El gobierno yanqui está tan acostumbrado a ignorar el Derecho internacional y pisotear las libertades humanas más elementales imponiendo arbitrarias sanciones a todo el que ose no cumplir sus dictámenes imperiales, que cuando un Estado soberano le responde con similares medidas basadas en el principio de la reciprocidad, se queda pasmado de asombro.

Tan grande es la ceguera que le provoca su prepotencia que todavía no se ha percatado que en este mundo, muchos como Cuba, Nicaragua y Venezuela no les temen para nada y no se quedan callados ante sus desvergonzadas amenazas y agresiones, en especial si vienen de un personaje  corrupto e inmoral como el inquilino de la Casa Blanca, que en vez de ocuparse de tratar de arreglar el desastre de la epidemia de coronavirus en su país que tantas vidas ha costado por su negligente indolencia, se dedica por mezquinos intereses electorales, a difamar desde un hediondo redil mafioso de Miami contra nuestra Patria.     

En lo que respecta a las relaciones internacionales y tratados de esta índole, el principio de reciprocidad, se refiere a que las garantías, beneficios y sanciones que un Estado otorga a los ciudadanos o personas jurídicas de otro Estado, deben ser retribuidos por la contraparte de la misma forma.

En este sentido, «China decidió aplicar el mencionado principio contra organizaciones e individuos estadounidenses que se comportaron mal en temas vinculados con Xinjiang»,

declaró Zhao Lijian, un portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores, en rueda de prensa.

En particular, en un nuevo acto de brutal injerencia el gobierno yanqui promovió una serie de arbitrarias sanciones contra dirigentes chinos. Entre las personas sancionadas por Estados Unidos figura Chen Quanguo, principal responsable del Partido Comunista Chino (PCC) en Xinjiang, considerado como el arquitecto de la política de seguridad en la región.

Wang Mingshan, responsable de la seguridad pública en Xinjiang, y Zhu Hailun, otrora responsable del PCC en la región, también fueron sancionados.

El Departamento del Tesoro anunció en paralelo sanciones económicas contra un cuarto funcionario: Huo Liujun, antiguo responsable de la seguridad en Xinjiang.

Estados Unidos ya había anunciado hace unos días restricciones a los visados de varios responsables chinos acusados de bloquear el acceso de los extranjeros al Tíbet. Pekín también prometió imponer sanciones parecidas.

Estas provocadoras medidas de Estados Unidos se producen en un clima de tensión con varios frentes entre las dos potencias mundiales: la guerra comercial, la pandemia

de covid-19, la ley de seguridad nacional en Hong Kong, Taiwán, el mar de China meridional…

«Esta iniciativa estadounidense es una injerencia grave en los asuntos internos de China (…) y afecta gravemente las relaciones» entre China y Estados Unidos, afirmó Zhao Lijia.

China responde con claridad y firmeza

En correspondencia con ello, China anunció sanciones a cuatro políticos de Estados Unidos -incluido los legisladores Marco Rubio y Ted Cruz- y una comisión del Congreso, en respuesta a las medidas impuestas contra funcionarios de Beijing por supuestos abusos en la región autónoma uigur de Xinjiang.

Hua Chunying, vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores, dijo en rueda de prensa que las medidas tendrán efecto inmediato, sin detallar en qué consisten.

Aparte de los republicanos Rubio y Cruz, recibirán sanciones el correligionario Chris Smith, el embajador general de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional, Samuel Brownback; y la comisión ejecutiva del Congreso sobre China.

Beijing respondió así a las sanciones impuestas la semana pasada a cuatro dirigentes del Partido Comunista de China y del gobierno en la región de Xinjiang.

Tras expresar firme rechazo, Hua denunció que con tal acción Washington interfirió en un asunto puramente interno, violó normas y leyes internacionales, y dañó las relaciones bilaterales.

También exigió a la Casa Blanca dar marcha atrás a su decisión y advirtió sobre más reacciones si continúa la hostilidad contra Beijing.

En reiteradas ocasiones, el Gobierno chino defendió los programas educativos desarrollados en centros de Xinjiang –con fuerte presencia de musulmanes- para instruir en el dominio del idioma, conocimiento legal y técnicas profesionales a individuos instigados, vinculados, coaccionados y atraídos por actividades terroristas y extremistas.

Sin embargo, altos funcionarios y medios occidentales de prensa en los últimos tiempos divulgan materiales donde critican la apertura y funcionamiento de dichas instalaciones.

A fines de 2018, la Oficina de Información del Consejo de Estado (Gabinete) aseguró en un documento que el país protege y fomenta el desarrollo cultural de las distintas etnias que conviven en la región autónoma desde épocas antiguas.

De acuerdo con el texto, desde la fundación de China como república en 1949 se otorgó gran importancia a documentar y conservar las tradiciones y costumbres de esos grupos poblacionales, así como su transmisión de una generación a otra.

