Las sucesivas administraciones que han ocupado la Casa Blanca en los últimos 60 años, y en particular la del oligarca Donald Trump, muestran una aberrada y paranoica proclividad en sus campañas de odio y mentiras contra la revolución cubana, en utilizar a vulgares delincuemtes comunes, terroristas y mercenarios apátridas de toda laya que venden a la opinión pública internacional como supuestas víctimas de graves violaciones de sus derechos ciudadanos o prisioneros políticos.

Primero fueron los esbirros asesinos y torturadores de la sangrienta tiranía batistiana, luego siquitrillados latifundistas, casatenientes y algunos traidores oportunistas que conspiraron contra nuestro pueblo, sanguinarios bandidos que masacraron a campesinos, maestros y alfabetizadores en el Escambray y otras zonas del país en los años 60 del pasado siglo.

Más adelante las hordas mercenarias derrotadas de forma aplastante en Playa Girón, los sicarios de la Operación Mangosta cuyo principal objetivo era atentar contra la vida de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro y otros dirigentes de la Revolución, así como los grupos de terroristas organizados y entrenados por la CIA como los de Orlando Bosch y Posada Carriles, autores ambos  en 1976 de la explosión en Barbados de un avión de Cubana de Aviación en pleno vuelo que causó la muerte de 73 personas a bordo.

En fin, una larga lista de delincuentes sin escrúpulos entre los que no faltan ejemplos de descarados estafadores, fingidos paralíticos en sillas de ruedas y simuladores de enfermedades inexistentes.     

En realidad, esta tenebrosa fauna es rica en repugnantes especímenes, pero todos ellos tienen un factor denominador: ¡ser infames lacayos al servicio del imperialismo yanqui!

Es de señalar que cada vez que el gobierno norteamericano se percata con desesperación, como sucede ahora, que el cúmulo de agresivas medidas adoptadas para poner de rodillas a nuestro heroico pueblo no dan resultado, montan un show con un personaje de esta naturaleza para tratar de lograr sus maquiavélicos fines.   

En consonancia con esta sucia política desde hace varias semanas, el gobierno de Estados Unidos viene dirigiendo una nueva campaña de calumnias y descrédito contra Cuba como parte de su política de creciente hostilidad contra nuestro país. La impulsa frente al fracaso político de intentar rendir a los cubanos con el fortalecimiento del bloqueo económico y las medidas para privarnos de combustible, y ante la demostrada capacidad de resistencia de nuestro pueblo, que celebra con optimismo el 500 aniversario de la capital.

Utiliza como pretexto la detención del contrarrevolucionario José Daniel Ferrer, agente asalariado al servicio de Estados Unidos, con una larga trayectoria de acciones de provocación contra el orden público y contra la legalidad.

Es de señalar que sobre esta ridícula farsa la eurodiputada checa recién electa vicepresidenta del Parlamento Europeo, Dita Charanzová, propuso el debate y el voto, de una resolución de urgencia sobre la situación de Ferrer y de los derechos humanos en general en Cuba, bajo el mismo discurso utilizado por Washington.

Al respecto, la embajadora cubana ante Bélgica, Luxemburgo y la Unión Europea, Norma Goicochea, expuso en una carta abierta dirigida al Parlamento Europeo los argumentos que demuestran que el ciudadano José Daniel Ferrer no es un detenido político.

 “Me permito escribirles sobre el debate que tendrá lugar en sesión plenaria sobre “Casos de violaciones de los derechos humanos, de la democracia y de Estado de Derecho” en el que han incluido el del ciudadano cubano José Daniel Ferrer”, precisó.

Goicochea comentó en su misiva que el ciudadano en cuestión fue detenido por las autoridades competentes el 1 de octubre, en respuesta a la denuncia presentado por su coterráneo Sergio García, quien lo acusó a él y a otros tres individuos de haberlo secuestrado durante toda una noche y propinado una severa golpiza que lo dejó en condiciones de ingreso hospitalario.

“Por dicha razón Ferrer se encuentra pendiente de juicio, en correspondencia con el marco legal cubano. Semejante conducta atenta contra el respeto a la dignidad humana, principio que el Tratado de Lisboa reconoce en la acción en la escena internacional de la Unión, al igual que el respeto al Estado de Derecho, y a la universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos, los que son compartidos y preservados por mi país”, subrayó.

La embajadora denunció la clara intromisión de Estados Unidos y su misión diplomática, orientando, instigando y financiando la conducta violenta y desestabilizadora de Ferrer, a quien pretenden fabricar la imagen de opositor perseguido y maltratado.

En ese sentido, cuestionó el papel de la embajada norteamericana en La Habana, al concentrarse “en los últimos meses en el fallido propósito de reclutar mercenarios, de promover la división y la confusión en nuestro pueblo, de identificar las áreas de la economía contra las cuales dirigir las medidas coercitivas, y en tratar de calumniar y desacreditar la gestión del Gobierno cubano y a la Revolución”.

