Recientes declaraciones menos beligerantes en Irán y en Estados Unidos disminuyen las tensiones que en un momento parecían el preludio de una guerra con imprevisibles consecuencias para Medio Oriente y el mundo.
Las autoridades iraníes prometieron una respuesta contundente por el asesinato del general Qassem Soleimani, perpetrado por la aviación estadounidense, pero da la impresión que su ataque limitado a dos bases militares en Iraq, satisface los deseos de venganza.

El canciller Mohammad Javad Zarif suscribió por las redes sociales que se habían concluido medidas proporcionales en defensa propia.

Mientras, el líder supremo de Irán, ayatola Ali Khamenei, indicó que el bombardeo contra posiciones norteamericanas, no implica la respuesta total de la república islámica.

“…recibieron una bofetada”, expresó Khamenei, y aunque esas acciones son insuficientes para la venganza (por la muerte de Soleimani), “más importante es que la presencia corrupta de América comenzó a llegar a su fin”.

En tanto, el presidente Donald Trump, en campaña para su reelección, reiteró su promesa de evitar una guerra interminable y que Estados Unidos está listo para abrazar la paz que todos buscan.

De tal manera cambió el tono del magnate republicano que en una intervención anterior subrayó que “si Irán hace algo que no debería estar haciendo, sufrirá las consecuencias, y con mucha fuerza”.

También apuntó que no permitirá poseer un arma nuclear a Irán y con su filosofía de presión máxima, recabó una vuelta a las negociaciones sin tocar los proyectos de misiles o la influencia de Teherán en la región.

Las autoridades del país de los persas ratificaron montones de veces el carácter pacífico de su programa de fisión atómica, aunque en días recientes anunciaron que incumplirían los límites del acuerdo sellado en 2015 implementado para evitar que fabricara ese tipo de armamento.    La muerte de Soleimani el 2 de enero en Bagdad en un ataque con drones provocó gritos de venganza y atrajo a multitudes a las calles para llorarlo.

En respuesta, los iraníes dispararon un total de 15 misiles, 10 impactaron en la base norteamericana de Ain al-Assad, provincia de Anbar, y uno, en la de Erbil, capital de la región autónoma iraquí del Kurdistán.

Técnicos del Pentágono declararon que los sistemas de alerta detectaron los lanzamientos y sonaron las alarmas que dieron tiempo a refugiarse.

Las autoridades norteamericanas estaban al tanto de los preparativos de una represalia iraní, aunque nunca aclararon si la Inteligencia había identificado los objetivos.

Ain al-Assad estrenó sus funciones después de la invasión liderada por Estados Unidos en 2003 que derrocó a Saddam Hussein y más tarde acogió a tropas estadounidenses en la lucha contra el grupo terrorista Estado Islámico.

Sus instalaciones albergan unos mil 500 militares norteamericanos y de una coalición que integran representantes de otros 30 país.

Trump la visitó en diciembre de 2018 sin avisar a las autoridades de Iraq que censuraron esa actitud del mandatario y en iguales condiciones en noviembre último lo hizo el vicepresidente Mike Pence, quien pasó por Ain al-Assad y luego por la de Erbil.

El esfuerzo por reducir el conflicto Teherán-Washington también involucró al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su par ruso, Vladimir Putin.

Erdogan y Putin emitieron una declaración conjunta sobre seguridad en Oriente Medio, en la cual advirtieron que el uso adicional de la fuerza “conduciría a un nuevo ciclo de inestabilidad y eventualmente dañaría los intereses de todos”.

Nadie está interesado en ese conflicto y sus principales actores tampoco, según la percepción de los observadores.

Tomado de Prensa Latina

Dejar respuesta

¡Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí