por Max Blumenthal y Ben Norton

Luis Fernando Camacho, el líder del golpe en Bolivia es un multimillonario de extrema derecha que emergió de los movimientos fascistas de la región de Santa Cruz, donde los Estados Unidos han alentado el separatismo.

Buscó apoyo de Colombia, Brasil y la oposición venezolana.

Cuando Luis Fernando Camacho irrumpió en el palacio presidencial, abandonado luego de la repentina renuncia del presidente Evo Morales el 10 de noviembre, reveló al mundo un lado del país que estaba en crudo desacuerdo con el espíritu plurinacional que había avanzado el depuesto líder socialista e indígena.

Con la Biblia en una mano y la bandera nacional en la otra, Camacho bajó su cabeza en oración sobre la efigie presidencial, cumpliendo la promesa de purgar la herencia nativa del gobierno y «devolver a Dios al Palacio Quemado».

«Nunca más volverá la Pachamama a este palacio», dijo, refiriéndose al espíritu de la Madre Tierra andina. «Bolivia le pertenece a Cristo».

El líder opositor boliviano de extrema derecha Luis Fernando Camacho en el palacio presidencial de Bolivia con una Biblia, después del golpe

Ese día, la oposición boliviana de extrema derecha derrocó al presidente de izquierda Evo Morales, luego de que el mando militar del país le exigió renunciar.

Virtualmente desconocido fuera de su país, donde nunca ha ganado una sola elección democrática, Camacho ocupó el vacío. Un poderoso multimillonario cuyo nombre aparece en los Panamá Papers, fundamentalista cristiano ultra conservador, preparado por una organización paramilitar fascista notoria por su violencia racista, radicados en la región separatista de Santa Cruz.

Camacho también proviene de una familia de las élites corporativas que había amasado su riqueza a partir de las cuantiosas reservas de gas boliviano. Y su familia perdió parte de esas riquezas cuando Morales nacionalizó los recursos de la nación, para poder financiar sus enormes programas sociales, que redujeron la pobreza un 42% y la pobreza extrema un 60%.

Entre los eventos previos al golpe, Camacho se reunió con líderes de los gobiernos de derecha en la región para discutir sus planes de desestabilizar a Morales. Dos meses antes del putsch, tuiteó con gratitud: «Gracias Colombia! Gracias Venezuela!» exclamó, haciéndole un chapó a la operación golpista de Juan Guaidó. También reconoció al gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro, declarando «gracias, Brasil!».

Mientras Camacho y sus fuerzas de extrema derecha hicieron la función del músculo detrás del golpe, sus aliados políticos esperaron para cosechar los beneficios.

El candidato presidencial que la oposición boliviana había lanzado para la elección de octubre, Carlos Mesa, es un privatizador «pro-negocios» con vinculaciones amplias con Washington. Cables del gobierno de los Estados Unidos publicados por WikiLeaks revelan que con regularidad mantenía correspondencia con funcionarios estadounidenses en sus esfuerzos por desestabilizar al gobierno de Morales.

En la actualidad Mesa está registrado como experto en un think tank financiadon por el brazo de soft power del gobierno de los Estados Unidos, la USAID, varios gigantes petroleros y es receptor de muchas corporaciones multinacionales activas en Latinoamérica.

Evo Morales, un campesino que fue ganando prominencia dentro de los movimientos sociales antes de convertirse en el líder de un poderoso partido de base, el Movimiento Al Socialismo (MAS), ha sido el primer presidente indígena del país.

Muy popular entre las numerosas comunidades nativas y campesinas, ha ganado numerosas elecciones y un referendo democrático a lo largo de un período de 13 años, muchas veces de forma arrolladora.

El 20 de octubre, Morales ganó la reelección por más de 600 mil votos, colocándolo justo por encima del márgen de 10 por ciento necesario para derrotar al candidato presidencial de la oposición, Mesa, en la primera vuelta.

Expertos que hicieron un análisis estadístico de la data electoral boliviana disponible al público no encontraron evidencias de irregularidades o fraude. Pero la oposición cantó otra cosa, y se fue a las calles en semanas de protestas y disturbios.

