Algunos impactos en Cuba de los programas subversivos de la USAID y la NED. Sus vínculos con los servicios de inteligencia norteamericanos (II)

Los programas subversivos de la USAID y la NED contra Cuba se mantuvieron actuando con fuerza en el periodo 2018-2019. De acuerdo con los datos recopilados por el Doctor Manuel Hevia Frasquieri, en ese periodo director del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado, el Departamento de Estado norteamericano implementó a través de la USAID unos setenta programas y actividades de administración y supervisión de sus “unidades operativas”, que rebasaron la cifra de 14 millones de dólares para el financiamiento de más de sesenta Organizaciones No Gubernamentales.

En ese periodo se resaltó la entrega de fondos por más de 2 millones y medio de dólares a la Bacardi Family Foundation”, a la empresa de telecomunicaciones “Canyon Comunications” y al “Center to Free Cuba”, enfocados en aumentar la “conciencia local e internacional sobre el tema de las supuestas violaciones de los derechos humanos en Cuba e involucrar a la mayor cantidad de ciudadanos para actuar en la demanda de mayores derechos humanos y libertades civiles. La mayoría de estos programas los implementó la NED, que también actúa como si fuera una organización privada sin fines de lucro, lo que encubre la participación de los servicios de inteligencia norteamericanos en su ejecución y la peligrosidad de estos proyectos. 

Sus contenidos están relacionados con la problemática política e ideológica del pueblo cubano, en especial de los sectores juveniles, las mujeres, los negros y los miembros del grupo LGTBIQ+, y el fortalecimiento de su liderazgo en todas las esferas, incluidas las comunidades de base y los barrios más humildes.

Todas las propuestas de estos programas, sin excepción, han estado dirigidas a ejercer una labor de influencia política en contra de la ideología revolucionaria, instigar conflictos, subvertir ideas, fomentar valores negativos, estimular disturbios y una actividad contrarrevolucionaria interna, lo que se ha complementado con el enorme barraje propagandístico que se promueve contra Cuba tanto por Internet como a través del complejo entramado de las redes sociales.

Durante el año 2019 el tema mediático tuvo el peso principal, con una asignación superior a los 3 millones de dólares, lo que pone en evidencia la importancia que tiene para los servicios de inteligencia norteamericanos el hecho de mantener un riguroso cerco alrededor de la Revolución cubana.

En el contenido de estos programas se estructuraron los llamados “observatorios de conflictos”, la edición de publicaciones de perfil subversivo, la organización de eventos “sin censura”, el empoderamiento a los denominados “periodistas independientes” y la vinculación con una “red regional internacional de libertad de expresión”, todo ello con el propósito de difundir una matriz de opinión enfocada en la supuesta violación de los derechos humanos en toda la Isla.

Proyectaron la realización de un sistema de documentación sobre las violaciones de “la libertad de expresión en Cuba, Guatemala y Honduras. Capacitaron a los antes mencionados “periodistas independientes” sobre mecanismos de protección y documentación legal “ante las agresiones y amenazas”, y finalmente se propusieron reunir a “organizaciones asociadas locales” para generar una red de periodistas que buscaran intercambiar experiencias y aumentaran su “autoprotección”. 

Uno de estos programas preveía documentar unas denominadas “violaciones” para incluirlas en un «Mapa de agresiones contra la prensa». Otros promovían elevar la capacidad de los susodichos “periodistas independientes” y miembros de comunidades religiosas, para denunciar las supuestas violaciones de la “libertad de religión o sus creencias”. Dedicaron tres programas nombrados “Digital Democracy” con asignaciones cercanas al cuarto de millón de dólares, pero en esta ocasión ocultaron la identidad de la “organización no gubernamental” designada para llevar a cabo esta tarea, y no revelaron los objetivos propuestos.

Una temática relacionada a la llamada “libertad de expresión e información” constituye tradicionalmente la más organizada y de más largo alcance e impacto negativo en estos programas.

Solamente entre 2014 y 2017 promovieron un total de 39 programas con una asignación de más de 6 millones de dólares. Es importante resaltar que en esta ocasión la NED no se quedó atrás al aportar otros 2 millones de dólares.