Estoy segura de que semejante violación de los principios que rigen las relaciones entre estados, son rechazadas por ustedes, como parte de vuestro compromiso con el respeto del Derecho Internacional y de los propósitos y principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, agregó.

Goicochea manifestó también a los eurodiputados su seguridad de que conocen la inexistencia en Cuba de detenciones arbitrarias.

En la isla, como ocurre en muchos países en los que prima el Estado de Derecho, es la ley quien establece los procedimientos y las circunstancias que ameritan la detención; así como los términos en los que el detenido debe ser sujeto a medidas cautelares, debe iniciársele un proceso penal o ser puesto en libertad, acotó.

Asimismo, compartió que Ferrer ha recibido visita de su esposa y de sus hijos y contado con la debida atención médica.

Además, “realiza ejercicios físicos regulares y, ante solicitud realizada, se le facilita asistencia religiosa. Puedo asegurarles que son falsas todas las referencias a su desaparición física, al supuesto maltrato físico, a la tortura o a que recibe insuficientes alimentos. Esas mentiras son deliberadamente concebidas y orientadas por el Gobierno de Estados Unidos y su Embajada en La Habana”, sentenció.

La diplomática reiteró la disposición de su país a continuar interactuando con los eurodiputados sobre la base del irrestricto respeto a los principios del Derecho Internacional, la Carta de las Naciones Unidas y todos los principios y compromisos reafirmados en el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre Cuba, la Unión Europea y sus Estados miembros.

Ferrer: un delincuente violento

Debe conocerse que antes de su actividad al servicio del Gobierno de Estados Unidos, José Daniel Ferrer tenía una trayectoria delincuencial y de conducta violenta totalmente ausente de motivaciones políticas.

Este peligroso sujeto tiene antecedentes registrados que datan de 1993. Estos incluyen agresiones con violencia física a otros ciudadanos, incluyendo mujeres, y desorden público, comportamiento que se incrementó en años recientes.

Injerencia de la Enbajada Estadounidense en La Habana

La Embajada de los Estados Unidos en Cuba ha sido el vehículo fundamental de atención, orientación y financiamiento de la conducta de José Daniel Ferrer, en clara manifestación de intromisión en los asuntos internos de Cuba y de abierta instigación a la violencia, a la perturbación del orden y al desacato de las fuerzas del orden por parte de este ciudadano.

La jefa de la misión diplomática conduce personalmente este desempeño.

Es conocido que, lejos de dedicarse a la promoción de los vínculos bilaterales, a velar por los intereses del pueblo estadounidense y de su Gobierno, y al impulso de las relaciones pacíficas entre los Estados, la Misión Diplomática de ese país en Cuba y particularmente su Encargada de Negocios se han concentrado en los últimos meses en el fallido propósito de reclutar mercenarios, de promover la división y la confusión en nuestro pueblo, de identificar las áreas de la economía contra las cuales dirigir las medidas coercitivas, y en tratar de calumniar y desacreditar la gestión del Gobierno cubano y a la Revolución.

Sobre todo esto existen pruebas suficientes.

Una política nada novedosa de Washington contra Cuba

No es nuevo que el Gobierno de Estados Unidos utilice a personas de estas características para su actividad política subversiva contra Cuba y para campañas de descrédito con el apoyo inescrupuloso de los grandes medios de difusión.

Está más que probado que la fabricación, o la creación, o el fomento de la llamada disidencia en Cuba, ha sido el centro de los planes de la agresión de los gobiernos de Estados Unidos en estos 60 años.

A las administraciones norteamericanas no les ha quedado otra alternativa que tratar de fabricar una oposición a la Revolución, y digo que no le ha quedado otra alternativa porque, realmente, ninguna fuerza patriótica se aliaría jamás a Estados Unidos; ninguna fuerza patriótica —eso está probado a lo largo de toda la historia de la Revolución Cubana desde 1868— se aliaría contra el programa de la Revolución, la independencia nacional, la justicia social, el derecho al desarrollo, a la unidad nacional que ha sido el componente principal para resistir los embates de Estados Unidos, que ha sido el enemigo natural de la existencia de la nación cubana en estos 200 años.

Eso está probado por la historia y, en el caso de la fabricación de la supuesta oposición, está probado por los elementos mismos que se han descubierto al respecto; y cada vez que Estados Unidos desclasifica documentos, aparecen cosas nuevas, como pasó en el año 1998 cuando se desclasificó el informe del Inspector General de la CIA y se conoció en detalle el programa de acción contra Cuba que había aprobado el presidente Eisenhower el 17 de marzo de 1960, y donde en uno de esos aspectos medulares de orientación a las agencias del gobierno se planteaba crear la disidencia hacia el interior de Cuba, para lo cual en 1960 asignaron inicialmente 4 millones de dólares, pero ya para 1961, al año siguiente, lo incrementaron inmediatamente a 40 millones.