Los eventos que precipitaron la renuncia de Morales fueron indiscutiblemente violentos. Pandillas de oposición atacaron a numerosos políticos del MAS con cargo de elección. Luego saquearon el domicilio del presidente Morales, mientras incendiaban las casas de varios políticos de alto nivel. Familiares de algunos de ellos fueron secuestrados y tomados como rehenes hasta que renunciaran. Una turba torturó públicamente a una alcalde socialista.

Tras la partida de Morales, los líderes del golpe arrestaron a la presidenta y al vicepresidente del órgano electoral, y forzaron a otros funcionarios de la organización a renunciar. Los seguidores de Camacho procedieron a quemar Wiphalas, la bandera que simboliza a la poblaciones indígenas y a la visión plurinacional de Morales.

La Organización de Estados Americanos (OEA), un órgano pro-estadounidense, fundado por Washington durante la Guerra Fría como una alianza de países anticomunistas en América Latina, ayudó a sellar el golpe en Bolivia. Llamó a nuevas elecciones, alegando que habían numerosas irregularidades en el voto del 20 de octubre, sin citar evidencia alguna. Luego la OEA permaneció en silencio mientras Morales era derrocado por su ejército mientras miembros de su partido fueron atacados y forzados a renunciar de forma violenta.

Al día siguiente, la Casa Blanca de Donald Trump alabó entusiastamente el golpe, promoviéndolo de forma enaltecedora como «un momento significativo para la democracia» y «una señal fuerte a los regímenes ilegítmos en Venezuela y Nicaragua».

Emergiendo de las sombras para liderar un putsch violento de extrema derecha

Mientras que Carlos Mesa tímidamente condenó la violencia de la oposición, Camacho la alentó, ignorando los llamados que pedían una auditoría internacional de las elecciones enfatizando su demanda maximalista de purgar del gobierno a todos los simpatizantes de Morales.

Él fue el verdadero rostro de la oposición, oculto por meses detrás de la figura moderada de Mesa.

Un hombre de negocios multimillonario de 40 años del bastión separatista de Santa Cruz, Camacho nunca se ha medido en una contienda electoral. Como Juan Guaidó, el líder golpista venezolano, desconocido por más del 80% de los venezolanos hasta que el gobierno estadounidense lo ungió como supuesto «presidente», Camacho era una figura oscura hasta que el intento de golpe en Bolivia fue agarrando su ritmo.

Primero creó su cuenta Twitter el 27 de mayo de 2019. Por meses, sus tuits fueron ignorados, generando no más de tres o cuatros retuits o «likes». Antes de la elección, Camacho tampoco tenía una entrada con su nombre en Wikipedia, y muy pocos perfiles sobre él habían sido publicados en medios en español o inglés.

Camacho hizo un llamado a la huelga el 9 de julio, publicando videos en Twitter que no superaban las 20 vistas. La meta de la huelga era el intentar forzar la renuncia del órgano electoral del gobierno boliviano, el Tribunal Supremo Electoral (TSE).

Dicho de otra forma, Camacho presionaba a las autoridades electorales del gobierno para que dimitieran más de tres meses antes de las elecciones presidenciales.

No fue hasta después de las elecciones que Camacho fue empujado hacia el foco y se transformó en una celebridad por los conglomerados mediáticos corporativos como el canal local Unitel, Telemundo y CNN en Español.

De repente, los tuits de Camacho emplazando a Morales a renunciar se encendían con miles de retuits.

Se activó la maquinaria del golpe.

Medios mainstream como el New York Times y Reuters cubrieron la unción del Camacho, elegido por nadie, como el «líder» de la oposición boliviana. Pero incluso mientras se asumía con entusiasmo la atención internacional, porciones clave de su activismo de extrema derecha del pasado fueron omitidas.

Sin mencionar quedaron las conexiones de Camacho con los paramilitares cristianos extremistas tristemente célebres por su violencia racista y sus carteles de negocios locales, así como con los gobiernos de derecha en toda la región.

Fue en la atmósfera de paramilitares fachas y separatismo cruceño donde Camacho se formó políticamente, y donde fueron definidos los contornos ideológicos del golpe.

