladero), Raúl Ramos Ramos (El Policía), Pedro Sánchez Hernández (El Teniente) y Macario Llerena León (El Chino).
En los primeros días de diciembre de 1960, cumpliendo órdenes del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz fueron movilizados hacia la Sierra del Escambray cincobatallones de Milicias matanceras que durante cuatro meses y junto a otras fuerzas del resto del país, tuvieron una participación destacada en la Operación Jaula dirigida por las FAR, que en poco más de tres meses liquidaría a los bandidos en ese macizo montañoso, y obligaría al Gobierno de Estados Unidos a trasladar el lugar de desembarco de la Brigada de Asalto 2506 inicialmente previsto para las costas de Trinidad, hacia la Ciénaga de Zapata.
Después por indicaciones del agente CIA y coordinador provincial del MRR Ernestino Abreu Horta (Juan José González), se llevó a cabo el alzamiento de un grupo de hombres encabezados por Erelio Peña Fernández (Yeyo).
1961: preparativos de la invasión
En febrero de 1961 el agente de la CIA Jorge Fundora Fernández organizó un comité de recepción en la costa norte de los límites de La Habana y Matanzas, en el barrio Norte, zona de Playa Amarillas, municipio Arcos de Canasí, destinado a recepcionar los teams de infiltración que desembarcaban con armas y pertrechos de guerra destinados a las organizaciones contrarrevolucionarias y las bandas de alzados en Matanzas.
Durante su vigencia, se recibieron a través de este lugar toneladas de armas que incluían morteros de 60 milímetros, bazukas, ametralladoras calibre 30, subametralladoras Thompson, fusiles automáticos Browning y Garand, carabinas M-1 y M-3, pistolas calibre 45, granadas de fragmentación, municiones, explosivos, equipos de comunicaciones modernos y prismáticos, entre otros pertrechos.
El 13 de febrero el agente CIA Juan Manuel Guillot Castellanos (Rogelio) se exfiltró por el Punto Fundora con destino a la Florida, con el propósito de adquirir más equipos de comunicaciones para distribuirlos entre las principales redes de espionaje y las bandas de alzados en las provincias. No pudo obtener estos medios, pero informó al oficial que lo atendía sobre la situación interna en general y de los alzados en particular.
Al día siguiente, alrededor de las tres de la mañana, por Palmarejo, en la costa norte, cerca de los límites de La Habana y Matanzas, se produjo la infiltración de Jorge Rojas Castellanos, hijo de un ex general batistiano y Héctor Carreño, antiguo concejal en Matanzas, con la tarea de buscar lugares propicios para realizar operaciones de recepción aérea y por esta vía hacerle llegar armas a las bandas.
Estos dos individuos recibieron indicaciones del agente CIA Rogelio González Corzo (Francisco), para que se incorporaran a la banda de Yeyo Peña que actuaba en la zona de Amarillas y Manguito. Rojas fue capturado pero Carreño logró abandonar el país por la zona de Arcos de Canasí.
Por estos días se produjo la infiltración del agente CIA Francisco Evelio Pérez Menéndez, por el Punto Fundora, para introducir armas y explosivos, contactar con cabecillas de alzados y organizar planes de atentados y sabotajes. Al cabo de cuatro meses abandonó el territorio nacional por la Base Naval yanqui en Guantánamo.
El 22 de febrero la banda de Benito Campos Pírez (Campitos) sorprendió al alfabetizador popular Pedro Miguel Morejón Quintana, de 20 años, cuando se encontraba pescando en el río La Palma, zona de Potrerillo, en San Pedro de Mayabón, Los Arabos. Primero fue amordazado y después de someterlo a una violenta golpiza, resultó apuñaleado por el propio cabecilla y finalmente ahorcado.
El 26 de febrero, cumpliendo indicaciones de Manuel Artime Buesa, el agente de la CIA y coordinador provincial del MRR Ernestino Abreu Horta, contactó con Yeyo Peña y le entregó al radista Jorge Gutiérrez Izaguirre (El Sheriff). También contactó con Evilio Abreu González, le suministró armas y lo puso bajo las órdenes de Yeyo Peña en el municipio de Manguito. Poco después organizó la banda de Guillermo Revoredo Vallejo (Yeso) y Julio Ramón Sotolongo García (Esteban).
El día 28, después de recibir instrucciones y entrenamiento en una casa de seguridad de la CIA en la Florida, Guillot Castellanos regresó al territorio cubano.
