(le sugerimos ver antes la primera y la segunda parte de este trabajo)

El Trienio 2019-2021 supondrá la irrupción en el escenario geopolítico de América Latina de una nueva ola negra involucionista que consistirá en la implementación de “golpes de mano blanda”, con el objetivo inequívoco de sustituir a los regímenes insensibles a los dictados de Washington por regímenes autocráticos tutelados por EE.UU.

¿Venezuela en el limbo?

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Nicolás Maduro da la mano a una policía recién graduada durante una ceremonia de graduación de oficiales de la Policía Nacional Bolivariana en Caracas (Foto: Reuters)

Exxon Mobil forma parte de la Cuarta Rama del Gobierno de EE.UU. (verdadero Poder en la sombra que toma las decisiones en política exterior) y fue nacionalizada en el 2007 por Hugo Chávez. A instancias de Tillerson, la revolución chavista ya fue declarada “enemiga peligrosa de EE.UU”.

Rusia y Venezuela esperan potenciar el comercio bilateral y constituir un nuevo esquema de unión dentro de la alianza estratégica, utilizando monedas nacionales en las transacciones comerciales entre ambos países para luego utilizarlas como fuente de acumulación de reservas. Así adquieren preeminencia frente al dólar en las operaciones financieras internacionales, dentro de la ofensiva de Putin para acabar con el papel del dólar como patrón monetario mundial tras la imposición por parte de EE.UU. de nuevas sanciones contra Rusia.

Venezuela ha realizado en los últimos años compras de material militar ruso por un montante de 11.000 millones que incluyen 24 cazas de combate Su-30 , helicópteros y sistemas de defensa antiaérea.

Ha recibido préstamos por valor de 5.000 millones de la rusa Rosneft a cambio de envíos de crudo y combustible, siendo en la actualidad deudor de unos 3.000 millones que serán condonados por Putin, no siendo descartable la instalación de una megabase naval y logística en Venezuela.

Por su parte, el holding ruso Gazprom, junto con la compañía estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y la francesa Total E&P, firmaron un acuerdo para el proyecto de exploración de gas en el bloque Azero en el sur-oriente boliviano, que significará una inversión de 4500 millones de dólares.

Además, el acuerdo chino-venezolano por el que la empresa petro-química estatal china Sinopec invertirá 14000 millones de dólares[1], sería un misil en la línea de flotación de la geopolítica global de EE.UU, cuyo objetivo inequívoco sería secar las fuentes energéticas de China.

Estados Unidos quiere evitar a toda costa que Maduro se perpetúe en el Poder hasta el 2025, por lo que procederá a la aplicación de sanciones al crudo venezolano para provocar el default o cese de pago. Así, tras una sistemática e intensa campaña desestabilizadora[2], el proceso de “acoso y derribo de Maduro” se completará con la petición de Guaidó al Ejército para que se erija en “salvador de la Patria”, siguiendo el plan diseñado por la CIA.

Brasil, nuevo gendarme neocon de EEUU

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Bolsonaro le entrega a Trump una camiseta de fútbol, profesándole su admiración. Según el presidente brasileño, «con los norteamericanos compartimos la defensa de las libertades, el respeto a la familia tradicional, el temor de Dios, nuestro creador, y la lucha contra la ideología de género, lo políticamente correcto y las noticias falsas»

Brasil forma parte de los llamados países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y aunque se descarta que dichos países forman una alianza política como la UE o la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), dichos países tienen el potencial de formar un bloque económico con un estatus mayor que del actual G-8[3].

El objetivo confeso de EE.UU. es neutralizar la influencia rusa y china en el cono sur americano y lograr que Brasil asuma el papel de «gendarme de los neoliberales» en Sudamérica.

Brasil juega un rol fundamental en el nuevo tablero geopolítico diseñado por EE.UU. para América Latina, ya que le considera como un potencial aliado en la escena global al que podría apoyar para su ingreso en el Consejo de Seguridad de la ONU como miembro permanente, con el consiguiente aumento del peso específico de Brasil en la Geopolítica Mundial.