La insistencia de la Casa Blanca de entrometerse en cuestiones sensibles como el Tíbet, Hong Kong, Xinjiang y Taiwán coloca a las relaciones bilaterales en su peor etapa e incluso recientemente el canciller Wang Yi alertó de que empuja a ambas potencias hacia la Guerra Fría.

Irán desafía la insolencia yanqui

China no es la única nación que se atreve a desafiar y responder con medidas apropiadas a la insolencia yanqui.

Como se recordará, a finales de junio, Teherán emiti´ó una orden de arresto contra el presidente de EE.UU., Donald Trump, por el asesinato del general iraní Qassem Soleimani, quien falleció asesinado el pasado 3 de enero durante un ataque estadounidense en Irak.

El fiscal de Teherán, Ali Alqasimehr, declaró que Trump, junto con otras 35 personas —a las cuales Irán acusa de estar involucradas en el citado ataque—, enfrentan «cargos de asesinato y terrorismo», recoge la agencia ISNA.

El fiscal también subrayó que tiene la intención de hacer justicia incluso después de que Trump abandone el cargo de presidente de EE.UU.

Desde Irán asimismo informaron que solicitaron la ayuda de la Interpol para conseguir el arresto de Trump y los demás acusados. En particular, Teherán pidió que se emitiera un «aviso rojo» para el presidente de EE.UU. y otros 35 acusados, el aviso de más alto nivel emitido por la Interpol.

Qassem Soleimani falleció el pasado 3 de enero durante un ataque estadounidense con misiles que tuvo lugar en la capital de Irak, Bagdad. Otra de las víctimas del bombardeo fue el jefe de las Fuerzas de Movilización Popular y comandante de la milicia Kataib Hezbolá, Abu Mahdi al Muhandis.

El Pentágono afirmó que este ataque «tenía como objetivo disuadir futuros planes de ataque iraníes» y acusó a Soleimani de «desarrollar activamente planes para atacar a los diplomáticos y miembros del servicio estadounidenses en Irak y en toda la región».

Qassem Soleimani fue una figura clave en la dirección de las acciones militares de Irán en Oriente Medio. Estaba al frente de los servicios de inteligencia iraníes y gozaba de una gran popularidad en su país gracias a sus numerosos méritos, entre los que se cuenta haber dirigido la lucha de milicias chiitas contra el Estado Islámico en Irak y Siria.

La República Islámica prometió vengar el asesinato.

El pasado 8 de enero, Irán lanzó decenas de misiles balísticos de corto alcance contra la base aérea estadounidense de Al Asad, ubicada en el oeste de Irak, y contra una instalación de EE.UU. en la región kurda. En el ataque resultaron heridos varios soldados estadounidenses.

A lo expuesto, se debe añadir la firme respuesta dada por el gobierno de Irán a las amenazas del gobierno norteamericano de confiscar en alta mar los buques  petroleros que transportan gasolina a Venezuela.  

Por su parte, se ha conocido que Hasan Salem, miembro del movimiento Al-Sadequn, ha pedido este domingo a las autoridades iraquíes que hagan lo mismo y emitan una orden de detención contra Donald Trump, que anunció, con orgullo, que EE.UU. se había encargado en persona de eliminar a las citadas figuras.

“El Gobierno iraquí debe proceder a la emisión de una orden de arresto internacional. Mantenerse en silencio al respecto es injustificable, más bien, es un acto de traición y de servilismo ante Washington”, ha indicado Salem.

Ante estas viriles respuestas, las naciones y pueblos que se respetan, aplauden la aplicación consecuente contra el Imperio yanqui del principio de la reciprocidad.

 No es que ahora se desee aplicar la bíblica sentencia de ojo por ojo y diente por diente o la famosa Ley de Talión, es decir el principio jurídico tradicional de justicia retributiva en el que la norma impone un castigo que se identifica con la gravedad del crimen cometido, obteniéndose una equivalencia al daño causado a las víctimas. Aunque severo y muchas veces considerado excesivo, este principio caracterizó durante milenios el ejercicio de la justicia.

Imagínese por un momento estimado lector, que un tribunal de la comunidad de naciones pudiese aplicar hoy este sistema de justicia al corrupto oligarca presidente Trump y a su pandilla de mafiosos colaboradores por sus incontables crímenes.

  ¿Qué terribles penas les serían impuestas?.

Más bien considero que en consonancia con el sabio refrán que reza: el que siembra vientos cosecha tempestades, Washington está hoy recogiendo los frutos de su infame política de agresiones, asesinatos selectivos y sanciones unilaterales aplicadas contra los pueblos que defienden su independencia y soberanía nacional.

Al respecto, el oligarca Donald Trump debería aprenderse de memoria y aplicar la frase célebre del presidente mexicano Benito Juárez, «Benemérito de las Américas»: “Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz».

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