En marzo las bandas de Pichi Catalá y Yeyo Peña volvieron a ser contactadas por Abreu Horta. Por su parte, los cabecillas Benito Campos Pírez (Campitos), Luis Fernández Fundora y Mario Maximino Méndez García (El Chino) recibieron armamento a través del Punto Fundora. El agente CIA Jorge Fundora Fernández (Patricio), apoyó a la banda de Severo García Miryo y a Juan A. Montes de Oca Rodríguez, suministrándoles hombres y una parte de las armas que había recibido por este lugar.
El 19 de marzo la banda de Yeyo Peña fue sorprendida por fuerzas del Escuadrón 43 de la Policía Rural Revolucionaria, en la finca Manuelita de Prendes, en Calimete, donde le causaron tres muertos y trece heridos incluyendo el radista que fue detenido junto con sus medios técnicos.
Fueron ocupadas la planta de radio, mochilas, medicinas, documentos y armamento. En esta ocasión el cabecilla abandonó a sus hombres y se ocultó en Jovellanos, de donde partió para La Habana.
Durante los primeros días de abril el agente CIA Jorge Rojas Castellanos logró establecerse en Matanzas con la misión de ubicar puntos para realizar recepciones de armas por vía aérea destinadas a las bandas que actuaban en Jagüey Grande. Durante varios días, con la colaboración de Pichi Catalá, recorrió la zona, desconociendo que esa sería el área seleccionada para lanzar la invasión.
El 4 de abril fueron liquidadas las bandas de Evilio Abreu González y Guillermo Revoredo Vallejo (Yeso) en la zona de Montes Gordos, cerca de los límites con Las Villas, que también habían sido estructuradas por el agente de la CIA Ernestino Abreu Horta.
Incitado por el agente CIA Abreu Horta, poco antes de la invasión Yeyo Peña regresó a la banda junto con sus efectivos, con la ilusión de que los milicianos se sumarían a los mercenarios, y juntos marcharían sobre La Habana para tomar el poder y formar un nuevo gobierno. No tardaría en desilusionarse.
Las bandas en Matanzas durante la invasión
Durante los tres días que duró la invasión de la Brigada de Asalto 2506 por Playa Girón, las bandas que se encontraban ocultas en el área por donde pasaban los camiones cargados de milicianos rumbo al teatro de operaciones, no realizaron ninguna acción en apoyo a los mercenarios.
El 17 de abril Luis Fernández Fundora se alzó con el remanente de las armas que había recibido por el Punto Fundora, pero terminó desintegrando la banda una semana después, para introducirse en una embajada y huir hacia el territorio norteamericano.
Ese mismo día la banda de Pichi Catalá se encontraba en la zona Agramonte-Jagüey Grande y conoció por una emisora de radio cubana lo que estaba ocurriendo en su área. Otra banda que actuaba por la zona del central Tinguaro (después Sergio González) en el municipio de Perico, y estaba a cargo de Mario Maximino Méndez García (El Chino) tuvo la misma experiencia.
Estas dos bandas recibieron a varios colaboradores que se les incorporaron pensando que se aproximaba el fin de la Revolución, pero las abandonaron cuando la invasión fue derrotada.
El 19 de abril el cabecilla Severo García Miryo fue capturado en la ciudad de Matanzas y sus efectivos quedaron bajo el mando de Juan Antonio Montes de Oca Rodríguez, que fue uno de los pocos cabecillas que trató de realizar alguna acción durante la invasión, al atacar un jeep de las Milicias del central Triunfo y secuestrar al administrador y a varios milicianos en el Valle de Guamacaro, pero fue capturado herido el mismo día 19 en la finca Economía, del barrio Cantel, en el municipio de Cárdenas.
Cuando Yeyo Peña conoció la derrota de la invasión, volvió a abandonar a sus hombres y huyó precipitadamente hacia la capital, se introdujo en la embajada de Brasil, y logró marcharse hacia la Florida, donde se incorporaría a la contrarrevolución, llegando a integrar al cabo de veinte años la junta directiva de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA).
Los hombres de Benito Campos se mantuvieron ocultos en los límites de Corralillo y San José de los Ramos, Pichi Catalá en la zona limítrofe de Agramonte y Jagüey Grande, Raúl Ramos (Monono) se internó entre Los Arabos y San José de los Ramos, José Luis González (El Curro) permaneció tranquilo en Los Arabos y (El Chino) Méndez en Perico, quien a principios de mayo se desalzó, se introdujo en una embajada y abandonó el país.
El 29 de septiembre en horas de la noche, hombres de la banda de Evaristo Boitel Beruvides atacaron el batey de la finca “Unión de Fernández”, perteneciente a la granja cañera “Antonio Maceo”, del barrio Cabecera en el municipio Agramonte, causando la muerte al ciudadano Francisco Rodríguez.