Cuadros de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC), el grupo juvenil fascista boliviano en el que Luis Fernando Camacho comenzó

Estructura de una organización paramilitar franquista

Luis Fernando Camacho fue preparado por la Unión Juvenil Cruceñista (UJC), una organización paramilitar fascista que ha sido vinculada con planes de asesinato contra Morales. El grupo es famoso por atacar a izquierdistas, campesinos indígenas y periodistas, adoptando una ideología racista y homofóbica.

Desde que Morales llegó al poder en 2006, los miembros de la UJC hicieron campaña por separarse de un país cuyos que creían que había sido tomado por masas indígenas satánicas.

La UJC es el equivalente boliviano de la Falange española, la organización supremacista hinduista RSS, y el neonazi Batallón Azov ucraniano. Su símbolo es una cruz que presenta fuertes similitudes con los logos de los movimientos fascistas en todo occidente.

Y sus miembros son conocidos por lanzar saludos sieg heil, al estilo nazi.

Incluso la embajada de Bolivia ha descrito a los miembros de la UJC como «racistas» y «fanáticos», haciendo notar que «han atacado con frecuencia instalaciones y personas pro-MAS y del gobierno».

Luego de haber visitado a miembros de la UJC en 2007, el periodista Benjamin Dangl los caracterizó como los «puños de hierro» del movimiento separatista de Santa Cruz. «La Unión Juvenil es conocida por golpear y latiguear a campesinos marchando por la nacionalización del gas, arrojarle piedras a estudiantes que se estaban organizando contra la autonomía, lanzar molotovs a la estación de la televisora estatal, y atacar brutalmente a miembros del movimiento sin tierra luchando contra los monopolios agrícolas», escribió Dangl.

«Cuando tengamos que defender nuestra cultura por la fuerza, lo haremos”, le dijo un dirigente de la UJC a Dangl. «La defensa de la libertad es más importante que la vida».

Miembros armados de la Unión Juvenil Cruceñista

Camacho fue elegido como vicepresidente de la UJC en 2002, cuando apenas tenía 23 años. Dejó la organización dos años después para construir el imperio familiar y ascender en los rangos del Comité Cívico Pro Santa Cruz. Fue en esa organización donde fue tomado bajo el ala de una de las figuras más poderosas del movimiento separatista, un oligarca croata-boliviano llamado Branko Marinkovic.

En agosto de este año, Camacho tuiteó una foto con su «gran amigo» Marinkovic. Su amistad fue crucial para establecer las credenciales activistas y para forjar la base del golpe que cobraría forma tres meses después.

Imagen
El Macho Camacho junto a Branko Marinkovic

Padrino croata de Camacho e influyente separatista

Branko Marinkovic es un terrateniente de peso que redobló su apoyo a la oposición de derecha luego de que algunas de sus tierras fueron nacionalizadas por el gobierno de Morales. Como presidente del Comité Pro-Santa Cruz, supervisó las operaciones del principal motor del separatismo en Bolivia.

En 2008, la Federación Internacional de Derechos Humanos denunció al comité como un «actor y promotor del racismo y la violencia en Bolivia», en una carta dirigida a Marinkovic.

El grupo de derechos humanos agregó que «condenaba la actitud y el discurso secesionista y unionista así como los llamados de desobediencia a los militares de los que el Comité Cívico Pro-Santa Cruz fue uno de los principales promotores».

En 2013, el periodista Matt Kennard reportó que el gobierno de los Estados Unidos estaba trabajando muy de cerca con el Comité Pro-Santa Cruz para alentarlos hacia la balcanización de Bolivia para debilitar a Morales. «Lo que [los Estados Unidos] pusieron sobre la mesa fue cómo podían fortalecer los canales de comunicación», le dijo el vicepresidente del Comité a Kennard. «La embajada dijo que nos ayudarían con nuestro trabajo comunicacional y tienen una serie de publicaciones por donde avanzan sus ideas».