Por su parte, en el Programa de Santa Fe de 1979, una de las recomendaciones en el programa de gobierno de Ronald Reagan es la promoción de la disidencia en Cuba a partir de supuestos grupos de derechos humanos.

“El objetivo decía es desarrollar presiones públicas contra Cuba, y para ello delineó como estrategia el multipropósito de desgastar a la Revolución con procesos de disidencia interna para propiciar la imagen de que la situación cubana no se debía a su enfrentamiento histórico con Estados Unidos, sino a la incapacidad e intolerancia del Gobierno Revolucionario cubano por buscar “una solución entre cubanos”, al negarse al supuesto diálogo como solución para instrumentar una llamada apertura política. 

Uno de los centros de ese “Proyecto democracia” fue estimular a algunos grupúsculos o individualidades que en el seno de la sociedad cubana, con disímiles objetivos y aspiraciones, aunque con una buena dosis de oportunismo y resentimiento, decidieron guardar distancia del proyecto revolucionario. 

Desde posiciones críticas hacia el proyecto nacional cubano, estos individuos se han estado moviendo en todos estos años en el espacio de una campaña internacional dirigida por los sectores más conservadores de la derecha contra Cuba, son visitados por cuanto extranjero quiere mostrar una supuesta imagen de imparcialidad ante el caso cubano y se han convertido en una fuente permanente de información para algunos medios de prensa extranjeros, sobre todo estadounidenses, y miamenses en particular, con los cuales mantienen una comunicación bien fluida.

Con las supuestas acciones “pacíficas” de esa oposición, el 14 de agosto de 1990, se empezó a desarrollar una nueva estrategia, una operación concebida durante el mandato de George Bush (padre) y se dio a conocer públicamente el surgimiento de lo que se llamó la Plataforma Democrática Cubana, como una coalición de tres organizaciones y otras figuras del llamado exilio cubano que habían decidido unir esfuerzos para contribuir a una “transición pacífica hacia la democracia” en Cuba y, en esencia proponían una negociación entre el gobierno cubano y la oposición interna que condujera a un proceso de elecciones que debería observar todas las reglas de la democracia burguesa, celebrarse bajo supervisión internacional, y que desembocaría en un sistema pluripartidista y de economía de mercado.

Es decir, ya desde principios de los noventa estaba en marcha esta gran operación que se marca mucho más con el proyecto de Ley Torricelli y el llamado Carril II. 

Se marca mucho más el 6 de octubre del año 1995 cuando Clinton va a Freedom House y le da medio millón de dólares, públicamente, a esta organización para el financiamiento de los grupúsculos internos en nuestro país.  Se marca también el 28 de enero del año 1997, cuando el propio presidente Clinton da a conocer su famoso Programa de transición política en Cuba, donde está el mismo elemento:  multipartidismo, economía de mercado, elecciones libres, etcétera, etcétera; es la misma gastada prueba que después se va a ver de nuevo en el proyecto de Ley Helms-Burton, la esencia del Título II, que es lo mismo: devolver las propiedades, crear un “gobierno democrático”, desbaratar las instituciones revolucionarias y crear un gobierno democrático con los cubano-americanos y, por supuesto, con su oposición fabricada.

Según este programa “lo que hay que cambiar es el gobierno revolucionario de Cuba.”

Ese es el propósito asignado a esa “oposición” y es lo que hemos estado viendo aquí de cómo la USAID (Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos) le entrega dinero, así como el acuerdo del propio Congreso norteamericano, después de la Ley Helms-Burton, de asignar no menos de 20 millones de dólares a esa “oposición”.

En las actas del Congreso de Estados Unidos —esto no se oculta— se pueden encontrar testimonios sobre ese apoyo logístico y la cobertura política del gobierno norteamericano hacia estos grupúsculos contrarrevolucionarios que actúan en nuestro país. suministran fondos a diversas fundaciones e instituciones de otros países para que sirvan también de canal para ese financiamiento.

Esta obsoleta y perversa política continúa hasta nuestros días, siendo incrementada notablemente por la administración de Donald Trump.

En resumen, como se demuestra hoy con la farsa anticubana del vulgar delincuente común José Daniel Ferrer, tienen necesidad, en fabricar una supuesta oposición, porque no tienen base realmente que los apoye en el interior de Cuba para acabar con el país, y llevan decenas de años con estos fallidos propósitos.

Pero la inversión yanki es cada vez menos rentable pues,  mientras las cifras suben en dígitos, los resultados de sus planes subversivos contra la nación cubana fracasan, cada vez más, estrepitosamente.  

No en balde dijo José Martí:  “Son algunos los vendidos y los muchos los venales; pero de un bufido del honor puede echarse atrás a los que por hábito de rebaño o el apetito de las lentejas se salen de las filas en cuanto oyen el látigo que los convoca o ven el plato puesto.”

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