Los objetivos dirigidos en algunos programas que pusieron en práctica durante este periodo se relacionaron con el fomento de “un nuevo liderazgo democrático juvenil”, las acciones de promoción y capacitación de activistas democráticos, líderes laborales, cineastas, escritores, artistas y músicos independientes en “eventos comunitarios sin censura”, la organización de estos eventos en las comunidades, la capacitación profesional de activistas en el exterior, así como futuros intercambios y eventos artísticos en el extranjero.

Otro programa actual promovido por la NED a la concesionaria “Centro de la No Violencia” estuvo dirigido a identificar y capacitar a supuestos “líderes emergentes de grupos de interés nacientes y sectores marginados de la sociedad”.

Posteriormente otros programas similares hicieron énfasis, en un supuesto “intercambio deliberativo” existente en el medio comunitario. Abogaron por aprovechar cualquier grupo o estructura que gozara de “reconocimiento” ante las autoridades cubanas y permitiera la comunicación entre sus integrantes y las instituciones gubernamentales cubanas. En uno de estos programas, con una asignación superior al medio millón de dólares, se refirieron al interés de “movilizar circunscripciones (léase barrios populares) para abogar por reformas en el sistema político cubano, el buen gobierno y el fortalecimiento de las instituciones y los procesos democráticos”.

Se mantuvo también la temática del “movimiento laboral independiente” y la necesidad de coordinar sus acciones contrarrevolucionarias en todo el país. El tema “elecciones limpias y plurales” y la capacitación ideológica de los miembros de varios grupúsculos contrarrevolucionarios, también estuvieron latentes en este plan durante el periodo 2018-2019.

Otro elemento que explica el interés de los servicios de inteligencia norteamericanos en estos programas proyectados entre 2017 y 2018, es la etiqueta Derechos Humanos” que proveyó más de 5 millones de dólares y la etiqueta “Educación Cívica” con unos 3 millones. El peso de esta última descansó en la actividad de propaganda, la formación de un liderazgo juvenil interno, y los intentos de realizar acciones subversivas en barrios y comunidades cubanas.

Los programas de la USAID sobre “Valores e ideas democráticas” han estado destinados a incitar a “hombres y mujeres jóvenes” a cometer actos contrarrevolucionarias para convertirlos en supuestos “agentes de cambio”, a llevar a cabo programas de “capacitación y entrenamiento de líderes” y a organizar “concursos de ensayos críticos contra la Revolución”, para los que esta agencia destinó entre 2016 y 2018 alrededor de un millón trescientos mil dólares.

Los objetivos hacia lo interno de estos programas partieron de un conocimiento anterior, resultado de una sostenida e intensa actividad de búsqueda y obtención de información en el terreno (espionaje), lo que les permite seleccionar los temas a tratar y definir los lugares que visitarán sus emisarios, o contra los que dirigirán su accionar propagandístico desde el exterior.

En el transcurso de los últimos siete años, es decir entre 2018 y 2024 se repiten las etiquetas tradicionales de “derechos humanos, asistencia humanitaria, sociedad civil, libertad de información, expresión y prensa, ideas y valores democráticos y cultura cívica”, que ofrecen hoy día un amplio contexto para la realización de diversas actividades subversivas en entornos comunitarios y culturales.

En el transcurso del periodo señalado anteriormente y aunque el Gobierno de Estados Unidos ha trabajado sistemáticamente, acomodando el engranaje conspirativo contra varias naciones latinoamericanas como Cuba, Nicaragua y Venezuela, no han podido lograr sus propósitos.

El pueblo de Cuba consciente de la importancia que tiene la libertad, la soberanía y la independencia, ha resistido los embates de una política de agresiones de todo tipo, donde se destaca una guerra económica que incluye un bloqueo económico, comercial y financiero recrudecido, que ya tiene 63 años, con el que el Gobierno de Estados Unidos ha tratado de causar hambre y desesperación a nuestro pueblo, pero los revolucionarios cubanos que somos una amplia mayoría, nos mantenemos firmemente unidos en apoyo al proyecto político, económico, social y cultural de la Revolución Cubana.