Treinta años atrás, por esta fecha, los trabajadores del Combinado de Papeles Blancos de Jatibonico estábamos por alcanzar un logro muy importante: sobrepasar, en términos de calidad y eficiencia, lo que el fabricante —la compañía francesa Creusot-Loire Entreprise— indicaba como capacidad máxima productiva de diseño.

Construido a un costo de 211 millones de pesos, de ellos 138 en divisas convertibles, al cierre del primer semestre de 1990 el Combinado de Jatibonico logró producir 500 toneladas más que lo teóricamente posible, un resultado que envidiaría cualquier empresario capitalista. Esto pudo hacerse gracias a reducir niveles de papel rechazado, y la extraordinaria productividad del trabajo: si en 1985 la plantilla sobrepasaba los 1600 trabajadores, ya para 1990 había descendido a solo 790.

Ningún modelo económico de gestión es enteramente de un país o de un sistema; en todos hay elementos comunes. Ninguno puede prescindir del mercado, por ejemplo; la diferencia fundamental del capitalista con el socialista está en el tipo de propiedad. ¿En qué consistía el modelo aplicado en la Papelera de Jatibonico? Groso modo, en administración por objetivos, disciplina tecnológica, mantenimiento preventivo planificado, presupuestos de gasto por área de responsabilidad; análisis económico sistemático; capacitación y adiestramiento periódico del personal, atención al hombre; innovación tecnológica; análisis diario de tiempos perdidos e índices de consumo; pago por resultados y sistema de estímulo ajustado como traje a la medida… Nada diferente a cualquier empresa de éxito.

¿Qué determinó su paralización definitiva? La ley Torricelli. Ya en 1992, tras el derrumbe de los soviéticos, la empresa se aprestaba a retomar su habitual ritmo productivo cuando esta ley extraterritorial dio un golpe demoledor. Ninguna empresa similar del mundo hubiera podido resistirlo. Como todo barco que tocase puerto cubano no podía hacerlo en estadounidenses hasta pasados seis meses, los gastos de flete y seguros aumentaron extraordinariamente. Muchas veces fue necesario trasbordar mercancías en puertos extranjeros cercanos, con el consiguiente doble gasto de manipulación.

En otras, se debió hacer compras exageradas en lugares lejanos, tal es el caso del caolín proveniente de China, de mucha menor calidad, pues esa ley obligó a cerrar contrato a la habitual suministradora inglesa, dado que esta operaba con más de 10 % de capital estadounidense. Así, hubo que aumentar considerablemente las normas de inventario, para tener adecuadas reservas, todo lo cual derivó en una insufrible tensión financiera. Se producían frecuentes paradas por piezas de repuestos y otros insumos menores que no llegaban a tiempo; e igual trastorno se tuvo para la exportación que permitiera mantener el flujo productivo. He enumerado solo un pequeño grupo de angustias; la sumatoria de todas llevó a la quiebra.

Conclusiones:

La eficiencia no la determina el tipo de propiedad.
Los modelos a aplicar hace rato que están en los libros.
Si tienes costos altos por el bloqueo, lo seguirá teniendo así implantes un modelo de otra galaxia.

Tomado de La pupila insomne.

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