En un perfil sobre Marinkovic, el New York Times reconocía el trasfondo extremista del movimiento separatista de Santa Cruz que presidía el oligarca. Describió el área como «un bastión de grupos abiertamente xenofóbicos como la Falange Socialista Boliviana, cuyo saludo mano en alto se inspiró en la Falange fascista de Franco, el antiguo dictador español».

La Falange Socialista Boliviana era un grupo fascista que le proveyó refugio al criminal de guerra nazi Klaus Barbie durante la Guerra Fría. Un antiguo experto torturador de la Gestapo, Barbie fue reciclado por la CIA a través de su Operación Cóndor, el programa que ayudó a exterminar el comunismo en todo el continente. (A pesar de su nombre anticuado, como los nacional socialistas alemanas, este grupo de extrema derecha era violentamente anti-izquierda, asesinando a varios socialistas).

La Falange boliviana llegó al poder en 1971 cuando su líder, el general Hugo Banzer Suárez derrocó al gobierno de izquierda del general Juan José Torres González. El gobierno de Torres había enfurecido a los líderes empresariales al nacionalizar las industrias y antagonizar con Washington al expulsar los Cuerpos de Paz, que era visto como un instrumento de penetración de la CIA. De inmediato, la administración Nixon le dio la bienvenida a Banzer con los brazos abiertos y lo cortejó como un bastión contra la expansión del socialismo en la región. (En WikiLeaks aparece un despacho de 1973 en el que el Secretario de Estado Henry Kissinger le agradecía a Banzer sus felicitaciones por ganar el Premio Nóbel de la Paz).

El legado golpista del movimiento perseveró durante la era Morales a través de organizaciones como la UJC y figuras como Marinkovic y Camacho.

El Times resaltó que Marinkovic también apoyaba las actividades de la UJC, describiendo al grupo fascista como «un brazo cuasi-independiente del Comité liderizado por el señor Marinkovic». Un miembro de la dirección de la UJC le dijo al rotativo estadounidense en una entrevista que «nosotros protegeremos a Branko con nuestras propias vidas».

Marinkovic ha adoptado el tipo de retórica nacionalista y cristiana familiar a las organizaciones de extrema derecha de Santa Cruz, por ejemplo llamando a una «cruzada por la verdad» e insistiendo que Dios está de su lado.

La familia del oligarca proviene de Croacia, por lo que tiene doble nacionalidad. Han sido persistentes los rumores de que sus familiares estuvieron involucrados con el poderoso movimiento fascista ustacha.

La Ustacha colaboró abiertamente con los ocupantes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Sus sucesores volvieron al poder luego de que Croacia declaró su independencia de la antigua Yugoslavia, un país otrora socialista que fue intencionalmente balcanizado por una guerra de la OTAN, de la misma manera que Marinkovic esperaba que fuera Bolivia.

El Fuhrer Adolph Hitler se encuentra con el fundador de Ustasha Ante Pavelić en 1941

Marinkovic niega que su familia formaba parte de la Ustacha. Alegó en una entrevista con el New York Times que su padre luchó contra los nazis.

Pero incluso algunos de sus simpatizantes son escépticos. Un analista de los Balcanes de la firma privada de inteligencia Stratfor, que trabaja con mucha proximidad con el gobierno estadounidense y popularmente conocida como «la CIA paralela», produjo un tosco perfil de Marinkovic, especulando que «todavía no conozco su historia completa, pero apostaría una buena suma de $$$ a que los padres de este personaje son [croatas] de primera generación (su nombre es demasiado esclavo) y que eran simpatizantes de la ustacha (léase: nazis) que huyeron de los comunistas de Tito luego de la Segunda Guerra Mundial».

El analista de Stratfor sacó extractos de un artículo del periodista Christian Parenti de 2006, que había visitado a Marincovich en su finca en Santa Cruz. La «reforma agraria de Evo Morales puede conducir a una guerra civil», le advirtió a Parenti en un acento tejano que había agarrado mientras estudiaba en la Universidad de Texas, en Houston.

Hoy en día, Marinkovic es un simpatizante apasionado del líder de extrema derecha brasileño, Jair Bolsonaro, cuya única queja sobre Augusto Pinochet es que «no había matado suficiente».

