Era joven, como aquellos revolucionarios que luchaban por la libertad de Cuba.Había nacido en el municipio de Encrucijada, en la central provincia cubana de Villa Clara, el 30 de diciembre de 1922, hace 97 años. Y desde su temprana juventud, Haydée Santamaría Cuadrado estuvo del lado de los que arriesgan la vida para el bienestar de un país.

Fue editora de los periódicos clandestinos “Son los mismos” y “El Acusador”, junto a su hermano Abel Santamaría y otros revolucionarios, al tiempo que se mantenía vinculada a otras labores contra la dictadura, tras el golpe de Estado de 1952.

Su amor por la independencia de la Isla la hizo vincularse desde temprano con la causa revolucionaria. Estuvo aquel ajetreado 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba. Fidel Castro y un grupo de combatientes asaltaban el Cuartel Moncada. Haydée Santamaría y su hermano Abel tomaban el hospital Saturnino Lora, muy cercano a la institución militar en manos de la dictadura de Fulgencio Batista.

El objetivo era apoyar el asalto, pero el fracaso de la acción posibilitó que fuera hecha prisionera y, pese a que le dijeron que Abel y su novio Boris Luis Santa Coloma habían sido asesinados, jamás delató a sus compañeros.  

Al referirse a la respuesta de Haydée, en su alegato de autodefensa, Fidel Castro expresaría: “Nunca fue puesto en un lugar tan alto de heroísmo y dignidad el nombre de la mujer cubana”. Ella se sobrepuso al dolor. Los esbirros de la tiranía le enseñaron los ojos de su hermano y los genitales de su novio. Y Haydée nunca habló. La vida se le hacía pedazos, pero la causa revolucionaria le daba luz.

“Abel no nos faltará jamás. Mamá, piensa que Cuba existe y Fidel está vivo para hacer la Cuba que Abel quería”, le escribió a su madre desde su celda en prisión.

Junto a las revolucionarias Lidia Castro y Melba Hernández recopiló y transcribió las notas escritas con zumo de limón que Fidel, desde la prisión, lograba sacar para su divulgación. Se trataba de su alegato de autodefensa, posteriormente conocido como “La historia me absolverá”.

Posteriormente fue designada por el Comandante en Jefe como delegada del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) para recaudar armas y unir las fuerzas en el exterior para la causa revolucionaria contra la dictadura de Batista. También estuvo en la Sierra Maestra como combatiente junto a Celia Sánchez y Vilma Espín. Haydée no solo combatió en el llano, luchó por la Revolución desde las montañas de Cuba.

Tras el triunfo revolucionario fundó y presidió en 1959 la Casa de las Américas, importante institución cultural para los intelectuales y escritores de todo el continente y el mundo. Y cumplió con cada trabajo que le encomendara la dirección de la Revolución Cubana. Por ella había luchado. Serle fiel era su premisa.

El escritor uruguayo Mario Benedetti, desde la cercanía con Haydée mediante la Casa de las Américas, lo sabía: “Haydée Santamaría significa un mundo, una actitud, una sensibilidad y también una Revolución”. Al morir, el 28 de julio de 1980, la poetisa cubana Fina García Marruz escribió sobre la heroína del Moncada:

“Pónganle a la suicida una hoja en la sien /Una siempreviva en el hueco del cuello. /Cúbranla con flores, como a Ofelia. /Los que la amaron, se han quedado huérfanos /Cúbranla con la ternura de las lágrimas. /Vuélvanse rocío que refresque su duelo. /Y si la piedad de las flores no bastase /Díganle al oído que todo ha sido un sueño. /Ríndanle honores como a una valiente /Que perdió solo su última batalla. /No se quede en su hora inconsolable /Sus hechos, no vayan al olvido de la hierba. /Que sean recogidos uno a uno, /Allí donde la luz no olvida a sus guerreros”.

“Recordar a Haydée es contemplar el paso de un relámpago, escuchar la crepitación de bosques incendiados. Así quedó su imagen en nosotros. No la de estéril serenidad sino la del bullir quemante. Fuego y luz”, señaló el intelectual Roberto Fernández Retamar.

Tomado de Telesur

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