Evolución en el enfrentamiento
El 5 de octubre, en la finca Caraballo, barrio Tienda Nueva, en el municipio de Bolondrón la banda de Gabriel de Jesús Infante Hidalgo atacó a Emilio Socorro y Orestes Adam, dos campesinos que pertenecían a las milicias, causándole la muerte al primero y heridas al segundo.
El 21 de octubre, en la finca Santa María, barrio Platanal, en el municipio Pedro Betancourt, la banda de Delio Almeida Martínez asesinó al miliciano Vicente Santana Ortega y dejó por muerto a José María Rodríguez Rodríguez (Villito).
Hasta este momento las fuerzas del Ejército Rebelde y las Milicias actuaron sin información previa sobre la situación interna de las bandas, sus características y sus planes, y como los bandidos evitaban el combate, conocían muy bien el territorio donde se movían, y contaban con el apoyo de familiares y amigos, se hacía muy difícil su captura.
El Buró de Bandas del G-2, que en Matanzas se encontraba subordinado a la Sección Q de la Contrainteligencia, tomó la experiencia de Las Villas asumiendo que a los bandidos había que enfrentarlos con el conocimiento previo de su situación interna, por lo que era imprescindible penetrar a sus colaboradores para conocer sus planes, el armamento que poseían, sus debilidades, sus contradicciones internas, las características de sus principales cabecillas, sus necesidades materiales y cualquier otra información útil para operar con más eficiencia.
A principios de diciembre de 1961 fueron introducidas clandestinamente por la zona de “Salinas Menéndez”, en la costa norte de Matanzas, 75 carabinas M-1 y 500 cartuchos para cada una, que fueron enviadas hacia las bandas de alzados en el Escambray.
1962: los alzamientos en la Operación Mangosta
En enero de 1962 Francisco Evelio Pérez Menéndez volvió a infiltrarse por vía marítima para contactar con organizaciones contrarrevolucionarias y emprender nuevas acciones subversivas. Permaneció clandestino hasta el mes de marzo y regresó a la Florida por la misma vía. Después regresó, introdujo medios de subversión y espionaje, pero fue detenido y procesado mediante la Causa 410/62 del Tribunal Revolucionario No.1 de La Habana que lo condenó a la pena máxima.
El 19 de febrero en la finca Malechal, cerca del batey San Gregorio, en Manguito, Matanzas, fue asesinado Manuel Quintana Tejera por miembros de la banda de René Besú Arencibia. En horas de la noche del 3 de marzo, en la finca Morejón, barrio Gonzalo, en Bolondrón, corrió la misma suerte Francisco Rodríguez Rodríguez a manos de la banda de Orlando de Armas Hernández (El Grande).
El 1ro de abril el Frente Anticomunista de Liberación (FAL) reconoció a Pichi Catalá como jefe de las bandas en la provincia, con vistas a que apoyara el levantamiento a escala nacional que se produciría el 30 de agosto bajo el control de la CIA, pero el día 29 fueron detenidos por el G-2 los principales cabecillas y ocupado su armamento resultando neutralizado el plan del enemigo.
El 5 de mayo, en la finca Esmeralda, cooperativa Luis Salgado, en Coliseo, fue asesinado Luis López Reyes, por la banda de Idmelio Rivera Chile (El Carnicero). A mediados de mayo, durante el asalto a una tienda del pueblo en la granja “Pablo de la Torriente Brau”, en el municipio de Colón, la banda de Delio Almeida asesinó al campesino Víctor Martínez Varela.
El 18 de mayo, en la granja del pueblo Pedro Morejón, del barrio Monte Alto, en Los Arabos, la banda de Raúl Ramos Ramos (Monono) asesinó a Jesús Mondéjar Chávez. El 1ro de junio, en la granja Rubén Martínez Villena, del barrio Amarillas, en Manguito, varios integrantes de la banda de Delio Almeida Martínez (Rolando González) asesinaron a Román Sánchez Estrada. El 13 de junio, en la finca Santa Ana, granja “Mario Muñoz”, del barrio Gallardo, en Jagüey Grande, la banda de Pedro Sánchez González (Perico) atacó a un auto de alquiler. El chofer Domingo García Soto resultó muerto, la niña Adela Rodríguez Reyes de 12 años fue herida grave en un muslo y los demás pasajeros resultaron ilesos. El 16 de junio, cerca del antiguo ingenio Bellocino, en la granja Gildo Fleitas, de Bolondrón, la banda de Gabriel de Jesús Infante Hidalgo asesinó al campesino Antonio Alemán Santana.
Durante el mes de junio el agente de la CIA Julio Hernández Rojo contactó con los principales cabecillas de alzados en Matanzas para coordinar futuras recepciones de armas y ejecutar sabotajes contra objetivos civiles importantes. Después asumió como coordinador nacional de la organización terrorista Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE), pero fue detenido.
