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ESPECIALES

Apuntes en defensa de lo justo

Estamos acostumbrados a los titulares amarillistas de la prensa extranjera. Por ejemplo, hace poco se hacían virales las imágenes de un aparente beso entre la primera dama de Estados Unidos y el esposo de la vicepresidenta Kamala Harris. No sería desatinado aseverar que hubo quien poco supo del discurso de Biden sobre el estado de la Unión, pero sí conocieron al detalle la información del incidente entre las parejas de los representantes gubernamentales.

Esa es la realidad de ese país y la de otros tantos, que construyen su comunicación sobre modelos de prensa ajenos al socialista. Por eso resultan llamativas todas las banalidades que pueblan hoy las redes sociales bajo el falso manto del periodismo. El presidente cubano es blanco de muchas de estas injurias. Usan cualquier elemento irrelevante para arremeter nuevamente contra él.

Una de las más recientes ediciones del uso del amarillismo como como soporte de la crítica fueron los titulares sobre una foto publicada en Twitter dónde Díaz-Canel aparecía besando a su esposa. ¿Acaso es la única publicación de este tipo hecha por figuras políticas? Del contexto nadie puede dudar, pues circuló durante el día del amor y la amistad.

Miguel Díaz-Canel no es el primer presidente, ni el único, en publicar imágenes de este tipo. De arriba hacia abajo: Emmanuel y Brigitte Macron (Francia), Justin Trudeau y Sophie Grégoire (Canadá), Joe y Jill Biden (Estados Unidos), Nayib Bukele y Gabriela Rodríguez (El Salvador), y Volodímir Zelenski y Olena Zelenska (Ucrania)

Que si la camisa, la postura, alguna expresión sacada de contexto… Realmente ya no saben por dónde atacar al dirigente cubano. Una persona con dos dedos de frente y al menos un mínimo de preocupación por el desarrollo de su nación, sabe que una corbata o una muesca de polvo no son las que impulsan hacia adelante todo un país.

Las plataformas contrarrevolucionarias y sus múltiples ramificaciones en diversos soportes conjugan las acusaciones a su gestión con una intensiva campaña para satanizar su figura. No escatiman en burlas y ofensas. Esto, como mínimo, resulta una práctica perjuiciosa y de mal gusto.

Cuando yo veo al presidente cubano, distingo a alguien que ha hecho un esfuerzo sobrehumano por llevar al país hacia adelante en todos los sentidos. Veo a un ser humano, igual a ti o a mí, que ha dejado de ser suyo para convertirse en nuestro. Ha sabido mantenerse en contacto con el pueblo, dar la cara ante las circunstancias difíciles, reconocer errores. No ignora las complejas circunstancias que atraviesa el país. Desde la acción y su palabra certera nos alienta a confiar en un futuro mejor, tal como lo hicieron sus predecesores.

Tras el paso del Huracán Ian por Pinar del Río, el presidente cubano acudió rápidamente al territorio a evaluar la situación:

Ni el mejor escapa de la injuria perniciosa. Así lo muestra el ejemplo de Martí, de Fidel. Todavía nacen insultos para ambos desde la boca de las serpientes y los oportunistas. Así lo plasmaba el propio Apóstol en una de sus profundas sentencias: «El sol quema con la misma luz con que alumbra. El sol tiene manchas. Los agradecidos ven la luz. Los desagradecidos ven las manchas».

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