También es admirador público de la oposición venezolana. «Todos somos Leopoldo», tuiteó en apoyo a Leopoldo López, quien ha estado involucrado en numerosos intentos de golpe contra el gobierno electo de Venezuela.

Mientras Marinkovic negó cualquier papel en actividades militantes armadas en la entrevista con Parenti, fue acusado en 2008 de jugar un papel determinante en el intento por asesinar a Morales y sus aliados del MAS.

A menos de dos años antes de que se desarrollara la trama golpista, le dijo al New York Times que «si no hay mediación internacional a nuestra cirisis, habrá una confrontación. Y, desafortunadamente, va a ser sangrienta y dolorosa para todos los bolivianos».

Un complot de asesinato vincula a la derecha boliviana con fascistas internacionales

En abril de 2009, una unidad especial de los servicios de seguridad bolivianos ingresaron a una habitación de hotel de lujo dándole de baja a tres hombres que se dijo que estaban involucrados en un complot para asesinar a Evo Morales. Otros dos lograron escapar.

Cuatro de los presuntos conspiradores tenían raíces húngaras o croatas y vínculos con la política de derechas de Europa oriental, mientras que otro, Michael Dwyer, era un derechista irlandés que había llegado a Santa Cruz hacía apenas seis meses.

Presunto asesino del conspirador Michael Dwyer con sus armas

Se dijo que el líder del grupo era un periodista de izquierda llamado Eduardo Rosza-Flores que se convirtió al fascismo y pertenecía al Opus Dei, el culto tradicionalista católico que emergió bajo la dictadura de Francisco Franco.

De hecho, el nombre código que asumió Rosza-Flores en el complot de asesinato fue «Franco», en honor al Generalísimo.

Durante los 90, Rosza peleó en el Primer Pelotón Croata Internacional, o el PIV, en la guerra para separarse de Yugoslavia. Un periodista croata le dijo a la revista Time que «el PIV era un grupo tristemente célebre: 95% de ellos tenían historial criminal, muchos pertenecían a grupos nazis o fascistas, de Alemania a Irlanda».

Para 2009, Rosza había regresado a su Bolivia natal para emprender la cruzada a nombre de otro movimiento separatista, esta vez en Santa Cruz. Y fue ahí donde murió en un hotel de lujo sin una fuente de ingreso aparente y un enorme acopio de armas.

Posteriormente el gobierno publicó fotos de Rosza y un co-conspirador posando con sus armas. Publicaciones de correos entre el jefe de la célula e Istvan Belovai, un antiguo oficial de inteligencia militar húngaro que prestó servicios como doble agente para la CIA, afianzó la percepción de que la mano de Washington estaba metida en la operación.

Rosza y Dwyer con sus armas en Bolivia

Posteriormente Marinkovic fue acusado de proveer a los complotados 200 mil dólares. El oligarca croata-boliviano inicialmente huyó a los Estados Unidos, donde se le dio asilo, y luego se reubicó en Brasil, donde vive hoy en día.

Negó haber estado involucrado en el plan para asesinar a Morales.

Tal como reseñó el periodista Matt Kennard, había otro hilo que amarraba la conspiración a los Estados Unidos: la supuesta participación de un dirigente de ONG llamado Hugo Achá Melgar.

«Roza no llegó hasta acá por su cuenta; lo trajeron», le dijo a Kennard el principal investigador del gobierno boliviano sobre el caso. “Hugo Achá Melgar lo trajo”.

La Human Rights Foundation desestabiliza Bolivia

Achá no era sólo el líder de una ONG común y corriente. Había fundado la subsidiaria boliviana de la Human Rights Foundation (HRF), una organización internacional que es conocida por acoger una «escuela para la revolución» para activistas que buscan el cambio de régimen en estados que son objetivos del gobierno de los Estados Unidos.

La HRF es dirigida por Thor Halvorssen, hijo del oligarca venezolano y agente de la CIA, Thor Halvorssen Hellum. EL primo del veterano golpista Leopoldo López, Halvorsseen era un activista universitario del partido republicano que llevó una cruzada contra lo políticamente correcto y otros duendes familiares de derecha.