El 17 de julio la banda de Ramón Montenegro Sánchez atacó la finca Vellocino causándole la muerte a un miliciano y heridas a otros dos.
El 28 de agosto, en Limonar, la banda de Juan Antonio Montes de Oca Rodríguez asesinó a Rigoberto Inés Guash.
El 31 de agosto de 1962 la Directiva 00023 del Jefe del Estado Mayor General de las FAR, dejó establecida oficialmente la creación de las Tropas de Lucha Contra Bandidos (LCB). Esta estructura, que rápidamente se puso en práctica en Matanzas, constituyó un incremento en la eficiencia de las operaciones militares, cuando las fuerzas de LCB en esta provincia comenzaron a actuar simultáneamente contra las bandas y sus colaboradores. Al perfeccionarse los métodos, se ganó en eficacia a partir de una mejor utilización de los recursos humanos y técnicos, de una adecuada distribución de las fuerzas y de una mayor coordinación entre el Buró de Bandas del G-2 y las fuerzas que participaban en las operaciones.
La Crisis de los Misiles y la “La ofensiva” de los bandidos
Entre el 22 y el 28 de octubre se desató la Crisis de los Misiles y durante esos días los bandidos en todo el territorio nacional se mantuvieron inactivos y se limitaron a escuchar con radios de baterías las noticias sobre los acontecimientos, con la esperanza de que era inminente una invasión militar procedente del territorio norteamericano.
En noviembre de 1962 los bandidos incrementaron su accionar terrorista, y a finales del mes comenzó un periodo de atracos y asaltos que sus cabecillas denominaron “La ofensiva” y que duraría más de dos meses.
El primer hecho de la denominada “ofensiva” ocurrió el 30 de noviembre de 1962, alrededor de las ocho de la noche, cuando la banda de Eliecer Martínez Socorro (El Mayor), donde se encontraba una mujer llamada Ana Belkis García García conocida por “La Guapa” y “La Oriental”, natural de Bayamo, de 26 años, quien portaba una carabina M-1, emboscó un jeep en el terraplén que conducía hacia el batey de Quemado Grande, en Jagüey Grande, en el que viajaba un grupo de personas que iba a proyectar películas a los campesinos. Asesinaron a Lázaro González Fagundo, responsable de propaganda de los CDR en esa localidad y resultaron heridos Zunilda Morejón Morejón e Israel García Luzbet, quedando ileso Aurelio Rodríguez, secretario general del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba en el municipio.
A partir de este momento las bandas de alzados en Matanzas incrementaron la agresividad de sus actos terroristas.
En 1963 la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estructuró nuevas redes de espionaje que entre sus objetivos incluían el apoyo a las infiltraciones y exfiltraciones por vía marítima, preparar a los bandidos para realizar acciones terroristas con explosivos de demolición y asesorarlos en su organización interna. Los jefes de estas redes contactaron en varias ocasiones con los cabecillas de las bandas.
El 13 de enero, en la finca “Carmen Hernández”, del municipio Juan Gualberto Gómez, la banda de Ramón Montenegro Sánchez asesinó a Giraldo José Mora Cantón y Andrés Casallas Perera, miembros de la Comisión de Orientación Revolucionaria (COR) a nivel nacional, cuando regresaban en un automóvil del batey de la finca Monserrate, ubicada en el barrio Cabecera, del municipio San Antonio Cabezas, donde habían proyectado una película para entretenimiento de los campesinos.
El 21 de enero, en la finca San Miguel, del barrio Guanábana, el cabecilla Ramón Montenegro Sánchez se encontraba oculto en la casa de un colaborador recuperándose de una herida leve que se había hecho él mismo manipulando un arma. Un agente dio la información y el jefe del Buró de Bandas del G-2 en Matanzas Santiago Gutiérrez Oceguera (Sergio), partió en esa dirección junto con varios combatientes con el objetivo de capturarlo.
Cuando llegaron al lugar y rodearon la casa, el cabecilla ya no estaba solo porque una parte de la banda había ido a su encuentro. Se produjo un fuerte intercambio de disparos en el que los bandidos se encontraban mejor protegidos y con un mayor poder de fuego. El oficial del Buró de Bandas José Regalado Quesada Rodríguez resultó herido y se le encasquilló el arma, lo que fue aprovechado por los bandidos para rematarlo y huir, dejando a abandonados a un bandido muerto y otro lesionado.
Incremento de la actividad terrorista
Después del hecho anterior, Pichi Catalá le indicó a Francisco Hernández Suárez (Pancho el Gallego) que liquidara a Osvaldo Cepero Delgado, oficial del G-2 que atendía la región, quien pasaba en un jeep diariamente muy cerca de donde se encontraba la banda. Los bandidos analizaron la situación y cuando comprobaron que su objetivo iba acompañado de dos milicianos armados, decidieron emprenderla contra alguien que no ofreciera peligro.
