Por Arthur González.

El país más rico del mundo es el que peores resultados en el enfrentamiento a la pandemia de la Covid-19, con casi 7 millones de contagios y muy cerca de 198 mil muertos, por carecer de un sistema de salud para todos los ciudadanos por igual, unido al pésimo manejo del presidente Donald Trump, quien pretendía inyectarle cloro a la población.

Ese caos inimaginable se suma a la ausencia de un programa nacional de medidas preventivas contra catástrofes, que respalde a los ciudadanos y apoye a las víctimas de incendios forestales y los huracanes.

Cientos de miles afectados por el actual huracán Sally, han quedado sin amparo federal, ante la pérdida de sus casas y todos sus bienes, pero no hay dinero para ayudarlos. Más de 500 mil personas carecen de energía eléctrica y nadie predice cuando podrán recuperarla, ante la ausencia de planes de la defensa civil para medidas preventivas y la ausencia de dinero, todo en medio de la pandemia.

En contraste con esa terrible situación que sufren los ciudadanos de esas ciudades y la ausencia de altos funcionarios del gobierno para evaluar los daños y tomar medidas, el secretario de Estado, Mike Pompeo, inició una gira por Surinam, Guyana, Brasil y Colombia, con el objetivo de presionar y coordinar acciones subversivas contra Nicholas Maduro, a quien no han podido derrocar, a pesar de los múltiples planes realizados.

Si Estados Unidos empleara los millones de dólares en ayudar a su población, en vez de malgastarlos en sus planes para derrocar a Cuba, Venezuela y Nicaragua, hoy los puertorriqueños que siguen sin poder restaurar los daños de anteriores huracanes y los estadounidenses que padecen los descalabros del huracán Sally, pudieran recuperarse en menor tiempo.

Vergüenza para el país autoproclamado “paladín de los Derechos Humanos”, que abandona a sus ciudadanos para entrometerse en los asuntos internos de aquellas naciones que no se le someten.

La soberbia yanqui es tal, que acusan a Venezuela, Cuba y Nicaragua de violar los derechos humanos, pero a la vez se abrazan con Colombia y Brasil, quienes no respetan ni el derecho a la vida, la corrupción se extiende a los funcionarios gubernamentales y los asesinatos de opositores son cotidianos, sin ser acusados por Estados Unidos, la OEA, ni la Unión Europea.

La gira de Pompeo pretende presionar a los gobiernos para que permitan la presencia de tropas yanquis, ante una posible intervención militar en Venezuela, última carta por jugar ante tantas derrotas.

En Surinam, Pompeo sostuvo reuniones con representantes de compañías estadounidenses del sector petrolero y minero, con el fin de presionar al gobierno en caso de no aceptar sus planes contra Venezuela, pues es conocido que esas inversiones son decisivas para la economía del país.

Como siempre, el empleo del chantaje y el garrote en la política yanqui.

Junto con la Unión Europea, acusan a Venezuela de “violar” los Derechos Humanos. Sin embargo, el Secretario de Estado sostendrá una amistosa reunión con Iván Duque, presidente colombiano, hombre a su servicio que acumula una larga hoja de crímenes y violaciones, pero como fiel servidor facilita su territorio para los caprichos enfermizos de Washington contra Caracas.

Colombia procura su territorio como teatro de operaciones para operaciones subversivas contra Venezuela y a pesar de ser el mayor exportador de drogas hacia Estados Unidos, no es sancionado ni condenado por la Casa Blanca.

Tampoco Duque es acusado por su responsabilidad en el asesinato de 992 líderes sociales y 229 excombatientes de las FARC, desde la firma de los Acuerdos de Paz.

Pompeo no le reclamará por el crimen del abogado Ordoñez cometido por la policía, pues actos similares ejecutan los policías yanquis.

El silencio cómplice de Estados Unidos y la Unión Europea, ante las personas asesinadas y los 5,5 millones obligados a emigrar, unido a 19 millones de pobres y los 8 millones de colombianos que viven en niveles de pobreza, incrementado desde que Duque asumió la presidencia de Colombia, parece no importarles a quienes acusan a Venezuela de violar los derechos humanos.

Existe una cruzada mediática para fabricar una matriz de opinión contra aquellos que no aceptan subordinarse a Estados Unidos.

¿Por qué no llama dictador a Duque y a Bolsonaro que acumulan violaciones de todo tipo?

Los cinco millones de dólares que Estados Unidos pagó recientemente a los llamados “expertos” en Derechos Humanos, en una inventada “Misión de Verificación de Hechos” de Naciones Unidas para acusar a Venezuela, debieron destinarse a los damnificados que ahora sufren en varias ciudades de Florida, Pensacola y Alabama.

En vez de gastar 200 millones de dólares para promover la derrota del gobierno de Nicholas Maduro, sería mejor emplearlos en recuperar los desastres en Puerto Rico, donde aún hay personas sin casas.

¿Por qué no hay planes de la USAID para la independencia de Puerto Rico?

¿Quién defiende los valores de los ciudadanos estadounidenses, carentes de seguro médico? ¿Por qué la USAID y la NED no disponen de millonarios presupuestos para ellos, a fin de que puedan alcanzar la “gobernanza sensible y sus derechos humanos”, como los millones de dólares que destina la USAID para ciudadanos de otros países?

Estados Unidos necesita con urgencia programas de asistencia a su sociedad civil y la democracia receptiva de los ciudadanos, especialmente los de raza negra, los latinos, personas sin empleo y pobres, similares a los aprobados por la USAID contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, que no presentan esa situación.

¿Dónde están las alianzas de Estados Unidos con sus socios internacionales e instituciones de todo el mundo, para promover los valores democráticos y fortalecer la democracia de los norteamericanos de raza negra y los latinos?

Las giras de Pompeo no buscan ese apoyo internacional, porque solo ven la paja en el ojo ajeno, cuando ellos carecen de los valores y derechos que les reclaman a otros.

Sabio José Martí cuando afirmó:

“La mala voluntad es un áspid inmenso de mil colas”

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