¿De qué Socialismo estamos hablando para los pueblos del mundo en pleno siglo XXI?

Sigo con atención buena parte de la información que circula sobre temas de actualidad asociados a la política, en especial a lo referido al socialismo -tanto como tendencia política, como vía histórica alternativa, asociada a una nueva formación económico-social que suplantará al Capitalismo- y que nos conduce, a su vez, al tema de las revoluciones sociales y las teorías para alcanzar un mundo mejor.
En la polaridad que se sumerge la contradicción antagónica: Capitalismo vs Socialismo (ayer del XX y ahora del XXI) hay matices que se “pelean” por ser del gusto de los sujetos y actores de cada uno de los polos de dicha contradicción.
Son los heraldos de las mediaciones, los cabildeos, las llamadas terceras vías, los indefinidos de siempre, se contentan con “migajas” (casi siempre materiales) y por ello le venden el alma al diablo para conquistar sus aciagos propósitos.
No obstante, nada ni nadie puede negar la complejidad actual de la movilidad social que nuevos cambios científico-tecnológicos, modos de vidas y nuevos paradigmas “civilizatorios” generan por doquier.
A lo anterior se suman los medios de información y la comunicación forjando matrices de opinión con marcados ribetes clasistas -que quedan ocultos por los giros semánticos actuales y por una guerra semiótica (entiéndase de símbolos) que, como ¨lentejuelas de nuevo tipo esconden las esencias de objetivos, en la puja de poder real a escala global.
En cuanto al socialismo como corriente -donde escuelas y tendencias acuñan maneras de interpretación según el “socialismo” que asumen como válido- lo más significativo hoy, son la pluralidad de significados y de abyectas posiciones de principios sobre el contenido de las posturas ideopolíticas de clase que sustentan una u otra corriente de pensamiento llamadas socialistas.
Tal fue el caso histórico del “socialismo” que asumieron portugueses y españoles al forjar sendos partidos políticos (incluidas sus figuras de poder) y el triste papel real que jugaron en la política de sus respectivos países en la 2da mitad del siglo XX.
Ahora nos interesa resaltar aquí algunas cuestiones de principios en torno al 2do modo de ver el socialismo: Como vía para alcanzar la sociedad histórica alternativa al Capitalismo Neoliberal Global, que va mostrando creciente inviabilidad histórica para los complejos retos que tiene por delante la humanidad y el planeta tierra.
La contradicción principal de la transición al socialismo, expresada en una interrogante que no es gratuita: ¿quién vence a quién? Moldea los hechos sociopolíticos más relevantes que en ese periodo tienen lugar. Y los límites de extensión van, desde lo nacional a lo internacional. Lo cual hoy tiene una expresión singular con la globalización, las nuevas tecnologías, el uso de las redes sociales, las telecomunicaciones, etc.
El poder mediático se yergue como variable principal en la formación de matrices de opinión, niveles de comportamiento social individual y colectivo. El monopolio de los mismos por la burguesía neoliberal internacional genera (junto a los poderes tradicionales: políticos, económicos, militares y otros) un formidable bloque antagónico contra medios alternativos, organizaciones y movimientos sociales, organizaciones políticas y estatales que batallen a “contracorriente” contra el status quo de dominación global imperialista.
Es en el socialismo que debe construirse, luego del acceso al poder político por una vanguardia revolucionaria (multifactorial, socialmente hablando, y con un programa transformador de los cimientos clasistas del régimen antecesor) donde es necesario sustentar varios principios que se constituyen en esencia raigal de una nueva Formación socio-económica:
- La preeminencia de la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción; revolucionar la estructura socioclasista precedente.
- Empoderar nuevos actores políticos (auténticamente revolucionarios: trabajadores todos) dirigidos por una vanguardia política que reúna en sí lo mejor de la tradición revolucionaria –en pensamiento y acción- de cada país y a escala universal.
- No soslayar factores identitarios e históricos que forjaron la nacionalidad y la nación en un esfuerzo incluyente, que no margine por raza, origen étnico, género y composición etaria, entre otros elementos discriminatorios.
- Desarrollar transformaciones revolucionarias revoluciones en todas las dimensiones sociales fundamentales: educacionales, culturales, deportivas y de salud para que las potencialidades creadoras de cada ser humano sean expresión de la manifestación, de esas potencialidades, en el conjunto de todos.
- El proceso de legitimación legal del poder tiene que mostrar avances permanentes en el perfeccionamiento de la democracia de nuevo tipo histórico: Democracia Socialista, que tendrá por antonomasia, la divisa fundamental de la inclusión de ¨todos y para el bien de todos¨, sin distingos materiales o de posición social alguna.
Aquí el “todo” significa -desde el partidismo político clasista- un enunciado de pueblo trabajador constructor de la nueva sociedad que irá aflorando del esfuerzo mancomunado.
Donde el sistema de reparto de la riqueza colectiva -más la individual (que no será mayoritaria), gestada por el esfuerzo privado (el cual no contradice a la colectiva, sino que más bien la complementa) en bien de todos- permitirá pasar, gradualmente, del viejo derecho burgués (de acuerdo a los resultados del trabajo); al derecho colectivo-solidario y comunista “según las necesidades” (Marx).
No son los únicos a tener en cuenta, tampoco nuestro análisis completa la visión sistémica compleja de la construcción del socialismo cuyos límites de extensión equivalen a “toda una época histórica” (Lenin); que tiene claves de complejidad de contenidos y matices signados por las particularidades de cada país; la correlación de fuerzas internas e internacionales; el nivel de desarrollo socioeconómico, desde el cual se inicia el proceso constructivo; los niveles educacionales, científico-tecnológicas, culturales, de conciencia política y otras variables sustantivas (materiales y espirituales) que cultivan y modelan la fisonomía del periodo de transición hacia el socialismo.