El 24 de enero, alrededor de las diez de la noche, atacaron con armas largas la casa del campesino Gregorio Rodríguez (Goyo) ubicada en la finca La Candelaria, en Bolondrón. Mientras el padre se enfrentaba valientemente a los atacantes, los bandidos apoyados en su mayor poder de fuego dispararon a mansalva, causando la muerte a los niños Yolanda y Fermín Rodríguez Díaz, de 11 y 13 años de edad, y provocando heridas graves a las hermanitas Josefita y Felicia, de 7 y 16 años, y a la madre Nicolasa Díaz.
Al día siguiente aquella valerosa madre herida estuvo todo el tiempo tendida en una camilla acompañando en las honras fúnebres a sus dos hijitos muertos, mientras sus otras dos pequeñas se debatían entre la vida y la muerte en el quirófano del hospital provincial. Cientos de ciudadanos indignados salieron a las calles exigiendo justicia. Entre los presentes en las exequias se encontraban los cuatro colaboradores de la banda que participaron en el crimen, en una demostración de hipocresía y cinismo. No imaginaban que sobre ellos también caería con toda su fuerza el peso de la justicia.
El 26 de enero Perico Sánchez dividió su banda en tres “guerrillas”. El grupo encabezado por él incendió un cañaveral cerca de la carretera en la finca Las Bóvedas, de Jagüey Grande, y se emboscó para sorprender a los que concurrieran a apagar el fuego. Cuando un patrullero de la PNR se acercó al lugar los bandidos atacaron, causando la muerte al jefe de la unidad de la policía en Jagüey Grande Benigno Evelio Valenzuela Plascencia, al policía Antonio Ramón Horta y al auxiliar de la PNR José Rivera Montes de Oca. Resultó ileso el joven Reinold Rodríguez Reyes quien salvó la vida al hacerse pasar por muerto.
Ese mismo día, alrededor de las once de la noche, un segundo grupo de bandidos encabezados por Sergio Iglesias Hernández (El Sheriff) se presentó en la casa del campesino Manuel Hernández González, en la finca Santa Teresa, en Jagüey Grande, y le pidieron que los guiara hasta el batey de la granja Mario Muñoz Monroy. Alberto Medina González, el presidente del CDR, se sumó a la comitiva, pero al día siguiente ambos aparecieron muertos con puñaladas, heridas de balas, y señales de haber sido sometidos a crueles tormentos.
Un tercer grupo, encabezado por Raúl Guevara Molina, de la banda de Perico Sánchez, incendió una vivienda en la finca Santa Rosa, del municipio Agramonte, donde resultó herido el campesino Crescencio Martell García.
El 1ro de febrero, al anochecer, la banda de Gervasio Cabrera Hernández (El Capitán Blanco) irrumpió en la finca Santa Domitila, barrio Calimete, municipio de Manguito, y en presencia de la familia secuestró a los campesinos Pedro Julio Sotolongo y su hijo Pedro Mateo Sotolongo Noda. Cerca de allí los golpearon atrozmente y después los ametrallaron.
En el contexto de estos hechos terroristas que habían causado dos niños muertos y dos heridos, nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz se presentó en la provincia de Matanzas con el propósito de analizar la situación en el terreno y tomar las medidas necesarias para enfrentar con mayor eficiencia al bandidismo. Antes de marcharse nombró al comandante Dermidio Escalona Alonso al frente de todas las fuerzas de LCB.
A partir de las indicaciones del máximo líder de la Revolución, la jefatura de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en Matanzas tomó la decisión de realizar las Operaciones Piloto, incrementar las operaciones militares, evacuar 36 familias de colaboradores de bandidos hacia La Habana con destino final a la Comunidad Sandino que se construía en Pinar del Río, y al mismo tiempo, poner en práctica un sistemático trabajo político y social, que influyó positivamente en la situación de las zonas rurales.
El día 25 un auxiliar del Departamento de Orden Público capturó al bandido José Manuel Ríos Ramos (Celaje) en un cañaveral de la zona de Pedro Betancourt, quien después de varios interrogatorios reveló la técnica de los refugios subterráneos que utilizaba Pichi Catalá para evadirse de los cercos y los peines de las milicias. A partir de este momento se incrementaron las capturas de bandidos y colaboradores, y la ocupación de sus reservas de armamento y avituallamiento general.
