La hipocresía de los que se dicen “preocupados luchadores” por los derechos humanos del pueblo cubano, se va revelando en la conducta que han asumido con respecto al nuevo Código de las Familias, contra la aprobación del cual hacen campañas abiertas o solapadas.

De manera inhumana y antiética han incorporado el tema a su agenda política contra la Revolución.

Para evitar confusiones, hay que decir que, una cosa es dar la opinión sobre él, ejerciendo un derecho ciudadano que, además, podrán hacer efectivo cuando emitan su voto en el referendo, y otra desarrollar campañas para tratar de construir consensos para intentar evitar su aprobación. Algo repudiable, no respaldado por ningún derecho, máxime si proviene de motivaciones espurias que nada tienen que ver con los genuinos intereses del pueblo cubano.

Entre esos personajes están los que, de manera mal intencionada, esgrimen preceptos morales y religiosos que no respetan, para hacer llamados a la no aprobación del nuevo Código. De ellos se ha escrito bastante. Farsantes que no merecen otra cosa que el desprecio.

Resumiendo, son los que parafraseando a nuestro poeta nacional Nicolás Guillén, se dan golpes en el pecho, y dicen santo, santo, santo, cuando son diablos, diablos, diablos.

Pero no es de estos falsos apóstoles de los que deseo hablar, sino de los que, desde las plataformas que se dicen “independientes”, como la mal llamada La Joven Cuba, el Toque y Cuba Próxima, entre otras, se pasan los 365 días del año, basándose en mentiras y tergiversaciones de la realidad, acusando al gobierno de irrespetar los derechos humanos de los cubanos. Los mismos que ahora tratan de ocultar, tras enrevesados textos, plagados de cantinflescos “análisis” sobre ese tema, la malsana intención de confundir, crear dudas y estados de ánimo contrarios a la aprobación del nuevo Código.

Ante la disyuntiva de apoyar su aprobación o ir abiertamente en contra de él, han instrumentado su vieja táctica del cantinfleo o la ambivalencia.

No faltan los que llegan al extremo de asegurar que, la aprobación o no del nuevo Código, es en realidad una lucha por el poder. Aparte de lo disparatado de semejante afirmación, vale preguntarle a quienes así piensan, ¿Cuál es esa fuerza que supuestamente contiende contra el gobierno?; saben que no existe, pero es la repugnante forma con la que intentan hacerle creer a los ciudadanos de que se les está haciendo parte de un pulso por el poder y que el Estado les miente sobre los objetivos que dice tiene el nuevo Código.

Tratar de despojar a un documento tan avanzado de su humanismo, carácter inclusivo, intención de buscar la justicia para todos, de hacer realidad los anhelos y sueños de miles de cubanos, de proteger a los más vulnerables, y de otorgar derechos largamente esperados por muchos; es deshonesto, infame e injustificable.

Saben nuestros adversarios que, su aprobación que lo convertirá en ley con esas características, desmonta sus campañas orientadas a presentar al gobierno cubano como una dictadura que viola los derechos humanos de su pueblo. Por eso se oponen a su aceptación sin importarles la frustración y el sufrimiento que un resultado contrario pudiera generar dentro de determinados sectores de la sociedad.

Olvidan que, la Revolución ha construido su prestigio y logrado el apoyo popular, no por acciones de politiquería barata, sino por su limpio actuar en favor de los intereses del pueblo, para el que fue hecha, y es su razón de ser. Su comportamiento, nunca ha tenido nada que ver con el vil proceder de los que, en otros lares, respondiendo a espurios intereses de elites afincadas en el poder, engañan a los ciudadanos, manipulan sus sentimientos y les crean falsas expectativas de realización, para obtener su apoyo y mantener el dominio sobre ellos.

Va a triunfar el SI, y por eso ya desde ahora comienzan a instrumentar, la campaña de descrédito contra las autoridades electorales y el proceso mediante el cual será sometido a referendo popular el nuevo Código de las Familias. El objetivo: generar la matriz de opinión de que se cometió fraude, pero olvidan algo muy importante, en Cuba, no existen las condiciones objetivas, ni subjetivas para que dicha campaña genere un apoyo que les permita desestabilizar al país, o por lo menos que se desconozcan los resultados.

Nuestro pueblo está unido, es culto y no se dejará manipular.

La fuerza de que hablan, la cual sitúan en lucha por el poder con el gobierno, lo que en términos prácticos significa, en lucha con el pueblo, no existe. En Cuba, el pluripartidismo del que Fidel dijera: “Es el gran instrumento del imperialismo para mantener a las sociedades fragmentadas, (…) las convierte (…) en sociedades impotentes para resolver los problemas y defender sus intereses”, tampoco existe.

La OEA y otros actores que impone el imperio como “observadores” de procesos electorales y de otros ejercicios democráticos, cuya principal misión es descalificar los resultados que no favorezcan los intereses de quien los manda; en Cuba no tienen cabida.

En nuestra patria manda el pueblo, el soberano. Él, una vez más, hará morder a quienes nos quieren mal, el polvo de la derrota.

Yo voto Sí. 

Tomado de PostCuba

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