Según el ex-Presidente Lula “los americanos no soportan el hecho de que Brasil se haya convertido en un actor global y en el fondo, lo máximo que ellos aceptan es que Brasilia sea subalterno, como ya lo fue”.

Rousseff tras afirmar que «el espionaje ilegal representa una violación de soberanía incompatible con la convivencia democrática entre países amigos», exigió a Estados Unidos explicaciones convincentes de las razones de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) para presuntamente violar las redes de computadoras de la petrolera estatal Petrobras.

Tras su enérgico discurso en la apertura de la 68 Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), se habría granjeado la enemistad de la Administración USA, que procedió a la implementación del «caos constructivo» en Brasil para desestabilizar su mandato presidencial (impeachement). Tras el triunfo de Bolsonaro, asistiremos a la conversión de Brasil en el nuevo “gendarme neocon” de EE.UU. en Sudamérica.

Además, con Bolsonaro, podríamos asistir a la entrada de Brasil en la OTAN como “socio global”, como ya hiciera en su día Colombia.

Se estaría tejiendo la telaraña que intentará envolver al régimen de Maduro y de lo que sería paradigma la apertura conjunta con EEUU, Perú y Colombia de una base militar en pleno corazón del Amazonas, proyecto conocido con el nombre de Amazonlog 17 y que contando con la inestimable ayuda logística de Colombia (convertida en el portaaviones continental de EEUU) y de Brasil (devenido en el nuevo Gendarme neocon de Sudámerica), podría intentar finiquitar el legado chavista en el 2020.

La excusa legal será la invocación de la Carta Democrática Interamericana que declara “que los pueblos de América Latina tienen derecho a la democracia y sus gobiernos tienen la obligación de promoverla y defenderla”, lo que permitirá a EEUU intervenir en cualquier país del llamado “patio trasero” cuando estime que “son negados los derechos universales o cuando la independencia de la justicia o la prensa esté amenazada”.

EL FMI y el final de la soberanía económica argentina

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Macri y Lagarde, presidenta del FMI, en la cumbre del G7.

Respecto a Argentina, la aceptación por Macri de los postulados del FMI supuso hipotecar la soberanía económica de Argentina para la próxima década. Así, la contracción de la demanda mundial de materias provocó el estrangulamiento de sus exportaciones y la depreciación de su moneda debido a la fortaleza del dólar. Ello se tradujo en aumentos de los costes de producción, pérdida de competitividad, estanflación e incrementos espectaculares de la Deuda Exterior.

En efecto, la economía argentina quedó más expuesta a una apreciación del dólar y la reversión de los flujos de capital, al estar hipotecada por vencimientos de Deuda para el 2019 estimados en cerca de 25 000 millones.

Finalmente, la economía argentina pivota en escenarios de estanflación (inflación desbocada y recesión económica) que sería de una de las más peligrosas combinaciones para la economía. Ambos elementos distorsionan el mercado y la terapia de choque para combatir el estancamiento económico tiene como efecto secundario el incremento de la inflación.

Así, para incentivar el consumo y salir de la recesión, se requieren terapias basadas en la expansión fiscal y monetaria, lo que al final deviene en un círculo explosivo (estancamiento secular) que tendrá como efectos colaterales la agudización de las tasas de pobreza y de los conflictos sociales.

No es descartable un posterior golpe de mano militar que contará con las bendiciones de EEUU y que implementará una feroz represión contra los movimientos refractarios a los dictados de la autocracia militar.


[1] Para lograr una producción diaria de petróleo en 200.000 barriles diarios de crudo en la Faja Petrolífera del Orinoco, considerado el yacimiento petrolero más abundante del mundo.

[2] Que incluyen: la drástica reducción de sus compras de crudo a Venezuela con el objetivo inequívoco de lograr la asfixia económica del Gobierno de Maduro, aunado con un desplome de la producción de crudo venezolano estimado en 500.000 barriles para el 2019; la salvaje especulación para incrementar los precios; el desabastecimiento selectivo de artículos de primera necesidad; y la amplificación en los medios de la creciente inseguridad ciudadana.

[3] Se estima que en el horizonte del 2050 tendrán más del 40% de la población mundial y un PIB combinado de 34 951 Billones de dólares.

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