El odio de los yanquis contra Cuba es enfermizo.

Cualquier persona en el mundo que revise las múltiples leyes aprobadas por los Estados Unidos para sancionar a Cuba, independiente de la ideología que tenga, puede darse cuenta que el odio que sienten hacia la Revolución es patológico, porque no hay una situación similar en toda la historia de la humanidad.

60 años de una despiadada guerra económica, comercial, financiera y biológica contra todo un pueblo, con la cruel intensión de matarlo por hambre y enfermedades, es rechazada por la casi totalidad de los países representados ante la ONU, pero los yanquis con ese odio enfermizo demuestran ausencia de humanidad, solo por el hecho de que Cuba no se arrodilla ante sus presiones.

En pleno desarrollo de la pandemia de la Covid-19, los yanquis arrecian sus acciones de bloqueo económico, creyéndose que es el momento oportuno para que mueran miles de cubanos, se incrementen las penurias y surjan protestas populares.

Ciegos por su animadversión contra le Revolución socialista, no se percatan de las acciones que ejecuta el gobierno a favor del pueblo, con un sistema de salud fuerte y gratuito que garantiza la atención de todos los ciudadanos.

Paralelamente, Cuba con su tradición solidaria en materia de Salud, apoya a otros países que necesitan de los médicos y enfermeros cubanos, algo que los yanquis han querido desprestigiar con campañas mediáticas, solo con el marcado objetivo de cortar la entrada de divisas al país, aunque pretendan darle un rostro de “preocupación” por el pago que reciben los profesionales de la Isla, pretexto que inventan con tal de ahogar la economía cubana.

Al llegar Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil, bajo las presiones de Washington, atacó virulentamente la presencia de los médicos cubanos, seguido del traidor ecuatoriano Lenin Moreno y la golpista de Bolivia, pero ahora pagan esa decisión con la muerte y contagio miles de ciudadanos por la Covid-19, haciendo colapsar sus sistemas de salud.

No obstante esas campañas y presiones de Estados Unidos, más de cuarenta naciones han solicitado ayuda cubana con personal médico, para enfrentar los miles de enfermos que desbordan sus posibilidades de atención, algo inesperado para los yanquis que los desconcertó; de ahí su reacción de hostilidad para intentar nuevamente empañar la labor humanista que, cual misioneros, llevan a cabo los especialistas de Cuba.

Estados Unidos tiene actualmente una situación alarmante de muertos y enfermos por la Covid-19, debido a que, por su acostumbrada prepotencia, restaron la importancia debida a la pandemia. Sus hospitales colapsan, no tiene capacidad de atención para todos, ni siquiera para guardar los cadáveres y enterrar a sus muertos, abriendo fosas comunes.

Ante ese triste panorama solo piensan en la economía, las ganancias de las empresas y la baja de las bolsas de valores, en vez de buscar soluciones internas para evitar el aumento de contagiados y muertes.

Sin embargo, no pierden tiempo para volver a la carga con su veneno contra Cuba y prueba de eso son las declaraciones en Twitter, de Mara Tekach, encargada de negocios de la embajada de Estados Unidos en La Habana, quien atacó sin piedad la posible participación de médicos cubanos en Argentina y otros países, bajo la mentira asquerosa de que la exportación de los mismos, para obtener beneficios de su trabajo, viola las normas laborales internacionales”.

Ausencia de vergüenza y valores humanos exhiben los yanquis al tratar de impedir la asistencia médica, solo les interesa continuar el ahogo de la economía de Cuba, pues, si realmente los derechos humanos les importaran, propondrían ser ellos los que brindaran esa colaboración, por supuesto con salarios que ningún país podría pagarles.

Es conocido que la medicina en Estados Unidos es un negocio muy jugoso, donde una operación de hernia discal cuesta cerca de los 60 mil dólares, un simple ultrasonido abdominal no menos de 900 usd y un chequeo ante un cólico nefrítico casi 2,000 usd.

Para la diplomática estadounidense, que dice “preocuparse” tanto por el derecho de los médicos cubanos, parece no importarle lo que sufren 28 millones de sus compatriotas que no poseen un seguro médico por falta de dinero, o los 46 millones que viven en pobreza extrema, según cifras oficiales, y no acuden a un hospital ante los síntomas de estar contagiados, al carecer de los recursos monetarios para pagar los 34 mil usd que, como promedio, vale el tratamiento en un hospital de la mayor potencia económica del mundo.

Dónde dejó la diplomática su “humanismo” que no se pronuncia por el contagio que está produciéndose entre los soldado y marines yanquis dentro de sus buques, como el reciente escándalo el portaaviones nuclear USS Theodore Roosevelt, con 150 enfermos con Covid-19 que el Pentágono se negaba a evacuar.

Estados Unidos es el país más afectado por la pandemia de la Covid-19, con unos 900 mil contagiados, ya muy cerca de 55 mil muertos, realidad que ignora la diplomática, prueba de que para ella y los jefes que ordenan sus declaraciones, la vida humana es menos importante que las cruzadas mediáticas para tratar de enturbiar la imagen de Cuba.

La realidad se impone y la diferencia de actuación prevalece, pues mientras Estados Unidos envía tropas y medios navales para hacer la guerra en países a miles de millas de su territorio, Cuba va con sus médicos a salvar vidas, sin mirar tiempo ni dinero, algo que no pueden entender aquellos que solo piensan primero en sus ganancias y después, si les quedara tiempo, en la vida de sus semejantes.

Sabio fue José Martí cuando aseveró:

“Las piedras del odio, a poco de estar al sol, hieden y se desmoronan, como masas de fango”