Si apenas son notables en los atlas geográficos, no hay modo de que sean titulares en los medios más grandes. Uno, por lo pequeñas que son las Islas Turcas y Caicos. Dos, porque se trata otra vez de ese obstinado gesto de la solidaridad que tanto incomoda a las potencias enormes, al gobierno del capital, a los que entienden la salud mediante las facturas contables de los servicios privados, de aquellos que cotizan el sobrevivir o no según la bolsa del mercado. Tres, porque es Cuba, nuevamente, la nación que se ofrece.

En ese archipiélago mínimo también viven personas que no escapan al peligro de un virus que no entiende de islas ni de mares. Simplemente vive gente allí, que necesita la ayuda, que la ha solicitado, y Cuba la ha brindado otra vez, sin calcular esas cuentas en monedas que otros andan por ahí hiperbolizando; haciendo el juego de los que siembran matrices a conveniencia, y llaman a los médicos esclavos; mientras en la casa suya mueren por centenas, bajo el látigo de la misma enfermedad a la que estos «esclavos cubanos» son capaces de poner el pecho.

Esta vez son 20, doctores y enfermeros, que van a un punto en medio del mar, como mismo habrían partido a las famosas naciones. Si hay memoria, recordarán que cuando era más grande la incertidumbre, salieron los primeros al Caribe.

Eso es lo que incomoda a la potencia más cercana, a la que más muertes arrastra, a la que encabeza la absurda campaña contra los nuestros que salvan; mientras el mundo, que no es ciego, se deslinda, en tanto aupa la propuesta de un Nobel de la Paz.

Este martes hay noticias. Organizaciones civiles dentro de Estados Unidos decidieron elevar los tonos de la nominación, a fin de convertirla en campaña internacional por el Premio a los médicos cubanos, respaldada por intelectuales prestigiosos, artistas, políticos y ciudadanos comunes de todo el mundo.

En las primeras horas ya había adhesiones notables: el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel; Rafael Correa, expresidente de Ecuador; los actores Danny Glover y Mark Ruffalo; los escritores Alice Walker, Noam Chomsky y Nancy Morejón; los cineastas Oliver Stone y Petra Costa; el músico Tom Morello, y el trovador Silvio Rodríguez,  que se unen a otros 10 000 firmantes anteriores.

En declaraciones a Granma, Alicia Jrapko, coordinadora en Estados Unidos del Comité Internacional Paz, Justicia y Dignidad a los Pueblos, copresidente de la Red Nacional de Solidaridad con Cuba, y promotora de la iniciativa, aseguró: «Estamos infinitamente agradecidos a Cuba por el maravilloso trabajo solidario y humanista que realizan en todo el mundo para ayudar en esta pandemia. Sentimos una gran vergüenza por la actitud del Gobierno de ee. uu., no solo por el tratamiento inhumano que le está dando a esta crisis dentro del país, sino por la actitud irresponsable de seguir bloqueando países que están luchando para salvar vidas, sobre todo Cuba y Venezuela».

Lo solidaridad tiene estas cosas. Apoyada en un principio que se ha hecho identidad nacional, Cuba ofrece lo que tiene para compartir. No predica, hace, y en sus actos valida las razones que movilizan en el mundo a los buenos corazones. Los médicos que salieron este lunes a otras islas son solo eso, una razón más.

Autor: Nuria Barbosa León | internet@granma.cu

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