El 26 de febrero los jefes de los batallones de Lucha Contra Bandidos, del Batallón 2605 de la PNR y del Buró de Bandas del G-2 coordinaron su accionar para desencadenar la Operación Piloto I, bajo el mando del comandante Dermidio Escalona Alonso. Al mismo tiempo los interrogadores se establecieron en el campamento de Murga Sinú, ubicado en las inmediaciones de la Ciénaga de Zapata, donde radicaba el centro de las operaciones militares y se disponía de las tropas desplegadas en los alrededores.
Después el campamento de la Operación Piloto II estuvo ubicado en la granja José Maceo, en Bolondrón, y más tarde en la finca Dos Hermanas, en Calimete. Cuando era detenido un colaborador de bandidos se trasladaba hacia el campamento para interrogarlo y si se obtenía la ubicación de una banda se lanzaban las fuerzas inmediatamente en su persecución.
En la primera operación de este tipo realizada en la zona de Jagüey Grande, en el borde de la Ciénaga de Zapata, los bandidos se evadieron, pero fueron detenidos más de trescientos cientos colaboradores, se recopilaron importantes informaciones y se nacionalizaron muchos negocios privados debido a que sus dueños estaban colaborando con las bandas.
A principios de marzo en la finca Las Mercedes, barrio Asunción, en Jovellanos, el agente de la CIA Manuel Guillot Castellanos (Rogelio) contactó con Pichi Catalá y lo reconoció como jefe del bandidismo en la provincia. Al despedirse prometió que enviaría armas y pertrechos y se llevó para la Florida al bandido Generoso Bringas Arencibia con el objetivo de recibir entrenamiento, pero este individuo nunca regresó.
El 4 de marzo efectivos de la banda de Delio Almeida vestidos de verde olivo trataron de penetrar en la casa de Bernardo Sánchez, en la finca Sabanetón, en la Ciénaga de Zapata, pero cuando el soldado Israel Landa Pérez de la UM 2268 encañonó a uno de los bandidos, los demás dispararon sobre él. En el acto murieron el soldado y el niño Albinio Sánchez Rodríguez, de 10 años. El combatiente Antonio Villar resultó herido.
El 11 de marzo Lázaro Alfonso Soto Cruz, de 36 años, responsable de Orden Público en la Granja “Camilo Cienfuegos”, fue interceptado por un grupo de bandidos bajo el mando de Luis Rizo Reyes, y después apareció ahorcado en la finca San José, del barrio Guamutas, en el municipio de Martí.
La Limpia de Matanzas
Entre el 22 de marzo y el 20 de mayo las Fuerzas Armadas Revolucionarias llevaron a cabo la Limpia de Matanzas, ocho semanas que concluyeron con la destrucción de catorce bandas terroristas de alzados.
El 22 de marzo, bajo el mando del capitán Lizardo Proenza Sánchez fuerzas de LCB realizaron varias operaciones simultáneas contra la banda de Luis León de la Torre (Leoncito) que se encontraba dividida en las llamadas “guerrillas”, una en la finca Santa Catalina y la otra en la finca La Reforma, barrio Río de Auras, municipio Juan Gualberto Gómez, donde se encontraba su segundo al mando Fermín García Camacho quien resultó muerto.
Otra operación fue realizada contra la banda de Pichi Catalá, descubierta en un hueco ubicado junto a una casucha en la finca La Julia, barrio Río de Auras, municipio Juan Gualberto Gómez. En esta ocasión, al hacer resistencia, el cabecilla murió junto con los cinco bandidos que lo acompañaban y el hijo del colaborador que lo apoyaba.
El 24 de marzo, a partir de la declaración de un bandido, fuerzas de LCB realizaron una operación conjunta en la finca La Esperanza, del barrio Tienda Nueva, donde resultaron muertos los asesinos de los Niños de Bolondrón. Después, mediante la Causa 58/63, los principales colaboradores implicados fueron condenados a la pena máxima.
El 29 de marzo, en la finca Ibarra, a unos nueve kilómetros al este de la capital provincial, fuerzas dirigidas por el comandante Dermidio Escalona Alonso y el capitán Lizardo Proenza Sánchez destruyeron la banda del antiguo militar batistiano Gabriel de Jesús Infante Hidalgo (Enrique). En la operación siete alzados resultaron muertos y cuatro heridos. Por parte de las fuerzas revolucionarias se reportaron dos combatientes muertos del LCB y uno de la PNR.
Al día siguiente Fidel volvió a visitar la ciudad de Matanzas y participó en un acto público en el parque René Fraga, donde el pueblo enardecido en medio de expresiones de apoyo a la Revolución, repudió a los bandidos y exigió justicia.
