El Trienio 2019-2021 supondrá la irrupción en el escenario geopolítico de América Latina de una nueva ola negra involucionista que consistirá en la implementación de “golpes de mano blanda”, con el objetivo inequívoco de sustituir a los regímenes insensibles a los dictados de Washington por regímenes autocráticos tutelados por EE.UU.

El incierto futuro de la democracia en México

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Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores de México, saluda a Evo Morales a su llegada a territorio mexicano.

La revista Foreign Policy, (edición de enero-febrero, 2012), publicó un análisis de Brzezinski titulado “After America” (”Después de América”), donde analiza la tesis de la decadencia de los EE.UU. debido a la irrupción en la escena global de nuevos actores geopolíticos (China y Rusia) y de sus posibles efectos colaterales en las relaciones internacionales.

Respecto a México, Brzezinski afirma que «el empeoramiento de las relaciones entre una América (EE.UU.) en declinación y un México con problemas internos podría alcanzar niveles de escenarios amenazantes».

Así, debido al “caos constructivo” exportado por EE.UU. y plasmado en la guerra contra los cárteles del narco iniciada en 2006, México sería un Estado fallido del que sería paradigma la ciudad de Juárez[1].

Para evitar el previsible auge de movimientos revolucionarios antiestadounidenses se procederá a la intensificación de la inestabilidad interna de México hasta completar su total balcanización y sumisión a los dictados de EE.UU. Así, la política anti-inmigración de Trump conllevará una severa constricción de las exportaciones de productos mexicanos a EE.UU. así como de la entrada de remesas de dólares en México[2].

Esto podría suponer una debacle socioeconómica, que desencadene aún más frecuentes estallidos de conflictividad social, siendo previsible una clara regresión de las libertades democráticas y un posterior retorno a escenarios ya superados de intervención del Ejército como “garante del orden constitucional”.

Cuba y la miopía geopolítica de Donald Trump

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«(…) la renovación automática por parte de EE.UU. por un año más del bloqueo comercial a la isla podría suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 70 000 millones de dólares.»

Moscú es actualmente el noveno socio comercial de la Habana y como prólogo a la visita de Putin a la Isla, la Duma rusa ratificó la condonación de la deuda de Cuba con la URSS estimada en 35 200 millones[3].

Putin se reunió con Raúl y Fidel Castro para abordar temas concernientes a la cooperación técnico-militar entre Moscú y La Habana y tratar asimismo temas como la cooperación energética, transporte, aviación, espacio y salud, además de firmar varios acuerdos.

Respecto al acercamiento de EE.UU. a Cuba, Donald Trump adoptó como leit motiv de su Presidencia eliminar todo vestigio del legado obamaniano.

Así, tras el intento de finiquitar el Obamacare, el anuncio de revisión del Tratado NAFTA y la retirada de EE.UU. del Acuerdo de París contra el Cambio Climático[4], el siguiente paso era intentar deshacer los avances diplomáticos y comerciales alcanzados con Cuba bajo el mandato de Barack Obama.

La administración Trump[5] aumentó las regulaciones y la supervisión para dificultar a las empresas estadounidenses rubricar acuerdos con Cuba, así como para que los estadounidenses continúen viajando al país. Finalmente, la renovación automática por parte de EE.UU. por un año más del bloqueo comercial a la isla podría suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 70 000 millones de dólares.

La miopía geopolítica de la Administración Trump podría provocar la firma de un nuevo tratado de colaboración militar de Cuba con Rusia[6], que incluiría la instalación de una base de Radares en la abandonada base militar de Lourdes para escuchar cómodamente los susurros de Washington.

¿Nicaragua en el punto de mira del Pentágono?

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Proyectos para la construcción de un canal interoceánico en Nicaragua se remontan a finales del siglo XIX (este mapa se remonta a 1870 y está conservado en la Librería del Congreso de los Estados Unidos)

Petrocaribe fue creado en 2005 por iniciativa de Venezuela con el objetivo de suministrar combustibles a los países miembros en condiciones ventajosas de pago, como créditos blandos y bajas tasas de interés y estaría integrado por 18 países[7]. La nueva estrategia de EE.UU. sería estrechar lazos comerciales y militares con los países de Petrocaribe ante el peligro de contagio mimético de los ideales revolucionarios chavistas, al depender en exclusiva de la venezolana Petrocaribe para su abastecimiento energético.

Por otra parte, China habría asumido el reto de construir un nuevo canal en Nicaragua (Gran Canal Interoceánico) similar al canal del istmo de Kra que tiene proyectado entre Tailandia y Birmania para sortear el estrecho de Malaca, convertido “de facto” en una vía marítima saturada y afectada por ataques de piratas, e inauguró en el 2010 el gasoducto que une a China con Turkmenistán y que rodea a Rusia para evitar su total rusodependencia energética al tiempo que diversifica sus compras.

EE.UU. procederá a desestabilizar el gobierno de Daniel Ortega dentro de su estrategia geopolítica global de secar las fuentes energéticas chinas.

Por otra parte, la instalación el pasado abril de una estación satelital rusa en Managua (laguna de Nejapa) para “controlar el narcotráfico y estudiar los fenómenos naturales” habría provocado el nerviosismo del Pentágono que acusa a Rusia de “estar usando Nicaragua para crear una esfera de espionaje militar” mediante el Sistema Global de Navegación por Satélites (Glonass), el equivalente al GPS de EE.UU.

En consecuencia, la Administración Trump recurrirá a la doctrina expuesta por Sherman Kent en su libro “Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana”. Así, hemos asistido a la aprobación por el Congreso y el Senado de EE.UU. del proyecto de ley conocido como Nica Act (Nicaraguan Investment Conditionality Act of 2017), que busca congelar los préstamos internacionales de instituciones satélites de EE.UU. (Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo) a Nicaragua, con el objetivo confeso de provocar su inanición financiera y posterior asfixia económica.

En consecuencia, se estaría preparando una nueva revolución de colores teledirigida por EE.UU. para forzar a las élites dominantes a la celebración de nuevas elecciones generales, con el objetivo confeso de finiquitar la herencia sandinista y conseguir que Nicaragua vuelva a la senda de las democracias tuteladas por EE.UU.


[1] La ciudad más insegura del mundo con una cifra de muertes violentas superior al total de Afganistán en el 2009.

[2] Cerca de 34000 millones en el 2018 según el Banco de México.

[3] De esta deuda, 3520 millones serán abonados por Cuba en diez años y reinvertido por Rusia en la economía cubana.

[4] Medidas cosméticas fruto de la paranoia personal de Trump que no verán su plasmación en la legislación estadounidense por la rotunda oposición de amplios sectores de la sociedad civil y de la división de la clase política republicana.

[5] Bajo la extenuante presión de los destacados representantes cubano-americanos Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, ambos republicanos.

[6] Rememorando el Pacto Secreto firmado en 1960 en Moscú entre Raúl Castro y Jruschov.

[7] Incluidos Honduras, Guatemala, Cuba, Nicaragua, República Dominicana, Haití, Belice y una decena de islas del Caribe.

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