Luego de una breve carrera como agitador de derecha y productor de películas, donde supervisó un escandaloso documental «antiambientalista» financiado por una corporación minera, Halvorssen se rebautizó a sí mismo como un promotor del liberalismo y un enemigo del autoritarismo global. Lanzó la HRF con becas de multimillonarios como Peter Thiel, fundaciones conservadoras y ONGs, incluyendo Amnistía Internacional.

Desde entonces el grupo ha estado al frente en el entrenamiento de activistas para acciones insurreccionales desde Hong Kong al Medio Oriente a América Latina.

Aunque los Estados Unidos le concedieron asilo a Achá, la HRF continuó presionando por el cambio de régimen en Bolivia. Como escribió Wyatt Reed para The Grayzone, Jhanisse Vaca Daza, «freedom fellow» de la HRF, ayudó a activar la fase inicial del golpe culpando a Morales de los incendios en el Amazonas que consumieron partes de Bolivia en agosto, movilizando protestas internacionales en su contra.

Para ese momento, Daza posaba de «activista ambiental» y de estudiante de la no-violencia que articulaba sus preocupaciones en llamados aparentemente moderados, pidiendo más ayuda internacional para Bolivia. Mediante Ríos de Pie, su ONG, ayudó a lanzar la etiqueta #SOSBolivia, que fue la señal de salida de la inminente operación de cambio de régimen con apoyo extranjero.

Cortejando a la derecha regional, preparando el golpe

Mientras que Daza convocaba protestas en las afueras de las embajadas de Bolivia en Europa y los Estados Unidos, Fernando Camacho permanecía detrás de las cámaras, haciendo lobby en los distintos gobiernos de la región para bendecir el golpe que venía.

En mayo, Camacho se reunió con el presidente de Colombia, Iván Duque. Camacho ayudaba a apuntalar los esfuerzos regionales para socavar la legitimidad de la presidencia de Evo Morales en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, buscando bloquear su candidatura en las elecciones de octubre.

Camacho con el presidente colombiano Ivan Duque en mayo

En ese mismo mes el agitador boliviano también se reunió con Ernesto Araújo, el canciller de la administración de Jair Bolsonaro en Brasil. En esa reunión, Camacho aseguró con éxito el apoyo de Bolsonaro para el cambio de régimen en Bolivia.

Este 10 de noviembre, Araújo apoyó de forma entusiasta el derrocamiento de Morales, declarando que «Brasil apoyará la transición democrática y constitucional» del país.

Luego en agosto, dos meses antes de la elección presidencial de Bolivia, Camacho recibió la atención de oficiales del régimen golpista de Venezuela.

Estos incluían a Gustavo Tarre, el embajador fake de Guadó ante la OEA, quien previamente había trabajado con el think tank Centro para los Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) en Washington.

Luego de la reunión, Camacho tuiteó su gratitud a los golpistas venezolanos, así como a Colombia y Brasil.

Mesa y Camacho: un matrimonio capitalista a conveniencia

De vuelta en Bolivia, Carlos Mesa concentraba la atención como el candidato presidencial de la oposición.

Su imagen de erudito y sus propuestas políticas centristas lo colocaban como un universo político aparentemente alterno al de los derechistas incendiarios como Camacho y Marinkovic. Para ellos, Mesa era un conveniente hombre al frente y un candidato aceptable que prometió defender sus intereses económicos.

«Puede que no sea mi favorito, pero voy a votar por él, porque no quiero a Evo», le dijo Marinkovic a un diario argentino de derecha cinco días antes del golpe.

Efectivamente, fueron los intereses prácticos en lo financiero de Camacho que parecieran haber precisado su apoyo a Mesa.

La familia Camacho había formado un cartel de gas natural en Santa Cruz. Como lo señala el medio boliviano Primera Línea, el padre de Luis Fernando Camacho, José Luis, era el propietario de una compañía que distribuía gas en la ciudad llamada Sergas; su tío, Enrique, controlaba Socre, la compañía que operaba las instalaciones de producción gasífera local; y su primo, Cristian, controla otra distribuidora de gas local llamada Controgas.