El 4 de abril, a partir de las declaraciones de un detenido, fuerzas de LCB operaron contra la banda de Orlando de Armas Hernández (El Grande) en las fincas Chano y Pogolotti, una región arrocera perteneciente a Rancho del Medio, municipio Máximo Gómez, donde murió el cabecilla y diez alzados. Por parte del LCB hubo cuatro heridos.
El 6 de abril Perico Sánchez contactó con Ramón Fernández Rodríguez (Mongo Juaquinillo) —en realidad el agente Mercurio del G-2— y se internó en la Ciénaga de Zapata. Al otro día fue cercado por fuerzas de LCB en la zona de Cantabria, cerca del poblado de Torriente, en Jagüey Grande, donde los bandidos tuvieron tres muertos y dos heridos, pero el cabecilla logró escapar.
El 8 de abril Ramón Montenegro Sánchez intentó abandonar el país por la zona del estero de Chapelín, en la península de Hicacos, pero su maniobra estaba bajo el control de un agente del G-2, y resultó muerto cuando ofreció resistencia a los combatientes que lo fueron a detener.
El 22 de abril fue detenido en Pinar del Río el cabecilla de banda de Matanzas Luis Rizo Reyes. Al día siguiente, en la zona de Montes Gordos, cerca de los límites con Las Villas, fue capturado el cabecilla Francisco Castañeda Borges (Pancho Jutía).
El 29 de abril, alrededor de las ocho y treinta de la noche, aprovechando el factor sorpresa, la superioridad numérica y la mayor potencia de fuego, la banda de Raúl Ramos Ramos, (Monono) con trece hombres, atacó la Unidad de Policía de San José de los Ramos. Los tres policías que se encontraban en el lugar se batieron heroicamente contra los asaltantes.
Al repeler la agresión murieron los combatientes de la PNR Pedro Mendoza Hernández y Orestes Hernández Pérez quien se encontraba fuera del lugar, y contraatacó a los bandidos, solamente armado con su pistola. También perdió la vida el ciudadano Agustín Antonio Reyes López y resultó herido Orlando Ortiz Matos. Ante la firme resistencia ofrecida por los policías, los bandidos optaron por retirarse con un muerto y dos heridos.
Al día siguiente el agente de la Inteligencia Militar norteamericana Juan Miguel Armestoy Domínguez a bordo de una avioneta, aterrizó en el terraplén de una finca en Matanzas. Después se retiró para retornar en mayo por vía marítima, y volvió a marcharse para regresar en septiembre. Generalmente lo acompañaba un norteamericano que impartía las órdenes y se comunicaba con otras aeronaves encargadas de explorar el terreno antes de infiltrarse. Armestoy tenía la tarea de contactar con redes de espionaje, suministrar armas a los alzados y preparar un atentado contra la vida de Fidel.
El 9 de mayo Perico Sánchez encontró la muerte cuando intentó hacer resistencia a una operación del G-2 en Güira de Melena, y Delio Almeida fue capturado el 16 de mayo dentro de una cueva en la finca Las Mercedes, barrio Dos Hermanas, en el municipio de Manguito. Dos días después resultó muerto Raúl Ramos Ramos (Monono), en la finca Antón, del barrio Palmillas, en Colón.
Al cabo de unos días Carlos Reyes Hernández (El Vampiro) fue capturado en la finca San Pablo, del barrio Calimete, en el municipio de Manguito, y tuvo que responder ante los tribunales por los crímenes cometidos.
El 20 de mayo, en una cueva ubicada en la finca La Mordida, de Calimete, fue capturado el cabecilla Gervasio Cabrera Hernández (El Capitán Blanco).
El 29 de mayo fue arrestado el agente de la CIA Juan Manuel Guillot Castellanos (Rogelio) quien había tenido mucha incidencia en las bandas de alzados de Matanzas.
El 18 de junio, en la ciudad de Cárdenas, al referirse a las operaciones realizadas en marzo, abril y mayo, durante un discurso Fidel expresó que en ocho semanas los aguerridos batallones de LCB habían liquidado catorce bandas contrarrevolucionarias que la CIA había organizado en la provincia.
Fidel añadió que en esos tres meses el enemigo tuvo la oportunidad de probar lo que era el valor de nuestros combatientes, cómo sacaron a los bandidos de sus cuevas, de sus hoyos y de sus inodoros. Porque hubo bandas que hicieron sus escondites junto al inodoro, de manera que para un lado iba el excremento humano y para el otro iba el excremento social, que eran los contrarrevolucionarios.
El 11 de septiembre de 1963, cerca de la medianoche, el agente de la Inteligencia Militar norteamericana Juan Armestoy Domínguez, se infiltró por la zona de La Papelera, en Cárdenas, a bordo de una lancha, con la misión de abastecer a varias bandas de alzados. Dos jornadas después, alrededor de las cinco de la tarde, resultó muerto en San Francisco de Paula, cuando trató de huir de un control de la Policía.
