La vida nuevamente me da la posibilidad de estar en la heroica Santiago de Cuba, y respiro revolución.
Veo su gente sonreír y dar muestra de hospitalidad y humildad, aunque me reconocen como visitante.
No están exentos de las dificultades de cualquier cubano. Viven con problemas de abastecimientos, corriente eléctrica y de transporte, no obstante, brindan lo mejor de sí.
El calor, las montañas y el mar recompensan el goce de poder respirar la historia en cada rincón de la ciudad.
La Sierra maestra, imponente, copada por las nubes y promulgando que en sus entrañas se forjó una guerra necesaria para defender los valores y pilares que permiten a las nuevas generaciones vivir en un país libre, que decide y construye su destino. En un país que, a pesar de amenazas y medidas del gobierno estadounidense, sigue trabajando por su futuro como un estado socialista de derecho.
Hoy respiro revolución, pero cada cubano debe ser consciente de su papel, de su responsabilidad y aporte al desarrollo y continuidad de la patria.
No basta decirse cubano, estos son momentos de demostración, esta juventud requiere de ejemplos, requiere del discurso y la práctica, de la orientación y la guía, del liderazgo y la valentía.
Por eso me llevo de Santiago la juventud, madurez, determinación, inteligencia y fidelidad de jóvenes como Frank país.
Gracias nuevamente, Santiago.