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Ciudad patrocinadora del terrorismo: Washington

Para algunos estos días de Cuba G77 y la 78 Asamblea General de la ONU han sido intensos, especialmente para aquellos especialistas claves en la organización y desarrollo de los eventos, dígase, hombres y mujeres que laboran en los ámbitos de las relaciones exteriores, la Presidencia de la República, el equipo de comunicación y otras carteras y oficios asociados al aseguramiento.

Gracias al trabajo integrado y armonioso Cuba se ha erigido una vez más garante de la dignidad y el honor, de la solidaridad. La agenda de la Isla en los foros ha sido coherente, al grado de no dejar fisuras en las aspiraciones del amplio bloque que acoge el 80% de la población mundial.

Paralelo al cónclave la delegación cubana sostuvo intercambios fluidos de diferentes niveles.

La profundización conceptual en el acercamiento a la emigración ha sido de los más exitosos resultados. Desde el reciente periplo del presidente Miguel Díaz-Canel al África, hasta el encuentro acaecido en NY se puede catalogar el intercambio con la diáspora como positivo. Los intentos por aislar a Cuba en el escenario mundial llevan implícito desligar la nación de su emigración.

El manejo de intereses malsanos —respecto al asunto de carácter estratégico— ha dejado un rastro indeleble a través del tiempo, caracterizado por la mala voluntad y acciones espurias de políticos e influencers de origen cubano, quienes fracturaron con saña la unidad de adentro y de afuera, especialmente durante el periodo Covid.

Por estos días el acercamiento a la emigración adquiere matices diferentes, aunque sobre la misma base de los desvelos de Fidel. El presidente ha sido enfático en la necesidad de reconciliar a los cubanos, una de las vías para jalar juntos el futuro de distensión y properidad de la Nación, donde los buenos hijos del país coadyuven al futuro en los órdenes económicos y social, sin miedos, porque preparado estamos.

Sin más, Miguel Díaz-Canel ha dado una clase magistral de política.

NY subió tanto la parada a los preñados de odio que no vieron otro camino posible que agredir la sede diplomática en Washington, ahora con bombas incendiarias caseras. Se saben derrotados, desamparados —le quitaron al viejo Bob— y muestran con alevosía donde están los verdaderos patrocinadores del terrorismo.

Tal vez corresponda al Gobierno norteamericano incluir entre las ciudades patrocinadoras del terrorismo a Washington dentro de sus propias fronteras, y hasta un poco más al sur.

Por su parte, dentro de la frontera virtual cubana, que tiene alcance universal, andan algunos «militantes líticos» o «militalíticos»— reacios a la apertura, haciendo tumultos para criticar las acciones del presidente. Nada más tenemos que agregar que fue precisamente el líder histórico —General de Ejercito Raúl Castro— quien recibió al presidente en el aeropuerto José Martí, como ha sido históricamente cuando las misiones se cumplen.

Queda claro que los mismos que lanzaron las botellas incendiarias contra la sede diplomática en Washington la noche del 24 de septiembre andan observando como los «militalíticos» hacen el trabajo sucio de devorar la gestión del presidente durante jornadas históricas, auto-encargándose de la campaña negativa.

Pero lo más peligroso no es la actitud descrita, “habla garvanzos, sabiondos y sabichosos” hay por doquier, el asunto cobra notoriedad cuando aparentan —para hacer la crítica— ser funcionarios de alto nivel, dando a entender fisuras en el sistema de gobierno e insensatez en las decisiones, misma matriz de los terroristas de Washington.

Por suerte somos mayoría fuera de los “círculos concéntricos” o de los “universos polarizados”, en Cuba la gente no es tonta, tiene cultura política y sabe cuáles pueden llegar a ser los verdaderos terroristas y gestores de golpes suaves y arteros.

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