1964: el comienzo del fin de los bandidos
En marzo de 1964, el G-2 comenzó a desarrollar la Operación Exterminio en Matanzas, a partir de la paciente labor realizada por Manuel Viera Rodríguez, un hombre que había sido entrenado por la CIA, pero que en realidad era el agente Maño del G-2, quien logró ganarse la confianza de los bandidos que quedaban en la provincia y les propuso ser trasladados por vía marítima hacia la Florida, donde recibirían un entrenamiento especial.
Eran recogidos en la costa por una supuesta lancha de la CIA y conducidos a un “buque madre” previamente acondicionado, que en realidad era una embarcación de la Marina de Guerra Revolucionaria con su tripulación, donde resultaban detenidos.
Por esta vía fueron capturadas las bandas de Rigoberto Castro Amechazurra (Bebo), Humberto Rodríguez Bravo (Bejuco) y Eulogio Ramiro León López (Ulises), en total unos 25 alzados y seis colaboradores. Después en coordinación con el DSE de Camagüey fueron capturados tres bandidos de esa provincia.
El 3 de septiembre de 1964 el cabecilla José M. Campos Linares fue ubicado por varios campesinos y cercado por fuerzas de LCB en la finca Charco el Roble, del barrio San Pedro de Mayabón, en el municipio Los Arabos, y cuando comprobó que no tenía escapatoria, se privó de la vida.
El día 4, en la finca Orozco, del barrio Palmillas, en Colón, su padre Benito Campos Pírez resultó herido en un cerco y tomó la misma decisión. Ambos sabían que tendrían que enfrentarse a los tribunales revolucionarios por delitos de asesinato, sabotajes contra objetivos económicos y sociales, y robo de ganado de raza con fines lucrativos.
1965: la última banda y el fin del bandidismo en Matanzas
El 11 de enero de 1965 en la finca El Cura, barrio Rovira, en Jagüey Grande, fue liquidada la última banda que quedaba estructurada en esta provincia bajo el mando de Eliecer Martínez Socorro (El Mayor).
En febrero finalizó el bandidismo en este territorio con la captura en la finca Central China, barrio de Ceiba Mocha, de los hermanos Secundino y Leopoldo Herrera Hernández.
El 3 de diciembre de 1965 —en coordinación con Eddy Pérez Martín del DSE de Las Villas— cuando pretendía abandonar el país fue detenido por el G-2 en una embarcación al norte de Varadero el cabecilla de bandidos del Escambray Luis Santana Gallardo (Luis Vargas).
En la Operación Exterminio desempeñaron un papel destacado muchos combatientes. En el buque madre Ibrahin Eng Naranjo, Lorenzo Brugueras Trujillo (Ulises), Pedro Piñeiro Eirim, Luis Rodríguez Hernández, José Antonio González Cisneros (Salinas), el capitán Conrado Benítez, Artemio Pacheco Rodríguez, Mario Martín y un grupo de tripulantes del buque madre. En la lancha Santiago Gutiérrez Oceguera (Sergio) como jefe del comando, Benigno León el patrón de la lancha, Ramón Arrechea Zayas (Ramonín) a cargo de operar la ametralladora calibre 30 y un hombre rana de Tropas Guardafronteras.
En Matanzas la guerra fue muy costosa, tanto en pérdidas humanas como materiales. Entre 1960 y 1965 actuaron 46 bandas, que llegaron a agrupar alrededor de 866 alzados, quienes contaron con el apoyo de unos 1,350 colaboradores entre familiares y amigos. Además actuaron veinte alzados solos. Jamás atacaron una unidad militar de las FAR o las MNR. Cometieron 31 asesinatos y causaron 32 heridos en actos terroristas en los que se dedicaron a asesinar brigadistas alfabetizadores, milicianos aislados, campesinos y obreros agrícolas que apoyaban los programas de desarrollo de la Revolución. También se dedicaron a quemar cañaverales, escuelas rurales, viviendas campesinas y tiendas del pueblo, destruir equipos agrícolas y medios de transporte rural, robar armas, dinero, ropas, calzados, reses, aves, herramientas y productos agrícolas en casas de campesinos, cooperativas y granjas estatales.
La acción conjunta de las Milicias Nacionales Revolucionarias, los batallones de Lucha Contra Bandidos de las FAR y los Órganos de la Seguridad del Estado, bajo la dirección de Fidel y Raúl, que contaron en todo momento con la decisiva participación del pueblo y la estrecha colaboración de los Comités de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, constituyó la piedra angular de la Revolución en la victoria sobre las bandas terroristas de alzados en Matanzas.