Soy una persona de pueblo, hijo de gente humilde, de procedencia obrero-campesina. Nací con la Revolución gestada en la Sierra y en las ciudades, bajo la indiscutible y certera guía del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Tengo plena consciencia de mi papel y lugar en la sociedad: Contribuir, como retribución a lo que se hizo por mí, a la educación de los demás y a defender esta hermosa, colosal obra, al precio que sea necesario.
El costo de ser dignos, libres y soberanos, de cantarle las cuarenta a los enemigos y sus lacayos cuando ha sido necesario, es vivir en un constante acoso, persecución, ataques, medidas y agresiones de todo tipo.
Por eso, me dirijo a ti que te dejas confundir, que crees todo lo negativo que se dice de la tierra donde naciste y de su gente, aunque en la concreta te beneficiaste de los derechos que te dio la Revolución de forma gratuita, con el dinero que aportan todos para el bienestar común y que en otros países van a engrosar las riquezas una minoría.
Desde que fuiste concebido, velaron por tu salud y la de ella, por tu desarrollo en general. Nunca a tus padres se les exigió un seguro médico para tu atención, porque también es gratuita y con acceso universal para todos los cubanos, sin distinción de raza, sexo, género, edad o credo.
Creciste con naturalidad, con absoluta tranquilidad, seguridad. No viviste con el sobresalto de que alguien llegara con un fusil de asalto y te acribillara a balazos.
Mientras más conocías de lo que pasaba en muchas partes del mundo: masacres, torturas, gases lacrimógenos, chorros de agua, balas de goma, caballos, látigos… aprendiste a amar a ese hombre o mujer, hijo del maestro, del campesino, el obrero, el científico, que día a día combate el delito y defiende ese bien tan preciado que es la tranquilidad ciudadana.
Lo conociste en medio de huracanes, al lanzarse a salvar a una anciana que había quedado atrapada en el sótano de su vivienda, investigando para descubrir al malhechor que se robó el TV de tu aula. Aprendiste a verte todos los días y noches recorriendo el barrio, velando por el bienestar de todos.
Por eso y por muchas cosas más, no resisto y me rebelo cuando difaman la actuación digna, impecable y profesional de las fuerzas del orden cubanas, comparándolas con la escoria y los corruptos que asumen las funciones de preservar el orden en otras latitudes, incluyendo los EE.UU. y la culta Europa.
Por eso no me interesa si te pagan o no por difamar y mentir, como si fueras parte del pueblo que traicionaste. Lo que te trastorna es que en la unidad con el pueblo está la fortaleza de los órganos que en Cuba preservar el orden interior y seguridad de nuestro Estado Socialista, con todos y para el bien de todos. No es casual que Camilo Cienfuegos, el Héroe de Yaguajay, al referirse al Ejército Rebelde lo definió como el pueblo uniformado. Ayer fue así, hoy, también.