Nadie puede engañarse, Estados Unidos mantendrá la guerra total contra Venezuela, porque su objetivo es derrocar la Revolución Bolivariana, con la ilusión de que su caída, por efecto dominó, provoque la de Cuba y para eso trabajan con el apoyo de sus aliados europeos y latinoamericanos.

Mientras Nicolás Maduro esté dirigiendo ese país, respaldado por su pueblo, la Unión Europea no establecerá diálogo alguno y menos Estados Unidos, así lo confirman las más recientes declaraciones y actos.

Durante una teleconferencia en días pasados, Mike Pompeo dijo:

“Estados Unidos busca restaurar la democracia en Venezuela, pero será el pueblo venezolano el que finalmente lo haga”, y añadió:

El gobierno de Donald Trump continuará haciendo todo lo que podamos, para propiciar la salida del poder de Nicolás Maduro, esto incluye la presión económica sobre Caracas y sobre su aliado Cuba, reflejada en una batería de sanciones, pero también, y más importante, la conformación de una coalición global para tratar de ayudar al pueblo venezolano a lograr sus objetivos”.

¿Dónde está el diálogo prometido por Josep Borrell a Maduro, para que no expulsara a su embajadora de Caracas?

Mentiras y artimañas para ganar tiempo, pues la Unión Europea solo reconoce a Juan el títere Guaidó, por presiones y órdenes de Washington, entonces ¿para qué quiere tener una embajadora ante un gobierno que no acepta?

Acto seguido a la decisión soberana de Caracas, el Parlamento Europeo propuso ampliar la lista europea de sanciones al gobierno de Maduro, si este sigue “empeorando” la situación en su país y el eurodiputado Jordi Cañas, expresó:

“No lo reconocemos y seguiremos reforzando las sanciones. Maduro sabe que tiene los días contados y que no puede acceder a las reservas de dinero del país, ni sus cómplices se pueden mover en libertad”.

Sin dar tregua a sus medidas contra el gobierno constitucional de Venezuela, hace solo días el Parlamento Europeo aprobó otra resolución condenatoria, esta vez sobre la “situación humanitaria” en Venezuela y la crisis migratoria y de refugiados, que le atribuyen al mandatario y no a la guerra económica, comercial, financiera y psicológica que ejecuta Estados Unidos para ahogarlos y que las penurias provoquen el rechazo del pueblo a la Revolución.

Es la misma estrategia que desarrollan contra Cuba desde 1959, sin resultados.

Ante esa guerra sistemática contra Venezuela, saltan los lacayos pagados por Washington como es el caso de Michelle Bachelet, que no sanciona al presidente chileno Sebastián Piñera por masacrar a su pueblo, pero declara con toda desfachatez en un informe presentado ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU:

Tenemos preocupación por la falta de independencia judicial en Venezuela por la interferencia política, entre otras cosas, especialmente en lo tocante a las resoluciones sobre la Asamblea Nacional”.

Copia del guión que desarrolla el presidente yanqui, quien en su breve visita Miami para hacer campaña electoral, no se preocupó por los más de 315 mil contagiados por el Covid-19, ni por las casi 4 mil 600 muertes, sino que gastó su tiempo en prometer seguir luchando contra Venezuela y Cuba; politiquería a las dos manos.

El presidente Maduro alertó al pueblo y al mundo, sobre la campaña masiva que desarrolla Estados Unidos contra su país, que intenta deformar la realidad con hechos inexistentes, a la vez que silencian las afectaciones que producen la guerra económica y financiera.

Venezuela está sometida a una despiadada guerra diseñada por Washington, pero resiste estoicamente los embates imperiales y de sus aliados, como los recientemente ejecutados por el Gobierno de Suiza, que amplió la lista de funcionarios venezolanos sancionados, con otros once y que también fueron agregados a lista negra de la Unión Europea.

A esas maniobras le añadieron medidas de guerra económica y financiera, evidentemente indicadas por Estados Unidos, como fue la congelación de bienes y activos, la prohibición de compra de equipos y bienes militares, equipos para vigilancia, además de congelar los recursos económicos de los funcionarios incluidos en su lista negra, a quienes también se les prohíbe visitar Suiza.

En esa lista de sancionados, se encuentran los diputados que la Unión Europea acusa de privar de su inmunidad parlamentaria al títere Juan Guaidó, para que sea investigado por el Ministerio Público.

La Unión Europea tiene sancionados a 36 funcionarios venezolanos, lo que prueba que con esa entidad no hay ni habrá diálogo alguno.

Todas estas sanciones están contempladas en el reciente libro lanzado por John Bolton, donde se comprueba la estrategia despiadada para destruir a Venezuela, solo por no arrodillarse ante Washington.

Con total desvergüenza afirma Bolton:

“Después de los infructuosos esfuerzos para expulsar a Maduro, la Administración Trump no dudó en discutir públicamente, en detalle, lo cerca que estuvo la oposición de expulsar a Maduro”.

“¿Por qué no declarar a Venezuela como estado patrocinador del terrorismo?, algo que sugerí por primera vez el 1 de octubre de 2018, y también devolver a Cuba a la lista, después de que Obama la eliminó”.

Para no dejar dudas que apoderarse de los recursos petroleros venezolanos es la meta, Bolton expone:

“Trump quería garantías sobre el acceso, post-Maduro, a los recursos petrolíferos de Venezuela”.

Como en el caso de Iraq, deberíamos tomar el petróleo de Venezuela después de expulsar a Maduro”.

Las informaciones que aporta ese libro, permiten entender las razones del Reino Unido para no entregar el oro a Venezuela, al explicar el ex Asesor de Seguridad:

“El Ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Jeremy Hunt, en su visita a Washington, estaba encantado de cooperar con los pasos que podrían tomar, por ejemplo, congelar los depósitos de oro venezolano en el Banco de Inglaterra, para que el régimen no pudiera vender el oro para mantenerse en marcha”

“Estos eran los tipos de pasos que ya estábamos aplicando para presionar financieramente a Maduro”.

Estados Unidos se autoproclama dueño de todo lo que desea, pero se atragantó con Cuba y Venezuela, huesos duros de roer y con una soberanía muy difícil de vencer, porque cómo profesó José Martí:

“Venceremos porque tenemos de nuestro lado la justicia”

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