De acuerdo a Primera Línea, la familia Camacho estaba usando al Comité Pro-Santa Cruz como un arma política para colocar a Carlos Mesa en el poder y asegurarse la restauración de su emporio empresarial.

Mesa tiene una historia bien documentada de avanzar en los objetivos de las compañías transnacionales a costa de la población de su propio país, El político neoliberal y personalidad mediática sirvió como vice presidente cuando el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, «Goni», provocó las protestas masivas con su plan de 2003 para permitir a un consorcio de corporaciones multinacionales el exportar el gas natural del país hacia los Estados Unidos a través de un puerto chileno.

Las fuerzas de seguridad bolivianas, entrenadas por los Estados Unidos enfrentaron las feroces protestas con una represión brutal. Luego de presidir la muerte de 70 manifestantes desarmados, Sánchez de Lozada huyó a Miami y fue sucedido por Mesa.

Para 2005, Mesa también fue desalojado del poder con enormes manifestaciones incentivadas por su protección a compañías de gas privatizadas.

Con su caída, la elección de Morales y el ascenso de los movimientos socialistas y rurales indígenas que lo respaldaban ya se acercaban al horizonte.

Cables del gobierno estadounidense publicados por WikiLeaks demuestran que tras su salida, Mesa continuó una correspondencia habitual con funcionarios estadounidenses. Un memo de 2008 de la embajada en Bolivia reveló que Washington estaba conspirando con políticos de oposición en la antesala de las elecciones presidenciales de 2009, con la esperanza de socavar y en última instancia destronar a Morales.

El memo destacaba que Mesa se había reunido con el encargado de negocios de la embajada estadounidense, diciéndole en privado que planeaba lanzarse a la presidencia. Recuerda el cable: «Mesa nos dijo que su partido es ideológicamente similar a una formación socialdemócrata y que tenía la esperanza de fortalecer lazos con el Partido Demócrata. ‘No tenemos nada en contra del Partido Republicano, y de hecho en el pasado hemos recibido apoyo del Instituto Internacional Republicano (IRI, por sus siglas en inglés), pero creemos que compartimos más ideología con los Demócratas'», agregó. 

Hoy en día Mesa es un «experto» en planta del Diálogo Inter-Americano, un think tank neoliberal radicado en Washington que se enfoca en América Latina. Uno de los principales donantes es la USAID, la subsidiaria del Departamento de Estado que fue expuesta en cables diplomáticos clasificados publicados por WikiLeaks para dirigir estratégicamente millones de dólares a grupos de oposición incluyendo aquellos que “se oponían a la visión de Morales para las comunidades indígenas». 

Otros de los principales financistas de Diálogo Inter-Americano incluye a titanes petroleros como Chevron y ExxonMobil; Bechtel, que inspiró las primeras protestas contra la administración de Mesa; el Banco Interamericano de Desarrollo, que forzadamente se ha opuesto a las políticas de orientación socialista de Morales; y la OEA, que ayudó a deslegitimar la victoria de Morales en su reelección con dudosas acusaciones de conteo irregular de votos.

Terminando el trabajo

Cuando en octubre Carlos Mesa desató las protestas a nivel nacional al acusar al gobierno de Evo Morales de cometer fraude electoral, el agitador de derecha bautizado por sus seguidores como «Macho Camacho» salió de las sombras. Detrás de él estaban las fuerzas de choque separatistas de línea dura que dirigió en Santa Cruz.

Mesa se desvaneció mientras Camacho emergía como el verdadero rostro del golpe, convocando a sus fuerzas con la retórica intransigente y la simbología fascista que definen a los paramilitares de la Unión Juvenil Cruceñista.

Al declarar victoria sobre Morales, Camacho exhortó a sus seguidores a «terminar el trabajo, hagamos las elecciones y comencemos a juzgar a los criminales del gobierno, vamos a meterlos en la cárcel».

De vuelta en Washington, mientras tanto, la adminsitración Trump publicó una declaración oficial celebrando el golpe en Bolivia, declarando que la “partida de Morales preserva a la democracia”.

Tomado de Misión Verdad

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