Año electoral en Estados Unidos. La Florida, estado considerado clave en la pugna, realiza primarias presidenciales este 17 de marzo y Donald Trump, actual mandatario, aparece en la boleta de los republicanos de la región junto a Roque De La Fuente, Bill Weld y Joe Walsh, quien retiró su candidatura a principios de febrero.

Pero siete días antes de este paso, Trump, quien ha buscado con fuerza el voto de la zona donde se estima que los cubanos son la primera fuerza electoral, ha indicado poner en vigor una medida que ya le ganó críticas de gran parte de esta comunidad en el país.

El pasado 10 de enero, el Departamento de Transporte de Estados Unidos notificó que en 60 días entraría en vigor la suspensión de vuelos chárter públicos entre cualquier punto de esa nación y Cuba, con excepción del Aeropuerto Internacional José Martí, de La Habana, destino para el que impuso un límite de 3 600 vuelos de ida y vuelta.

Esa cantidad, correspondiente a los niveles actuales de servicio, resulta insuficiente ante la eliminación del resto de los destinos dentro de la Isla, y además de presión, procurará responsabilizar a Cuba de los problemas que esta hostil medida desen­cadenará.

Fue a petición del Secretario de Estado, Mike Pompeo, conocido por su acidez con respecto a la Revolución, que se ejecutó esta acción contra nueve aeropuertos internacionales cubanos, lo que se une a las más de 190 medidas aplicadas desde 2017 contra nuestro pueblo.

El cierre consular de la embajada estadounidense en La Habana, la suspensión de viajes de cruceros, la persecución contra barcos tanqueros que transportan petróleo, y la drástica reducción de los vuelos, forman parte de la estrategia de presión que la administración trumpista impulsa para ganar los votos de los anticubanos en la Florida.

Sin embargo, esta vez, las reacciones en contra no se han hecho esperar desde el mismo Estados Unidos, donde de acuerdo con no pocos medios de prensa existe incertidumbre entre los cubanos residentes, quienes ya desde finales de 2019 vieron suspendidos los ­vuelos regulares directos hacia el interior de su tierra natal después de haber sido restablecidos en 2016, luego de una interrupción de 55 años.

Las informaciones indican un incremento en la demanda de pasajes en Miami, y los afectados recuerdan los tiempos de George W. Bush, quien en 2004 limitó los viajes directos a Cuba a solo una visita cada tres años. Ahora, otra vez, se valoran las opciones de viajar por un tercer país, lo que dificulta y encarece las visitas a sus familias.

La reducción de los viajes va a elevar el precio de los pasajes como resultado de la disminución de los vuelos y la competencia entre las aerolíneas, destacó Reportur, sitio de noticias de turismo en América Latina; un efecto que suma dificultades a lo que ya la emigración considera «un golpe innecesario contra las familias».

«Décadas de tratar de dividir al pueblo cubano por los resultados electorales en el sur de la Florida y cero logros positivos de [una] política [que] aparentemente nunca pasa de moda para algunos», posteó en Twitter Collin Laverty, presidente de la organización Cuba Educational Travel.

James Williams, presidente de la coalición Engage Cuba, comentó: «Entendemos que los políticos que hacen esta medida probablemente nunca hayan estado en Cuba, pero incluso ellos deberían ser capaces de ver que la gran mayoría de los cubanos no viven en La Habana».

Más de 600 000 estadounidenses viajaron a Cuba en 2017 y 2018, además de medio millón de cubanoamericanos. El año anterior, 552 816 cubanoamericanos visitaron la Isla desde Estados Unidos, cifra que –según destacó el canciller cubano Bruno Rodríguez– evidencian el fortalecimiento de los vínculos de Cuba con sus nacionales en el exterior.

Tomado de Granma

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